Por Gene y Emery
NUEVA YORK (Reuters Health) - El terremoto del 2011 en Fukushima, Japón, el más fuerte que se haya registrado en ese país, provocó un tsunami y un desastre en una planta nuclear con réplicas de otro tipo: un 70 por ciento de aumento de los paros cardíacos, en especial en los mayores de 75 años, como indica un estudio.
Estas consecuencias cardíacas se diseminaron por toda la población durante más de un mes, según publica el equipo en New England Journal of Medicine.
El terremoto de magnitud 9 ocurrió el 11 de marzo. El equipo del doctor Tetsuhisa Kitamura, de la Universidad de Osaka, se concentró en las tres prefecturas más afectadas (Iwate, Miyagi y Fukushima), donde murieron 15.814 personas, desaparecieron 2.664 personas y se refugiaron 448.922 personas.
Kitamura y su coautor, doctor Taku Iwami, del Servicio de Salud de la Universidad de Kyoto, comentan en un e-mail que la experiencia demuestra que el aumento no es una novedad. "Los terremotos son uno de los factores de riesgo conocidos de paro cardíaco y síndrome coronario agudo (infarto) -escriben-. Aun así, poco se sabe sobre ese efecto según la edad y el sexo, por lo que las diferencias halladas con este estudio aportan nueva información para la medicina de desastres".
El equipo revisó un registro de ambulancias para conocer los casos semanales de paro cardíaco fuera de los hospitales atendidos cuatro semanas antes y ocho semanas después de día 11 de marzo entre los años 2005 y el 2011.
En el período examinado, se habrían esperado 75 paros cardíacos por semana. Pero en la semana siguiente al terremoto, los casos aumentaron un 70 por ciento con respecto de los años anteriores. La cantidad creció un 48 por ciento la siguiente semana.
El riesgo disminuyó gradualmente: la tercera semana era un 47 por ciento más alto que en los años previos al terremoto, mientras que en la cuarta semana era un 26 por ciento más alto y la quinta semana, era un 25 por ciento más alto. A las seis semanas del desastre, la tasa de paros cardíacos había regresado al valor de los años previos, a pesar de dos réplicas de magnitud 7 o más el 7 y 11 de abril.
Pero los efectos diferían. Los mayores de 75 tenían mucho más riesgo que los jóvenes, quizás por los factores de riesgo asociados con la edad. En los mayores, la tasa de paro creció un 53 por ciento durante las dos primeras semanas después del primer movimiento sísmico y un 68 por ciento la semana después de dos réplicas. Hasta en la octava semana posterior al terremoto, la cantidad se mantenía un 51 por ciento más alta que lo anticipado.
En las adultas mayores, el aumento del riesgo fue aún mayor: un 92 por ciento a la semana del terremoto y un 72 por ciento dos semanas después, seguido de una reducción gradual. "El riesgo de padecer un paro cardíaco fuera del hospital no aumentó significativamente en los hombres de entre 18 y 74 años -escribe el equipo de Kitamura-, pero sí lo hizo en las mujeres del mismo rango etario durante las dos semanas posteriores al terremoto".
En esas mujeres más jóvenes, en las que el riesgo cardiovascular suele ser bajo, la tasa de paro cardíaco casi se cuadruplicó en la semana posterior al terremoto y se triplicó en la segunda semana, antes de normalizarse.
El doctor Anand Irimpen, del Instituto Cardíaco y Vascular de la Facultad de Medicina de Tulane University, Nueva Orleans, y que no participó del estudio pero estudió la frecuencia de los infartos después del huracán Katrina que devastó a Nueva Orleans en el 2005, aseguró que los efectos de este tipo de desastres pueden durar. Con su equipo halló que los infartos de triplicaron en la población los dos años posteriores a la tormenta de categoría 5.
"El regreso y el estrés de la reconstrucción" tendría un papel clave en ese efecto. "La falta de medicación podría ser un factor que contribuye con ese aumento del riesgo de tener un infarto en personas diabéticas o hipertensas", dijo Irimpen, que también es jefe de cardiología del Sistema de Salud de los Veteranos del sudeste de Louisiana.
FUENTE: New England Journal of Medicine