Por Megan Brooks
NUEVA YORK (Reuters Health) - Los pacientes con apnea obstructiva del sueño (AOS) leve obtienen grandes beneficios con la terapia por presión positiva continua de la vía aérea (CPAP, por su sigla en inglés): mejora el ánimo y el rendimiento, y reduce la somnolencia diurna. Un 28 por ciento de las personas con AOS leve a moderada padece somnolencia diurna, lo que altera el rendimiento diario.
La CPAP se usa en pacientes con AOS grave y se desconoce su efectividad en los casos leves a moderados, que son la mayoría de los pacientes. "Los pocos ensayos aleatorizados controlados sobre pacientes con AOS leve dieron resultados contradictorios; en especial por las limitaciones metodológicas", escribe en American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine el equipo de la doctora Terri E. Weaver, decana de la Facultad de Enfermería de University of Illinois, Chicago.
La doctora Maryann Deak, que no participó del estudio, lo consideró "importante porque analiza sistemáticamente la efectividad de la CPAP en la somnolencia diurna y el rendimiento subjetivos durante el tratamiento de pacientes con AOS leve a moderada mediante un diseño aleatorizado versus placebo". "Este estudio aporta más pruebas que respaldan el uso de la CPAP en esa población", opinó Deak, directora médica de los Centros de Salud del Sueño de Beverly (Massachusetts), instructora clínica de la Facultad de Medicina de Harvard y profesora asociada del Hospital de Brigham y las Mujeres, Boston.
El equipo de Weaver reunió 239 pacientes con diagnóstico reciente de AOS leve (índice de apnea-hipoapnea entre 5 y <30 eventos/h) y somnolencia diurna (Escala de Epworth, >10). Al azar, les indicó recibir CPAP activo o placebo durante ocho semanas. Luego, se cruzaron los grupos para que recibieran el otro tratamiento durante ocho semanas. Para el equipo, la CPAP activa durante ocho semanas proporcionó una mejoría función significativa. La variación promedio, según el Cuestionario de Resultados Funcionales del Sueño (FOSQ, pos su nombre en inglés), fue de 0,89 en el grupo tratado con CPAP activo y de -0,06 en el grupo control (p=0,006). El efecto de la diferencia de la variación promedio fue de 0,41.
La mejoría promedio según el resultado total del FOSQ desde el principio hasta el final de etapa de cruce de tratamientos fue de 1,72 (p<0,00001) con un efecto "moderadamente grande" de 0,69. Para los autores, las diferencias en los resultados totales del FOSQ, la Escala de Epworth, los componentes físicos del cuestionario SF-36 y la evaluación del trastorno anímico total fueron "altamente significativas y clínicamente relevantes". Agregaron que "en todos los dominios de las subescalas del FOSQ se observaron mejorías significativamente sólidas" y que hubo pocos efectos adversos sin diferencias significativas entre el CPAP activo y placebo.
El equipo sostiene que la muestra utilizada "representa la edad habitual de aparición de la AOS y casi la misma incidencia según los géneros. El protocolo se diseñó para tener el efecto más bajo posible en la atención de rutina de los centros especializados; por lo tanto, los resultados son de gran validez en la práctica y aplicables a los resultados obtenidos con los pacientes tratados con CPAP en la mayoría de las clínicas del sueño". Aun así, el equipo aclara: "No logramos las seis horas de uso ni un aumento del uso nocturno deseados, como así tampoco la misma exposición a la intervención entre los grupos".
Sostiene que la somnolencia residual observada durante el estudio estaría asociada con una duración del uso del CPAP por debajo del nivel óptimo. Por otro lado, las cuatro horas promedio de uso de la CPAP en el estudio coincide con lo que ocurre en la vida real; por lo tanto, los resultados clínicos serían similares.
El Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre, la Fundación Respironics para la Investigación del Sueño y la Respiración, y Cephalon financiaron el estudio. Philips Respironics Inc., ProTech Services Inc. y Embla proporcionaron los equipos. Los autores no habían respondido las consultas hasta el cierre de este artículo.
FUENTE: American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine, online 26 de julio del 2012