El aporte de sodio proveniente del agua, ya sean de red o envasadas, es poco relevante dentro de una alimentación variada. Además la sal aportada por estas aguas no es en su mayoría cloruro de sodio (responsable del aumento de la presión arterial) sino otras sales como el bicarbonato y sulfato, con un efecto cuanto menos neutro, y quizás inverso, reduciendo la presión arterial.
Aguas con diferentes contenidos de sodio
El consumo habitualmente abusivo de cloruro de sodio tiene un rol central en el desarrollo y mantenimiento de la hipertensión arterial. Esto es un hecho epidemiológico muy relevante, teniendo en cuenta que el elevado consumo actual de cloruro de sodio por la enorme mayoría de los seres humanos -que es varias veces superior a las necesidades vitales-, está asociada con una carga mayor de hipertensión arterial y de enfermedades cardiovasculares.
Las aguas naturales son una fuente de aporte de sales, especialmente de bicarbonato de sodio, como también sales de calcio y magnesio entre otras. Los aportes de estos minerales con las aguas varían de acuerdo al origen y composición de las mismas. El sodio aportado por las aguas naturales se encuentra mayoritariamente formando sales con bicarbonato y no con cloruro. Asimismo, estas aguas aportan otros minerales, de los cuales calcio, magnesio y potasio son los más importantes. Sobre estos últimos la información referida a la evaluación de sus efectos sobre la presión arterial y la enfermedad cardiovascular, parece confirmar que sus efectos no son considerados perjudiciales a las concentraciones y cantidades que suelen ser ingeridos, sino por el contrario podrían generar beneficios sobre la salud y el riesgo cardiovascular.
En cuanto a la magnitud relativa del sodio en estas aguas, es porcentualmente baja cuando se lo compara con lo que habitualmente se ingiere con el resto de los alimentos. Precisamente, la cantidad máxima de sodio aportada por estas aguas es menos del 10% del consumo máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud. Esto implica entonces que el aporte de sodio proveniente del agua es poco relevante dentro de una alimentación variada, teniendo en cuenta además que la mayor parte del mismo no es cloruro de sodio, sino otras sales como bicarbonato y sulfato de sodio, con un efecto diferente sobre la presión arterial.
Asimismo, los contenidos de minerales de las aguas reportados en las etiquetas de los productos es en mg por litro, y no en mg cada 200 ml como se expresan las concentraciones en el resto de bebidas y alimentos envasados, según el código alimentario nacional. Esto puede generar algunas confusiones, incluso en algunos profesionales.
La importancia sobre la presión arterial de los distintos aniones que acompañan al sodio
Los principales aniones que acompañan al sodio en las aguas de consumo son el bicarbonato, sulfato y cloruro. Las aguas naturales que se originan en manantiales, carbonatadas o no, suelen contener cantidades variables de sodio, acompañadas esencialmente por los aniones bicarbonato y sulfato.
Existe bastante evidencia sobre que el efecto en la presión arterial que tienen las sales de sodio parece depender esencialmente del anión acompañante. Según diferentes estudios, los efectos sobre la presión arterial resultaron ser diferentes de acuerdo a que los aniones acompañantes del sodio fuesen el cloro o el bicarbonato.
Existen evidencias que indican que la responsabilidad principal parece depender del cloruro que acompaña al sodio o la sal en sí misma, y no el sodio en forma aislada o formando parte de otras sales como el bicarbonato de sodio. Es así que se comprobó que el aporte de cloruro produce aumento de la presión arterial y también del número de eventos vasculares.
Sin embargo, el efecto del bicarbonato de sodio sobre la presión arterial es diferente del provisto por cantidades equivalentes de cloruro sódico. En efecto, contrariamente, el aporte de bicarbonato de sodio, en comparación con cantidades iguales de sodio aportadas como cloruro, produce descenso de la presión arterial y disminución del riesgo cardiovascular. Y tal como se mencionó, el sodio aportado por las aguas naturales se encuentra mayoritariamente formando sales con bicarbonato y no con cloruro.
Sin lugar a dudas, el agua es el medio más adecuado para la hidratación del ser humano, indispensable para preservar la salud. El agua está libre de calorías, y con las ingestas habituales, el aporte de sodio no parece ser de una magnitud suficiente para provocar el desarrollo de enfermedad cardiovascular ni hipertensión arterial. Asimismo, el consumo de agua puede prevenir la ingesta excesiva de bebidas alcohólicas o azucaradas, claramente más perjudiciales. El sabor agradable y composición adecuada del agua facilita su consumo, lo que contribuye a preservar y favorecer la salud humana.