Por Gene Emery
NUEVA YORK (Reuters Health) - El cáncer puede ser fatal, pero recibir el diagnóstico, también.
Un equipo que examinó información de 6,1 millones de suecos entre 1991 y el 2006 concluyó que cuando se le diagnostica cáncer, una persona corre 12 veces más riesgo de intentar suicidarse durante la semana siguiente y casi seis veces más riesgo de morir por un infarto inmediatamente después de recibir la mala noticia.
Y esto afecta tanto a los hombres como a las mujeres, y las personas con los tumores más difíciles de curar son el grupo de más riesgo.
Aun así, el equipo aclara que el riesgo estadístico es aún mayor que el peligro real personal. Entre los 534.154 participantes con cáncer, 29 se suicidaron en la primera semana.
"La incidencia es baja", dijo la coautora, doctora Unnur Valdimarsdottir, de la Universidad de Islandia.
"Pero nadie esperaría ver más de dos o tres" suicidios en ese período en la población general. "Hay una ventana de oportunidad crítica que, esperamos, le dé a las autoridades de salud pública una oportunidad para intervenir", agregó.
El estudio publicado en New England Journal of Medicine es distinto a los anteriores porque indagó el riesgo de muerte inmediatamente después de recibir el diagnóstico de cáncer.
Fue parte de un esfuerzo para explorar si los tratamientos oncológicos o la carga de vivir con un tumor explicarían los resultados de los estudios previos.
"Estoy segura de que todos esos mecanismos existen. Pero nadie había sabía realmente que podría ser por el estrés del diagnóstico", dijo Valdimarsdottir.
De los 14.070 suicidios registrados, 786 estaban dentro del grupo que había recibido un diagnóstico de cáncer: 29 habían recibido el diagnóstico hacía una semana, lo que se traduce en 2,5 por cada 1.000 personas por año o en un riesgo 12,6 veces mayor al habitual.
Durante las primeras 12 semanas, ese riesgo disminuyó a 4,8 veces. En el primer año, el riesgo de suicidarse se mantuvo tres veces más alto que en la población sin cáncer diagnosticado.
"La incidencia del suicidio fue mayor en los pacientes con trastornos psiquiátricos o cardiovasculares preexistentes, sin importar si el diagnóstico de cáncer había sido reciente o no. De todos modos, el riesgo relativo de suicidio después de recibir el diagnóstico fue mayor en los pacientes sin esas enfermedades coexistentes que en aquellos con esos trastornos", escribieron los autores.
También hallaron que los tumores más difíciles de tratar causaron las tasas más altas de suicidio.
En las 12 semanas posteriores al diagnóstico, la tasa fue 12,3 veces más alta que en el resto de la población entre los pacientes con cáncer pulmonar y 16 veces más alta que lo habitual en las personas con cáncer de esófago, hígado o páncreas.
En cambio, los cánceres de la piel y la sangre no estuvieron asociados con un aumento significativo del suicidio en los tres primeros meses después del diagnóstico.
Entre las 592.135 muertes por causas cardiovasculares, 48.991 fueron en pacientes con cáncer: 1.318 de ellos fallecieron en la semana posterior al diagnóstico, con un riesgo 5,6 veces por encima de lo habitual.
"Estos son los efectos más importantes del diagnóstico de cáncer. Disminuyen rápidamente recién a partir del mes del diagnóstico", dijo Valdimarsdottir.
El único tipo de cáncer que no aumentó el riesgo de muerte cardíaca fue el de cáncer de piel.
El equipo no pudo determinar el día en el que cada paciente había recibido el diagnóstico de cáncer. En su lugar debió utilizar la fecha de registro del resultado patológico sospechoso. Seguramente, habrán pasado algunos días antes de transmitir la noticia.
"Si hubiésemos tenido la fecha de comunicación del diagnóstico, el riesgo relativo habría sido aun mayor", aseguró Valdimarsdottir. "Nuestros resultados muestran la punta del iceberg porque elegimos estudiar los resultados más graves que se podrían esperar en ese breve período", aclaró.
FUENTE: New England Journal of Medicine, 5 de abril del 2012