Por Nora Bär
Un nuevo diagnóstico sobre la dieta de los argentinos ofrece un bocado difícil de tragar: según esta radiografía alimentaria, en la mesa local reina la monotonía, sobran los azúcares agregados y las grasas saturadas, y hay una falta notoria de frutas, verduras y legumbres. El balance final arroja otro trago amargo: una de cada tres calorías que ingerimos es de baja calidad.
El estudio se presentó ayer en la jornada inaugural del XV Congreso Latinoamericano y XI Congreso Argentino de Nutricionistas, que hasta mañana reúne en Rosario a 2000 profesionales, y confirma los indicios que arrojaba una investigación previa de la Escuela de Nutrición de la UBA.
Foto: Archivo A ésta, realizada en 2010, se le sumaron dos nuevos trabajos: un análisis cualitativo y cuantitativo de los principales excesos y déficits en el patrón alimentario de 700 escolares de municipios del Gran Buenos Aires, y otro que tomó datos de las hojas de balance de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), e información de consumo del Ministerio de Economía y de cámaras empresarias.
"Consumimos básicamente tres familias de productos: trigo, azúcar y carne (que acaparan el 60% de las calorías totales). Además, nuestros platos tienen un gran déficit de hortalizas, frutas, lácteos descremados, legumbres y cereales en sus formas más nobles (pastas, arroces) -explica el licenciado Sergio Britos, secretario científico del Congreso y autor de Hacia una alimentación saludable en la mesa de los argentinos , junto con Agustina Saraví, Nuria Chichizola y Fernando Vilella. Todos ellos integran el Programa de Buenas Prácticas Nutricionales de la Facultad de Agronomía de la UBA y de la Escuela de Nutrición de la misma universidad."
Se consideran calorías de baja calidad las que un determinado alimento contiene en exceso cuando se lo compara con un producto equivalente, de su mismo grupo, pero de alta densidad de nutrientes. "Es conocido que las gaseosas azucaradas, los postres y las facturas tienen calorías no nutritivas, pero también las aportan alimentos tradicionalmente identificados como saludables, como los cortes de carne con mucha grasa -detalla Britos-. Aunque no todas las calorías de la dieta tienen que ser de buena calidad (un alfajor se puede comer de vez en cuando), en una dieta sana las de baja calidad nutricional no tienen que sumar más del 15% del total. Nosotros consumimos más del doble."
Los 1000 días de oportunidad
En los primeros dos años se juega mucho del futuro de un individuo.
En materia de alimentación, no hay otro período tan importante para el futuro de un individuo como los primeros mil días de vida. "Son una ventana de oportunidad única en la que es posible promover un crecimiento adecuado y prevenir un aumento de peso riesgoso para más tarde", explica el doctor Esteban Carmuega, director de Cesni y coeditor, junto con Ricardo Uauy, profesor del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile, del volumen Crecimiento saludable. Entre la desnutrición y la obesidad en el Cono Sur, que también se presentó ayer en Rosario.
El trabajo reúne 30 ponencias sobre crecimiento temprano y analiza las estrategias más efectivas para combatir el retraso del crecimiento, y fomentar el desarrollo físico y cognitivo. "El retraso de crecimiento por causa nutricional se registra básicamente como consecuencia del déficit calórico-proteico o de micronutrientes en la alimentación", destaca Uauy en un comunicado sobre la obra que ayudó a producir el Instituto Danone.
A diferencia de lo que se creía hasta el momento, afirman los especialistas, ya no se trata de suministrar a los chicos más alimentos para eludir la desnutrición. Cuando un bebe aumenta excesivamente de peso puede terminar en una condena a la obesidad. Y a sus riesgos asociados de diabetes y enfermedades cardiovasculares.
"Un crecimiento óptimo no significa crecer ni de más ni de menos, sino lo apropiado para cada persona -subraya Carmuega-. Por cada 100 gramos de aumento de peso adicional al recomendado en los primeros cuatro meses crece más de 30% el riesgo de sobrepeso a los 7 años."
La obra también destaca que la talla es un indicador más importante que el peso en la salud futura del niño. "La longitud de un bebe al nacer predice su estatura en la adultez, y también permite vislumbrar su riesgo de diversas enfermedades -subrayan-. El problema no radica en ser alto o bajo, sino en la presencia de deficiencias nutricionales, que en estadios tempranos del desarrollo impiden crecer. Esto repercute en la salud, en la capacidad de aprender y en la productividad futuras."
En la Argentina, la última encuesta nacional de nutrición mostró una prevalencia del 8% de retraso de crecimiento por déficits nutricionales entre los menores de 5 años, pero las regiones más pobres del país arrojaron cifras cuatro veces más altas.