Más niños de lo que se pensaba resultan perjudicados

Consumo de alcohol durante el embarazo

Los trastornos del espectro alcohólico fetal podrían afectar a alrededor del 5 por ciento de los niños de EE. UU.

Fuente: Medlineplus

Aunque hace mucho que se considera que el consumo de alcohol durante el embarazo es un tabú, una investigación reciente sugiere que hasta uno de cada 20 niños de EE. UU. podrían tener problemas de salud o conductuales relacionados con la exposición al alcohol antes de nacer.

El estudio encontró que entre el 2.4 y el 4.8 por ciento de los niños sufren de algún tipo de trastorno del espectro alcohólico fetal, o TEAF.

"Saber que no se debe consumir alcohol durante el embarazo y no hacerlo son dos cosas distintas", sobre todo antes de que una mujer sepa que está embarazada, señaló el investigador líder, Philip May, profesor de salud pública de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. Apuntó que la alta prevalencia de niños afectados por el consumo de alcohol durante el embarazo podría deberse a las presiones sociales o a las dificultades de las mujeres para cambiar sus hábitos de bebida.

Los resultados del estudio aparecen en línea el 27 de octubre y en la edición impresa de noviembre de la revista Pediatrics.

Los trastornos del espectro alcohólico fetal incluyen al TEAF y además a otras afecciones que presentan algunas, pero no todas, las características del TEAF, según la información de respaldo del estudio.

El trastorno del espectro alcohólico fetal es el extremo más grave del espectro, y los niños con la afección tienen rasgos faciales anómalos, anomalías en la estructura cerebral, problemas de crecimiento y dificultades conductuales. Los niños en el extremo menos grave del espectro podrían tener deficiencias en la capacidad de completar las tareas que se necesitan para que les vaya bien en la escuela, o problemas conductuales, anotó el estudio.

May y sus colaboradores eligieron a una ciudad pequeña que era representativa a nivel nacional en el oeste medio para el estudio. La ciudad tenía un consumo anual de alcohol promedio más o menos un 14 por ciento más alto que el resto de Estados Unidos. Eso equivalía a alrededor de un litro más de alcohol por persona por año, según los autores del estudio.

La ciudad tenía 32 escuelas con un total de más de 2,000 estudiantes de primer curso. Alrededor del 70 por ciento de los padres de los niños les permitieron participar en el estudio.

El equipo de May identificó a los estudiantes de primer curso que tenían un problema del desarrollo o que estaban por debajo del percentil 25 respecto a la estatura, el peso o la circunferencia de la cabeza. Entonces, los investigadores administraron pruebas de la memoria y del pensamiento ("cognitivas"), además de pruebas conductuales, a esos niños y a un grupo de comparación de estudiantes de primer curso que se desarrollaban de forma típica.

Los investigadores especialmente entrenados también evaluaron a los niños respecto a los atributos físicos del trastorno de síndrome alcohólico fetal, que incluyen unas aperturas oculares pequeñas, un labio superior liso, un borde rojo y delgado en el labio superior y unas cabezas más pequeñas, comentó May.

Los investigadores encontraron que entre 6 y 9 de cada 1,000 niños tenían un síndrome alcohólico fetal. Y entre 11 y 17 de cada mil niños tenían síndrome alcohólico fetal parcial, según el estudio.

Esas cifras son más altas que las de investigaciones anteriores, pero eso podría deberse a los métodos rigurosos del estudio, planteó la Dra. Janet Williams, profesora de pediatría del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas, en San Antonio.

"El TEAF es un término general que cubre un espectro completo de afecciones permanentes para toda la vida, que van de leves a graves, y que abarcan a una amplia variedad de defectos físicos y de déficits cognitivos, conductuales, emocionales y del funcionamiento adaptativo", explicó Williams. "Como tenemos una mejor metodología, nos acercamos a la prevalencia real, al verdadero problema, y debemos detener la causa del problema de raíz".

Este estudio también identificó factores que predecían un riesgo más alto de que un niño tuviera un TEAF. Mientras más tiempo tardó la madre en enterarse de que estaba embarazada, la frecuencia con la que bebía tres meses antes del embarazo, y mientras más alcohol bebía el padre del niño, más probable era que el niño tuviera un TEAF, encontró el estudio.

Hay muchos motivos de que las tasas de TEAF sean altas, aseguró la Dra. Lana Popova, científica principal del Centro de Adicción y Salud Mental y profesora asistente de epidemiología y trabajo social de la Universidad de Toronto.

"En primer lugar, las mujeres reciben mensajes mixtos sobre el uso de alcohol durante el embarazo a través de sus familiares o amigos, proveedores de atención sanitaria y campañas de salud pública", comentó Popova. "En segundo lugar, las tasas de consumo de alcohol, atracones de bebida y consumo de alcohol durante el embarazo parecen estar en aumento entre las mujeres jóvenes en varios países".

Un número alto de embarazos no planificados y una necesidad de mejorar el acceso a los programas de tratamiento para el abuso de sustancias efectivos para las mujeres en edad fértil son otros dos factores contribuyentes importantes, señaló Popova.

"No han una cantidad ni un momento seguros para beber alcohol en el embarazo, o mientras se planifica un embarazo", advirtió. "Si una mujer no sabe que está embarazada, por cualquier motivo, debe dejar de beber de inmediato al enterarse de que está embarazada".

Williams añadió que los investigadores siguen estudiando los efectos de cantidades incluso pequeñas de alcohol durante el embarazo, dado que es un problema tan significativo.

"El alcohol es una neurotoxina, y la exposición al alcohol es la principal causa prevenible de defectos congénitos y discapacidades intelectuales y del neurodesarrollo", enfatizó. "¿Vale entonces la pena experimentar con su hijo?".


UENTES: Philip May, Ph.D., research professor, Gillings School of Global Public Health, University of North Carolina, Chapel Hill; Janet Williams, M.D., professor of pediatrics, University of Texas Health Science Center in San Antonio; Svetlana (Lana) Popova, M.D., Ph.D., M.P.H., senior scientist of social and epidemiological research, Centre for Addiction and Mental Health, and assistant professor of epidemiology and social work, University of Toronto; November 2014, Pediatrics.