Tomar unos fármacos contra la osteoporosis conocidos como bifosfonatos para ayudar a prevenir las fracturas podría conllevar un riesgo leve de unas fracturas inusuales en el hueso de la cadera, informan unos investigadores suecos.
Entre los que tomaron bifosfonatos durante cuatro a cinco años, el llamado "riesgo relativo" fue 100 veces más alto que entre las personas que no usaron los fármacos. Pero los investigadores explicaron que el riesgo absoluto de tener una fractura de ese tipo era pequeño, y afectaría a apenas una de cada mil personas.
"Si se tiene osteoporosis, el beneficio de los bifosfonatos supera el riesgo durante los primeros años de tratamiento. Pero si no se tiene osteoporosis, sino solo una reducción moderada en la densidad ósea, es probable que el beneficio sea inferior al riesgo", comentó el investigador líder, el Dr. Per Aspenberg, profesor de cirugía ortopédica de la Universidad de Linkoping, en Suecia.
Sin embargo, unos expertos de EE. UU. afirman que los bifosfonatos siguen teniendo un rol esencial en la prevención de las fracturas normales de los huesos.
"Los beneficios de los bifosfonatos superan por mucho el riesgo para las mujeres y los hombres con osteoporosis o con un riesgo algo de fractura", apuntó el Dr. Steven Cummings, profesor emérito del departamento de medicina de la Universidad de California, en San Francisco.
Desafortunadamente, desde que surgieron informes sobre los casos raros de fracturas atípicas en el hueso de la cadera, las recetas para los tratamientos de la osteoporosis se han reducido en más o menos un 50 por ciento en apenas cinco años, añadió.
"Eso significa que han ocurrido docenas de miles de fracturas que se hubieran prevenido con la terapia de bifosfonatos, para evitar unas pocas fracturas atípicas", señaló Cummings.
Aspenberg anotó que su estudio halló que el riesgo de fracturas atípicas se reduce con rapidez después de que se detiene el uso de bifosfonatos, aunque el fármaco permanece en el hueso durante años.
"Ahora sabemos qué tanto aumenta el riesgo por cada año que se prolonga el tratamiento. Desafortunadamente, la industria no ha provisto datos sobre cuánto aumenta el beneficio por cada año de uso. Hay motivos para sospechar que hay una ventaja mínima de prolongar el tratamiento tras unos cuantos años", apuntó Aspenberg.
Para llegar a su conclusión, el equipo de Aspenberg revisó las radiografías de más de 5,000 mujeres y hombres a partir de los 55 años con fracturas del hueso de la cadera. De esos pacientes, 172 tenían una fractura atípica.
El Dr. Robert Recker, director del Centro de Investigación sobre la Osteoporosis de la Universidad de Creighton en Omaha, Nebraska, también halló problemas con el estudio.
"El artículo es francamente engañoso", comentó. "Hay inmensos estudios epidemiológicos con pacientes de osteoporosis que ofrecen un buen estimado respecto al riesgo de fracturas atípicas en los pacientes tratados con bifosfonatos, y sin duda no son tan alarmantes como este estudio parece mostrar".
Recker dijo que los bifosfonatos también se usan en dosis muy altas para tratar a los pacientes de cáncer, y que allí es donde esas fracturas atípicas son más comunes.
"Las fracturas atípicas en los pacientes de osteoporosis son extremadamente raras", afirmó. "Es cuestionable que sean más comunes que en la población general".
El riesgo de fracturas atípicas asociado con los bifosfonatos es superado por el beneficio de esos fármacos en la prevención de las fracturas, dijo Recker.
Para los pacientes que no confían en los bifosfonatos, hay alternativas, como inyecciones de denosumab (Prolia) o teriparatida (Forteo). "Pero Prolia también tiene un riesgo de fractura", anotó Recker.
El nuevo informe aparece como carta de investigación en la edición del 4 de septiembre de la revista New England Journal of Medicine.
FUENTES: Per Aspenberg, M.D., Ph.D., professor, orthopaedic surgery, Linkoping University, Linkoping, Sweden; Steven Cummings, M.D., professor emeritus, department of medicine, University of California, San Francisco; Robert Recker, M.D., director, Osteoporosis Research Center, Creighton University, Omaha, Neb.; Sept. 4, 2014, New England Journal of Medicine.