Por Kerry Grens
NUEVA YORK (Reuters Health) - Tras combinar los resultados de 17 estudios sobre depresión y accidente cerebrovascular (ACV), un equipo halló que las personas con depresión en algún momento de la vida eran un tercio más propensas que el resto a sufrir un ACV.
El análisis "parece muy convincente", dijo Maria Glymour, profesora de la Escuela de Salud Pública de Harvard que no participó del estudio. Lo que no se sabe, según indicó, es si la depresión causa el aumento del riesgo o si ambas enfermedades comparten las causas.
Uno de sus estudios formó parte de la nueva investigación del equipo de Li-Qiang Qin, de la Universidad de Soochow, en China. El equipo reunió datos de 17 estudios sobre un total de más de 200.000 participantes sin un ACV al inicio de las investigaciones, que duraron entre tres y 29 años.
Dos estudios habían hallado una relación entre la depresión y una disminución del riesgo de tener un ACV, mientras que otros dos estudios casi no habían hallado diferencias entre los participantes con y sin la alteración del estado anímico.
Los 13 estudios restantes habían demostrado un aumento del riesgo de tener un ACV en las personas con depresión y cuando el equipo combinó los 17 estudios halló que el riesgo de tener un infarto cerebral era un 34 por ciento más alto en el grupo con depresión.
El ACV es la tercera causa de muerte en Estados Unidos. Cada año, unos 800.000 estadounidenses (o 26 de cada 10.000) sufren un ACV, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por su sigla en inglés). Un 34 por ciento de aumento de la cantidad de infartos cerebrales elevaría esa cifra a 35 de cada 10.000.
Un estudio publicado este año, en el que se revisaron 28 proyectos de investigación sobre el ACV y la depresión, también identificó ese aumento del riesgo de tener el infarto en las personas deprimidas.
Ningún estudio determinó una relación causa-efecto entre ambas enfermedades y Glymour opina que la asociación observada podría explicarse mediante las conductas no saludables.
"Por ejemplo, sabemos que la depresión altera las conductas que favorecen el aumento del riesgo de tener un ACV, como la alimentación, la actividad física y el cumplimiento del consejo médico", dijo Glymour.
"Esas conductas demandan cierta cantidad de energía y estar deprimido alteraría la capacidad de ejecutarlas", añadió.
Los autores señalan también que la depresión está asociada con la aparición de diabetes e hipertensión, que son dos factores de riesgo del ACV. Glymour consideró importante determinar si el tratamiento de los síntomas de la depresión reduciría el riesgo de tener un ACV.
FUENTE: Stroke, online 20 de octubre del 2011