Por Amy Norton
NUEVA YORK (Reuters Health) - Un estudio realizado en Australia demostró que los niños de jardín de infantes que de bebés habían ingerido suplementos con "bacterias buenas" eran igualmente propensos a desarrollar alergias que el resto de los chicos sin ese consumo.
Los resultados, publicados en Journal of Allergy and Clinical Immunology, se suman a hallazgos contradictorios sobre cómo los probióticos protegerían a los niños de las alergias.
Por ahora, la literatura señala que ciertos probióticos son útiles para algunos niños. Aun en esos casos, el beneficio es "muy leve", indicó la doctora Sonia Michail, gastroenteróloga pediátrica del Hospital de Niños de Los Ángeles, quien no participó del estudio.
Los 123 niños que reunió el equipo de Marie P. Jensen, de la Universidad de Australia Occidental, en Perth, habían participado de un ensayo clínico cuando eran bebés. Entonces, los autores habían asignado al azar a la mitad del grupo un suplemento con probiótico diario durante los primeros seis meses de vida. El resto de los niños habían ingerido un placebo.
Todos los bebés tenían alto riesgo de padecer alergias porque sus madres habían sido alérgicas. En estudios previos, los autores no habían identificado beneficios de los probióticos cuando los bebés tenían entre 1 y 2 años y medio.
El nuevo estudio no halló efecto alguno a los 5 años. El 44 por ciento de los 66 niños que habían recibido probióticos en la infancia desarrolló alguna alergia (nasal, alimentaria o asma), comparado con el 38 por ciento de los 57 niños que habían recibido placebo.
Los probióticos son microorganismos vivos, bacterias generalmente, que habitan los intestinos y se suelen agregar a ciertos alimentos, como yogures y leches fermentadas, o en suplementos.
En teoría, los probióticos podrían reducir el riesgo de padecer alergias si se utilizan en los primeros meses de vida al equilibrar los microbios intestinales y reforzar la función inmunológica.
Las alergias aparecen cuando el sistema inmunológico sobreactúa ante una sustancia benigna.
Uno de los probióticos más conocidos y utilizados es el Lactobacillus acidophilus, que es el que recibieron los niños del estudio.
Para Michail, los resultados sorprenden porque algunos estudios habían hallado que los probióticos reducen en algunos niños el riesgo a desarrollar eccema en el largo plazo.
Pero en esos estudios se habían utilizado otras cepas de bacterias amigables (el L. rhamnosus GG en uno y una mezcla de probióticos en otro) y también se les había administrado a sus madres un mes antes del parto. Un estudio había detectado beneficios sólo en los niños nacidos por cesárea.
"El intestino de un recién nacido está libre de bacterias y rápidamente se recubre de una gran cantidad de esos microorganismos conocidos como flora", explicó Michail.
Los bebés que nacen por cesárea no están expuestos a las bacterias en el canal de parto materno y estudios previos habían asociado el parto por cesárea con un aumento del riesgo de padecer alergia y asma.
Ese "perfil bacteriano diferenciado" de los bebés que nacen por cesárea "favorecería la aparición de las alergias", indicó Michail. Pero aun en los estudios positivos, los beneficios de los probióticos son limitados.
En Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos clasifica los probióticos como suplementos alimentarios. Eso significa que no deben demostrar su efectividad antes de llegar al mercado, pero no se pueden promocionar para el tratamiento o la prevención de enfermedades.
FUENTE: Journal of Allergy and Clinical Immunology, online 10 de septiembre del 2012