Por Andrew Seaman
Un equipo que analizó información de más de 3.500 personas con alto riesgo de padecer enfermedad cardíaca descubrió que la dieta mediterránea reduce en un 30 por ciento la posibilidad de desarrollar diabetes respecto a la dieta reducida en grasas.
"Estudios aleatorizados habían demostrado que las intervenciones para mejorar el estilo de vida que promueven la pérdida de peso reducen la incidencia de la diabetes tipo 2, pero nunca se había estudiado si los cambios alimentarios sin que se modifique el consumo de calorías o el aumento de la actividad física también previenen la diabetes", dijo por correo electrónico el autor principal del estadio, Jordi Salas-Salvado, director del Departamento de Nutrición del Hospital de Sant Joan de Reus, en Tarragona, España.
La dieta mediterránea es rica en verduras, fibra, legumbres, pescado y grasa no saturada de origen vegetal, en especial, el aceite de oliva y los frutos secos. La dieta incluye poca carne roja y lácteos ricos en grasas, que son las dos fuentes principales de grasa saturada.
Además de beneficiar a las personas con enfermedades cardíacas, la dieta mediterránea aporta sustancias que reducen la inflamación sistémica y tendría algún efecto en la diabetes.
En Annals of Internal Medicine, el equipo publica los resultados de un análisis elaborado de acuerdo a datos de un ensayo clínico previo en el que se había comparado la efectividad de la dieta mediterránea respecto a la dieta reducida en grasas.
Entre 2003 y 2009, el estudio investigó a 3.541 españoles de entre 55 y 80 años, ninguno de los cuales era diabético, pero todos tenían tres o más factores de riesgo cardíaco, como el tabaquismo, el sobrepeso y el colesterol elevado.
Al azar, los participantes del estudio realizaron uno de tres planes alimentarios: una dieta mediterránea, cuya fuente principal de grasa no saturada era el aceite de oliva extra virgen; una dieta mediterránea rica en frutos secos mixtos como fuentes principales de grasa no saturada, y una dieta reducida en consumo de todo tipo de grasa.
Sin embargo, ninguna dieta les exigía a los participantes reducir la cantidad de calorías o aumentar el nivel de ejercicio.
En cuatro años, 273 participantes desarrollaron diabetes: un 6,9 por ciento del grupo tratado con la primera versión de la dieta mediterránea, mientras que un 7,4 por ciento del grupo desarrolló la enfermedad tras ser tratados con la segunda versión de la dieta mediterránea.
Finalmente, un 8,8 por ciento del grupo desarrolló el mal tras ser tratado con la dieta reducida en grasas.
Para los autores, esa diferencia de casos de diabetes entre los grupos tratados con la dieta mediterránea podría atribuirse al azar, ya que no pudieron explicar por qué los frutos secos y el aceite de oliva no aportaron los mismos beneficios.
FUENTE: Annals of Internal Medicine
A personas con factores de riesgo cardíaco
La dieta mediterránea protege de la diabetes
Reduce en un 30 por ciento la posibilidad de desarrollar diabetes.