En un informe que aparece en la edición del 16 de abril de la revista Circulation, investigadores japoneses dijeron que un estudio de diez años ha mostrado que el stent biodegradable Igaki-Tamai, fabricado con un material basado en la fécula de maíz, se disuelve en la pared arterial, sin dejar material foráneo permanente en una arteria y reduciendo la ocurrencia de un coágulo sanguíneo dentro del dilatador.
Según el estudio, las tasas de supervivencia por todas las causas fueron de 87 por ciento, y las tasas de complicaciones importantes relacionadas con el corazón fueron similares a las observadas con los dilatadores de metal.
Los stents distan mucho de ser a prueba de fallos. Pueden ocurrir, y ocurren, nuevos bloqueos. Los científicos han intentado desarrollar nuevos dilatadores, entre ellos algunos recubiertos con fármacos anticoagulantes. Los dilatadores de metal, a veces recubiertos con medicamentos, permanecen dentro del organismo, donde pueden volver a sufrir coágulos.
El stent Igaki-Tamai, desarrollado por Kyoto Medical Planning Co., se usa en nueve países europeos y en Turquía para tratar la enfermedad arterial periférica, o sea las arterias bloqueadas en las piernas. No se usa en ningún país para tratar las arterias cardiacas bloqueadas.
El autor del estudio, el Dr. Kunihiko Kosuga, director de cardiología del Centro Médico Shiga para Adultos en la ciudad de Moriyama, predijo en un comunicado de prensa de la revista que "los dilatadores completamente biodegradables podrían ocupar una posición importante en la próxima generación de dispositivos coronarios".
En el estudio, 50 personas recibieron 84 dilatadores Igaki-Tamai entre septiembre de 1998 y abril de 2000. Los investigadores informan que 98 por ciento de los pacientes que recibieron el dilatador evitaron la muerte relacionada con el corazón durante el periodo del estudio de diez años. La mitad de los individuos experimentaron complicaciones importantes relacionadas con el corazón, lo que concuerda con los estudios sobre dilatadores de metal. El dilatador se absorbió completamente en tres años.
"Hay un riesgo de ataque cardiaco si un stent no se incorpora en la pared del vaso sanguíneo", explicó el Dr. Barry Kaplan, vicepresidente de cardiología del Hospital de la Universidad de North Shore en Manhasset, Nueva York, y del Centro Médico Judío de Long Island, en New Hyde Park, Nueva York. Una vez el dilatador de metal se absorbe, el riesgo debería, teóricamente, reducirse o desaparecer. El problema es que los dilatadores de metal no siempre se absorben. En teoría, los dilatadores biodegradables se deben absorber.
"La panacea sería un stent biodegradable que liberara fármacos, en que el medicamento se libere en la pared del vaso antes de que el dilatador sea absorbido", planteó. "Esto reduciría la tasa de reestenosis o rebloqueo, al mismo tiempo que elimina el riesgo de ataques cardiacos o coágulos sanguíneos", apuntó Kaplan. "Desde un punto de vista técnico, este dilatador en particular provee un riesgo similar a un dilatador de metal solo".
El nuevo estudio "nos ayuda a sentirnos más cómodos de que se trata de una buena línea de investigación a seguir, y que no hay una preocupación especial sobre aspectos oscuros ocultos con este dilatador biodegradable", añadió el Dr. Kirk Garratt, director clínico de investigación cardiovascular intervencional del Hospital Lenox Hill, en la ciudad de Nueva York.
FUENTES: Kirk Garratt, M.D., clinical director of interventional cardiovascular research, Lenox Hill Hospital, New York City; Barry Kaplan, M.D., vice chairman of cardiology, North Shore University Hospital and Long Island Jewish Medical Center, New Hyde Park, N.Y.; April 16, 2012, Circulation