Más del 90 por ciento de los estudiantes de secundaria de EE. UU. sufren de una privación crónica de sueño, lo que pone en peligro a su salud y a su rendimiento académico, halla un informe reciente.
El estudio, que se basa en datos nacionales de EE. UU., encuentra que la mayoría de adolescentes no duermen el mínimo de 9 a 10 horas por noche que recomiendan las directrices estándar.
Los adolescentes se enfrentan a varios desafíos al tratar de obtener un sueño adecuado, apuntan los expertos.
"No creo que haya un solo factor culpable", apuntó el autor líder del estudio, Charles Basch, profesor de salud y educación del Colegio de los Maestros de la Universidad de Columbia, en la ciudad de Nueva York.
"Algunos niños tienen demasiada tarea, otros problemas de salud como el asma", explicó. "Quizá otros sufran de ansiedad o depresión, o son los fármacos recetados que toman para esas afecciones. Las drogas recreativas pueden ser un factor, al igual que tener aparatos electrónicos en la habitación".
Cualquiera que sea el motivo, las encuestas del gobierno muestran que dormir mal es un problema continuo para la mayoría de los adolescentes.
"Este tipo de datos solo se ha recolectado desde 2007, así que no podemos decir si la situación ha empeorado de históricamente", apuntó Basch. "Pero lo que podemos decir con claridad es que una parte muy sustancial de los estudiantes de secundaria de EE. UU. no duermen lo suficiente".
Su equipo anotó que los adolescentes, en particular, necesitan dormir lo adecuado porque es esencial para la memoria, la atención, el bienestar emocional y la salud física en general.
En el estudio, los investigadores rastrearon los hallazgos de cuatro encuestas del gobierno de EE. UU. que se llevaron a cabo en 2007, 2009, 2011 y 2013 como parte del Sistema de Vigilancia de las Conductas de Riesgo de los Jóvenes.
Cada año, se preguntó a aproximadamente de 12,000 a 15,000 estudiantes de noveno a décimo segundo curso cuántas horas dormían en promedio en cada noche de la semana escolar.
En general, menos del 10 por ciento de los adolescentes dijeron que en realidad cumplían con las directrices del sueño de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. Apenas alrededor del 7 por ciento de las chicas, y más o menos del 8 al 9 por ciento de los chicos dormían entre 9 y 10 horas por noche.
Y en gran medida, los patrones de sueño de los adolescentes parecían empeorar con la edad. Las encuestas mostraron que para cuando pasaban el décimo segundo curso, la increíble cifra del 95 por ciento de los estudiantes de último año de secundaria no cumplían con las directrices de los CDC de forma rutinaria.
Las chicas tendían a que les fuera peor que a los chicos, ya que las chicas eran más propensas a dormir cinco horas o menos por noche y menos propensas a dormir nueve o más horas por noche, halló el estudio.
La raza también pareció formar parte de la ecuación: los adolescentes negros eran significativamente más propensos a dormir cinco o menos horas por noche que sus compañeros blancos.
En todas las encuestas se encontró que el 20 por ciento de los chicos y chicas negros tenían rutinas diarias de sueño que incluían cinco horas o menos de sueño. Lo mismo sucedió con el 15 por ciento de las chicas hispanas y con alrededor del 12 por ciento de los chicos hispanos.
Según Basch, los horarios escolares que comienzan temprano son un motivo importante de que todos esos adolescentes no duerman.
"Cada vez se está prestando más atención a la hora de inicio de las escuelas, y la idea es que los horarios de clases demasiado tempranos no sirven para unos buenos patrones de sueño", comentó.
"Sin duda es uno de los problemas", concurrió Kelly Baron, profesora asistente de neurología y directora del Programa de Medicina Conductual del Sueño del departamento de neurología de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad de Northwestern, en Chicago.
Afirmó que los datos del nuevo informe son "alarmantes".
"Aunque seguimos intentando comprender por qué sucede, uno de los motivos es claramente el horario temprano de inicio de la escuela", planteó Baron. "Hacer que los niños se levanten para comenzar la escuela a las 6 o a las 7 a.m. de verdad entra en conflicto con su biología".
Explicó que los patrones de sueño de una persona "cambian de forma natural en el transcurso de la vida. Y uno de los cambios más profundos es que nuestro ritmo natural de 24 horas se modifica cuando entramos en la pubertad. Sin duda es en parte algo social, [y] los niños simplemente quieren quedarse despiertos hasta tarde, y cosas así. Pero la necesidad de quedarse despiertos hasta tarde y levantarse tarde también es biológica. De manera que el horario temprano de inicio de la escuela les prepara para una desventaja crónica respecto al sueño".
¿Pueden los padres hacer algo para animar a sus hijos a dormir más?
Baron afirmó que "pueden y deben involucrarse, al fijar toques de queda, establecer horarios de sueño y limitar el tiempo que pasan frente a las pantallas en la habitación. Un ambiente de sueño saludable en casa es esencial".
El nuevo estudio aparece en la edición de diciembre de la revista de los CDC Preventing Chronic Disease.
FUENTES: Charles E. Basch, Ph.D., professor, health and education, Teacher's College, Columbia University, New York City; Kelly G. Baron, Ph.D., assistant professor of neurology, and director, Behavioral Sleep Medicine Program, department of neurology, Feinberg School of Medicine, Northwestern University, Chicago; December 2014, Preventing Chronic Disease http://www.cdc.gov/pcd/issues/2014/14_0383.htm