En lo que los investigadores afirman que es el estudio más grande sobre el tema a la fecha, los adultos que consumían cantidades más altas de productos lácteos bajos en grasa también tenían un riesgo a largo plazo de accidente cerebrovascular (ACV) algo menor.
En el estudio participaron casi 75,000 adultos suecos a quienes se dio seguimiento durante un promedio de diez años tras completar una encuesta alimentaria.
Los que consumían las versiones bajas en grasa de productos como la leche, el yogurt o el queso tenían un riesgo 12 por ciento más bajo de ACV que aquellos cuyas dietas normalmente incluían versiones ricas en grasa o con toda la grasa de los lácteos.
"Creo que este hallazgo ciertamente tiene sentido", aseguró Lona Sandon, dietista y profesora asistente de nutrición clínica del Centro Médico de la Universidad de Texas Southwestern, en Dallas. "Cuando se consume más lácteos ricos en grasa se tiene más grasa saturada, que se sabe es uno de los tipos de grasa que pueden afectar los niveles de colesterol LDL o 'malo'. Y comer grasas saturadas lleva al taponamiento de las arterias del corazón y del cerebro. Así que es más probable que coágulos se desprendan y provoquen algo como un ACV isquémico".
Sin embargo, "cuando se observa algo como el riesgo de ACV realmente es deseable observar todo el plan dietario del individuo", enfatizó Sandon, quien no participó en el estudio. "Pero ciertamente es plausible que los lácteos con toda la grasa aumenten el riesgo que ya existe".
Un equipo de investigadores liderados por Susanna Larsson, de la división de epidemiología nutricional del Instituto Nacional de Medicina Ambiental del Instituto Karolinska, en Estocolmo, reportó los hallazgos el 19 de abril en la revista Stroke.
Los autores del estudio señalaron que en Estados Unidos, alrededor de un tercio de todos los hombres y mujeres adultos a partir de los 18 años tienen hipertensión, que describieron como "un importante factor de riesgo controlable" del accidente cerebrovascular. Aún así, añadieron, apenas alrededor de la mitad de los estadounidenses afectados tienen su presión arterial bajo control.
Teniendo esto en cuenta, hace mucho que los expertos proclaman los beneficios de la dieta DASH (por la sigla en inglés de métodos dietéticos para detener la hipertensión), con su énfasis en el consumo de lácteos bajos en grasa.
En 1997, el equipo sueco administró cuatro encuestas alimentarias a casi 75,000 hombres y mujeres de 45 a 83 años de edad, ninguno de los cuales tenía antecedentes de enfermedad cardiaca ni cáncer.
A partir de ese momento, se monitorizó la incidencia de ACV entre los participantes del estudio vía datos recolectados por el Registro de Altas Hospitalarias de Suecia.
En el transcurso de alrededor de una década, ocurrieron casi 4,100 ACV, anotaron los autores. Las personas que se ciñeron a productos lácteos bajos en grasa parecían tener un riesgo de ACV algo más bajo. El estudio solo pudo hallar una asociación entre comer productos lácteos bajos en grasa y unas probabilidades menores de ACV, pero no pudo probar causa y efecto.
Los investigadores suecos hicieron un llamado por más estudios grandes que examinen la asociación aparente, al mismo tiempo que sugirieron que, si se sostiene bajo un escrutinio posterior, el hallazgo podría tener amplias implicaciones de salud pública.
El equipo de Larsson anotó que cuando se trata del consumo de lácteos, la dieta norteamericana típica se parece mucho a la de los europeos del norte, así que una instantánea de las dietas suecas y el riesgo de ACV podría ser relevante para una población de EE. UU.
"La moraleja es que si uno consume más grasa cada día, independientemente de dónde provenga, esto aumentará el riesgo de ateroesclerosis [endurecimiento de las arterias], y por tanto el riesgo de ACV", advirtió Sandon. "Y esto es lo que subyace a las Directrices Dietéticas para los Estadounidenses del USDA, que recomiendan que se consuman tres porciones diarias de lácteos, para poder obtener suficiente calcio y potasio, pero al mismo tiempo asegurar que las porciones sean bajas en grasa".
El estudio de Larsson fue financiado por el Consejo Sueco de Investigación sobre la Vida Laboral y Social, y el Consejo de Investigación de Suecia.
FUENTES: Lona Sandon, R.D., dietician and assistant professor of clinical nutrition, University of Texas Southwestern Medical Center at Dallas; April 19, 2012, Stroke