Por Amy Norton
NUEVA YORK (Reuters Health) - Un estudio sugiere que el uso de láminas de colores especiales en los materiales de lectura no mejoraría rápidamente la capacidad lectora de los niños con una enfermedad discutida, el síndrome Irlen.
Este trastorno se les diagnostica a algunos niños y adultos con problemas para leer, aunque ese no es el único signo. Otros son la sensibilidad a la luz, las distorsiones visuales, el dolor de cabeza, los problemas de concentración y atención y la percepción de la profundidad.
Algunos expertos aseguran que casi la mitad de las personas con dislexia u otros trastornos del aprendizaje tuviera el síndrome Irlen y podría beneficiarse con el tratamiento disponible: el uso de láminas de colores, o láminas plásticas, sobre una página impresa.
El síndrome sería la manifestación de un problema en la forma en la que el cerebro procesa la información visual y quienes lo padecen no percibirían bien la tinta negra sobre un fondo blanco. Las láminas de colores minimizarían las distorsiones visuales.
"El síndrome Irlen se estudió durante años, pero científicos y médicos no están convencidos de su existencia o si los síntomas que se le atribuyen se deberían a otros problemas de salud", dijo el doctor Stuart Ritchie, de la University of Edinburgh, en el Reino Unido, y autor principal del estudio.
Para la investigación publicada en la revista Pediatrics, el equipo de Ritchie le pidió a un experto certificado en el uso del método Irlen de diagnóstico, que evaluara a 61 alumnos con problemas de lectura. El 77 por ciento del grupo (47 niños) tenían el síndrome Irlen, según el diagnóstico especializado.
Otro día, los niños rindieron un examen de lectura bajo tres condiciones: con la lámina Irlen recetada; con una lámina de otro color, o con una lámina plástica transparente.
Para reducir la probabilidad del "efecto placebo", a los niños no se les comentó el diagnóstico ni cuál era el color de lámina recetado. El tipo de lámina no influyó en los resultados de las pruebas.
Un hallazgo interesante, según consideró Ritchie, es que dos niños conocían el color que debían utilizar (los padres consultaron en un centro especializado en Irlen después de la evaluación en el estudio, pero antes de los test de lectura. De modo que cuando los niños hicieron los exámenes ya habían utilizado las láminas durante "algunos días").
Esos niños, "fueron los únicos participantes que obtuvieron beneficios significativos con el uso de las láminas, lo que sugiere que el tratamiento incluye un gran efecto de la expectativa".
Pero Helen Irlen, psicóloga y terapista educativa que le dio nombre al síndrome, criticó el método de estudio utilizado y señaló que se concentró sólo en los efectos inmediatos en la lectura.
"A los pacientes no les decimos 'Tiene problemas de lectura, así que le vamos a dar una lámina para que pueda leer bien'", dijo la directora del Instituto Irlen, de Long Beach, en California.
"Nadie espera obtener un efecto inmediato. Las láminas no van a convertir un mal lector en uno bueno de la noche a la mañana", agregó. En cambio, explicó que están diseñadas para reducir los problemas de percepción que les impiden a los niños desarrollar buenas habilidades de lectura.
Irlen comentó que otra limitación del estudio es que el 54 por ciento de los participantes con el síndrome diagnosticado no había pasado el test oftalmológico básico, por lo que no se le habían corregido los problemas visuales (con anteojos o lentes de contacto) antes del test de lectura.
FUENTE: Pediatrics, online 19 de septiembre del 2011