La hipertensión pulmonar suele ser detectada en estadios muy avanzados, cuando ya es poco lo que se puede hacer, coincidieron los especialistas que participaron del IV Simposio Latinoamericano de Hipertensión Pulmonar, que se realizó días atrás en la ciudad de Buenos Aires. Pero si bien aún no existe una cura para esta enfermedad, una detección precoz de los síntomas permite controlarlos, mejorando la calidad de vida del paciente y brindándole una mayor sobrevida.
La hipertensión pulmonar es una afección que se caracteriza por una presión anormalmente alta en las arterias de los pulmones. Esta genera una resistencia al flujo de sangre que debe pasar por ellas, lo que obliga al lado derecho del corazón a realizar un mayor esfuerzo para bombear la sangre hacia los pulmones, desde donde deberá volver cargada de oxígeno al lado izquierdo del corazón para luego ser bombeada hacia el resto del cuerpo.
Como resultado de esta mayor presión, el tejido de los pulmones se daña, haciendo que la respiración del paciente vaya cobrando progresivamente una mayor dificultad, lo que puede derivar en la necesidad de un trasplante de pulmón. Las paredes del corazón, por su parte, acaban engrosándose y el corazón mismo aumenta de tamaño, lo cual lo debilita y genera lo que se conoce como "falla cardiaca", de gran riesgo de vida para el paciente.
Por definición, la hipertensión pulmonar supone un aumento de la presión de la arteria pulmonar con valores mayores a 20 mmHg estando la persona en reposo y a 30 mmHg al realizar algún tipo de ejercicio o esfuerzo físico. Los síntomas indicativos del inicio de la enfermedad son la falta de aire sin causa justificada, la aparición de mareo, pérdida de conocimiento e hinchazón en piernas y tobillos.
Como indica el doctor. Sergio Perrone, codirector del citado simposio y jefe del Departamento de Trasplante Pulmonar y Cardiopulmonar del Sanatorio de la Trinidad Mitre, la hipertensión pulmonar puede ser hereditaria, idiopática (sin causa conocida) o deberse a la presencia de enfermedades cardíacas, como, por ejemplo, cardiopatías congénitas, enfermedades respiratorias, como fibrosis pulmonar o enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), afecciones autoinmunes, como la esclerodermia o la artritis reumatoidea, o incluso por complicaciones en pacientes con HIV. Para determinar el tratamiento adecuado es fundamental en cada caso detectar la causa específica de la enfermedad.
"Hoy en día contamos con un armamento bastante interesante para el tratamiento de esta enfermedad. En la Argentina están todos los tratamientos. Tenemos un conjunto de armas que permiten tratar a la patología en sus etapas más precoces y más avanzadas", destacó el doctor Perrone. La mayor dificultad para la detección y el posterior tratamiento de la hipertensión pulmonar es, sin embargo, su desconocimiento.
Para el doctor Julio Sandoval Zárate, a cargo del curso de postgrado en Medicina Cardiopulmonar en el Instituto Nacional de Cardiología de la Universidad Nacional Autónoma de México, también codirector del citado simposio, lo que se requiere es educar a la comunidad en general difundiendo mejor su existencia. "Recién en los últimos años hemos tomado conciencia de esta enfermedad y ha habido un interés creciente en la comunidad médica en saber más. Si bien solía ser una enfermedad que no interesaba a nadie, esto ha cambiado radicalmente con la aparición de nuevos medicamentos y con toda una serie de trabajos realizados en América y en Europa", concluyó el doctor Zárate.