Los niños del sur de California podrían estar respirando mejor hoy en día que en los años 90 gracias a una gran reducción de la contaminación atmosférica, según sugiere un estudio reciente.
Los investigadores hallaron que a medida que mejoró la calidad del aire en cinco comunidades de la zona de Los Ángeles a lo largo de dos décadas, también mejoró el desarrollo pulmonar de los niños.
Los expertos dicen que los hallazgos, publicados en la edición del 5 de marzo de la revista New England Journal of Medicine, sugieren que la salud pública obtiene un beneficio importante de un aire más limpio. La función pulmonar de los niños no solamente importa a corto plazo, sino que también está vinculada con su riesgo de contraer enfermedades cardiacas y pulmonares en un momento posterior de su vida.
Los resultados son buenas noticias, dijo el líder del estudio, W. James Gauderman, profesor de medicina preventiva de la Universidad del Sur de California, en Los Ángeles.
Pero, indicó, no son un indicador de que el país ya ha cumplido con su tarea con respecto a la calidad del aire.
"Hay una nota de advertencia", dijo Gauderman. Las zonas urbanas están creciendo, al igual que la economía, lo que implica que hay más tráfico en las ciudades, más camiones en las autopistas, unos puertos marítimos más concurridos y una mayor actividad industrial.
"Si las emisiones a partir de estas fuentes siguen siendo las mismas, podríamos perder algunos de los beneficios que hemos observado en la calidad del aire", dijo Gauderman.
De modo que hay mucho margen, añadió, para tener unos coches "más limpios" y menos emisiones de las centrales eléctricas y otras fuentes industriales.
Los hallazgos se basan en tres diferentes grupos de niños a los que realizaron pruebas de su función pulmonar repetidamente entre los 11 y los 15 años, un periodo crítico para el desarrollo pulmonar.
Todos eran de las mismas cinco comunidades cercanas a Los Ángeles, pero se les realizaron pruebas en periodos distintos: entre 1994 y 1998, entre 1997 y 2001 y entre 2007 y 2011.
El equipo de Gauderman halló que los niños del grupo del siglo XXI habían obtenido unas mayores ganancias en su función pulmonar para cuando tenían 15 años, frente a los niños de los periodos anteriores.
Las mejoras se produjeron paralelamente a unas reducciones drásticas en los niveles locales de algunos contaminantes atmosféricos importantes, como el dióxido de nitrógeno y la materia fina particulada, que se redujeron aproximadamente un 40 por ciento a lo largo del periodo de estudio.
Los vehículos con motor y las fuentes industriales contribuyen a la presencia de ambos contaminantes, dijo Gauderman.
¿Hasta qué punto fueron significativas las mejoras en la función pulmonar de los niños a lo largo del tiempo?
"Uno de nuestros hallazgos más importantes", dijo Gauderman, "fue que el porcentaje de niños con una función pulmonar anómalamente baja a los 15 años se redujo de casi el 8 por ciento a menos del 4 por ciento en los del [grupo] más reciente".
Más allá de eso, el desarrollo pulmonar de los niños tiene implicaciones de por vida, según Douglas Dockery, jefe del departamento de salud ambiental de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Harvard, en Boston.
"Los pulmones crecen hasta los últimos años de la adolescencia o poco después de cumplir los 20 años", dijo Dockery, uno de los autores de un editorial publicado con el estudio. "Lo que se tiene cuando se alcanza la madurez es lo mejor que se va a tener".
Y hay un vínculo entre ese desarrollo pulmonar temprano y el riesgo de contraer una enfermedad cardiaca o pulmonar décadas más tarde, dijo Dockery.
Gauderman dijo lo mismo. "Si estas mejoras [en la función pulmonar] llegan hasta la edad adulta, esperaríamos observar una reducción de los riesgos de por vida de sufrir enfermedades cardiovasculares y respiratorias", comentó.
La reducción de la contaminación en la "cuenca" de Los Ángeles que anteriormente estaba cubierta de smog se atribuye a una combinación de regulaciones locales, estatales y federales. Parecería lógico pensar que la función pulmonar de los niños mejoraría, pero se carecía de evidencias científicas al respecto, en parte porque tales estudios son difíciles de realizar, según Dockery.
Dijo que otros estudios han hallado que los niños que viven en "ciudades más sucias" tienden a tener más asma y una peor función pulmonar. Pero es difícil descartar otros factores que hacen que las comunidades se diferencien unas de otras.
Este estudio, dijo Dockery, mostró unas mejoras dentro de las comunidades.
"Deseamos establecer políticas públicas que realmente funcionen", dijo. "El argumento para las regulaciones de la calidad del aire ha sido que esperamos ver unos beneficios para la salud. Lo que hace que este estudio sea emocionante es que nos da evidencias sólidas".
Y aunque el estudio se centró en la zona de Los Ángeles, tanto Dockery como Gauderman dijeron que es razonable esperar que la salud de los pulmones de los niños saldría beneficiada en cualquier comunidad estadounidense que consiga las mismas mejoras en la calidad del aire.
Aun así, Dockery se mostró de acuerdo en que el mensaje positivo se debería relativizar. "Sí hemos de felicitarnos por haber hecho progresos, pero tampoco queremos una recaída", dijo. "Y sin duda hay personas que todavía viven en áreas contaminadas. No podemos olvidarnos de eso".
FUENTES: W. James Gauderman, Ph.D., professor, preventive medicine, University of Southern California, Los Angeles; Douglas Dockery, Sc.D., chair, department of environmental health, Harvard School of Public Health, Boston; March 5, 2015, New England Journal of Medicine