Los niños podrían enfrentarse a dificultades cuando sus padres se divorcian, y sus problemas con frecuencia incluyen un aumento excesivo de peso, sugiere una investigación reciente.
Los chicos son particularmente propensos al exceso de peso tras un divorcio, según un estudio con 3,000 alumnos de tercer curso en Noruega.
Esos chicos tenían un 63 por ciento más de probabilidades de tener sobrepeso o ser obesos que los chicos cuyos padres permanecieron casados, hallaron los investigadores. También tenían un 104 por ciento más de probabilidades de tener obesidad abdominal.
"Saber qué factores se asocian con el sobrepeso y la obesidad infantiles es esencial, y es el primer paso para poder prevenirlos", dijo la investigadora líder Anna Biehl, del Instituto Noruego de Salud Pública, en Oslo.
Los investigadores advirtieron que hallaron una asociación entre el divorcio y el aumento de peso, pero no pueden afirmar que el divorcio sea la causa. Tampoco pudieron tomar en cuenta cuánto tiempo habían estado divorciados los padres, ni factores del estilo de vida como la dieta y el ejercicio.
El divorcio y la obesidad infantil son cada vez más comunes en los países desarrollados. En Estados Unidos, la obesidad infantil se ha duplicado y se ha cuadruplicado entre los adolescentes en los últimos treinta años, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. Los niños que son obesos están en un mayor riesgo de problemas de salud graves como la diabetes y las enfermedades cardiacas a medida que su edad aumenta.
Desde una menor supervisión en casa hasta el estrés familiar, los expertos señalan que hay muchos motivos posibles para que los niños de familias divorciadas puedan aumentar de peso.
"A veces las familias divorciadas adoptan conductas mal adaptativas para afrontar la situación, y parte de eso puede ser comer de forma emocional o reducir la actividad", apuntó Sara Rivero-Conil, psicóloga infantil del Hospital Pediátrico de Miami, quien no participó en el estudio.
Los padres solteros podrían sentir que tienen demasiado poco tiempo como para cocinar comidas nutritivas. "Algunos podrían recurrir a alimentos malsanos porque son más rápidos [de preparar]", comentó. "O un padre que tiene a los niños para el fin de semana quizá desee complacerlos".
Los chicos podrían tener un estrés adicional al intentar asumir el rol del "hombre de la casa", añadió. "Lo vemos cuando la mamá tiene la custodia completa o compartida", dijo Rivero-Conil.
Resulta útil mantener una rutina normal durante y después de un divorcio, así como mantener un ambiente saludable, lo que incluye la dieta y el ejercicio, apuntó Rivero-Conil.
Además, si comen juntos, es menos probable que los niños sean obesos, apuntó. "Saque esos 30 minutos para desayunar o cenar con sus hijos, para mostrarle cómo se come de forma saludable", añadió.
El Dr. David Katz, director del Centro de Investigación en Prevención de la Universidad de Yale en New Haven, Connecticut, cree que el riesgo de aumentar de peso tras un divorcio es otra pieza de la epidemia de obesidad.
"Para la mayoría de personas que viven en el mundo moderno, tanto adultos como niños, engordar es fácil, y mantenerse delgado es difícil", aseguró Katz.
El divorcio podría hacer que aumentar de peso sea incluso más fácil, sobre todo para los chicos, comentó.
"El divorcio podría reducir las horas de supervisión de parte de los padres", señaló Katz. "Podría introducir un estrés severo. Podría resultar en dificultades financieras. Podría distraer la atención de la salud y las opciones alimenticias. Podría invitar a que se coma más de forma emocional, tanto los adultos afectados como los niños. Esos son apenas algunos de los mecanismos probables".
El divorcio probablemente complique unas vulnerabilidades cada vez más generalizadas a la obesidad, comentó.
"Quizá se amerite una atención específica sobre los mecanismos del aumento de peso tras el divorcio, de forma que los afectados se vean empoderados para resistirse", planteó Katz.
"Pero probablemente el trabajo que se necesita para revertir la pandemia de obesidad en general sea más importante, al empoderar a las familias para que coman bien y sean activas de forma rutinaria", añadió.
Para el estudio, que aparece en la edición en línea del 4 de junio de la revista BMJ Open, el equipo de Biehl recolectó datos sobre niños de ambos sexos de 127 escuelas de Noruega. Esos niños de 8 y 9 años de edad participaron en el Estudio noruego de crecimiento infantil de 2010.
Los investigadores hallaron que el 19 por ciento de los niños tenían sobrepeso o eran obesos, y casi el 9 por ciento tenían obesidad abdominal.
En general, los niños de padres divorciados tenían un 54 por ciento más de probabilidades de tener sobrepeso o ser obesos, y un 89 por ciento más de probabilidades de tener obesidad abdominal, en comparación con los niños cuyos padres permanecieron casados, halló el estudio.
La diferencia fue particularmente aparente entre los chicos. Se observó un patrón de peso similar en las hijas de divorciados, pero los investigadores dijeron que no fue estadísticamente significativa.
FUENTES: Anna Biehl, Ph.D., division of epidemiology, Norwegian Institute of Public Health, Oslo, Norway; David Katz, M.D., M.P.H., director, Yale University Prevention Research Center, New Haven, Conn.; Sara Rivero-Conil, Psy.D., child psychologist, Miami Children's Hospital; June 4, 2014, BMJ Open
Estrategias de afrontamiento
El riesgo de obesidad en niños aumenta con el divorcio de sus padres
El estrés y las estrategias malsanas de afrontamiento podrían tener la culpa, señalan unos expertos.
Fuente: Medlineplus