Las personas de menor estatura tienen mayor probabilidad de tener enfermedades cardiacas, un riesgo que parece estar ligado a los genes que también determinan la estatura, según reportó un equipo de investigación dirigido por británicos.
Los científicos indicaron que el riesgo de una persona de desarrollar enfermedades cardiacas aumenta un 13.5 por ciento por cada 2.5 pulgadas (6 cm) de diferencia en estatura. Eso significa que alguien con 5 pies (1.50 metros) de estatura tiene en promedio 32 por ciento más probabilidad de presentar enfermedades cardiacas que una persona que mide 5 pies con 6 pulgadas (1.70 metros), según los investigadores.
Un análisis a profundidad de la genética de más de 18,000 personas reveló una serie de genes ligados al crecimiento y desarrollo en humanos que probablemente influyen en el riesgo elevado para desarrollar enfermedades cardiacas.
Descubrimos que la gente que porta las variantes genéticas que disminuyen la estatura son más propensas a desarrollar cardiopatía coronaria, dijo el doctor Nilesh Samani, profesor de cardiología y titular del departamento de ciencias cardiovasculares en la Universidad de Leicester en Inglaterra.
Sin embargo, aunque este estudio logró mostrar un vínculo entre genética, estatura y riesgo a desarrollar enfermedades cardiacas, no demuestra una relación de causa y efecto entre los factores.
El estudio se publicó en línea el 8 de abril en The New England Journal of Medicine.
Las enfermedades cardiacas ocurren cuando las arterias que llevan sangre a los músculos cardiacos se estrechan a causa de las placas grasas que se acumulan en las paredes arteriales. De formarse un coágulo sanguíneo dentro de una sección de arteria que es más estrecha debido a la placa, este puede bloquear el suministro de sangre al músculo y cardiaco y causar un infarto.
Pero los científicos observaron que sólo un tercio del riesgo elevado que observaron en la genética está ligado a los genes relacionados a los niveles de colesterol malo (LDL) y triglicéridos en el cuerpo.
Esto significa que la mayor parte del riesgo de enfermedades cardiacas asociado a una baja estatura está ligado a otros factores genéticos de los que hasta la fecha no se sabe mucho, dijo el doctor Ronald Krauss, director de investigación de arterioesclerosis en el Centro de Investigación del Hospital Infantil de Oakland en California.
La información genética es suficientemente sólida para indicar que hay más factores involucrados, dijo Krauss, pero sólo podemos conjeturar cuáles son éstos.
Krauss y Samani añadieron que algunos genes que los investigadores identificaron podrían influir en el riesgo de padecer las enfermedades cardiacas al afectar el crecimiento de las células en las paredes arteriales y el corazón.
Estas variantes pueden afectar las paredes arteriales de tal manera que las vuelven más propensas a desarrollar arterioesclerosis (término médico para denominar el endurecimiento y estrechamiento de las arterias) dijo Samani.
Otros genes parecen estar ligados a la inflamación, que es otro factor de riesgo para desarrollar enfermedades cardiacas, dijo Krauss.
Por más de 60 años se ha sabido que la gente de menor estatura tiene un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas, pero éste es el primer estudio en mostrar que la genética podría ser el factor primario, dijo Samani.
Hasta ahora, los médicos no han podido descartar otras explicaciones, dijo. Por ejemplo, hay una teoría que dice que las personas crecen menos debido a la malnutrición, cosa que también los predispone a desarrollar enfermedades cardiacas.
Para entender mejor los problemas del corazón asociados a una baja estatura, los investigadores conjuntaron datos de dos colaboraciones internacionales recientes sobre el genoma humano; un estudio exploraba la genética de la estatura y el otro la de las enfermedades cardiacas, comentó el doctor Christopher ODonnell, coautor del estudio y director asociado del Estudio Framingham del Corazón para el Instituto Nacional de Corazón, Pulmones y Sangre de los Estados Unidos (U.S. National Heart, Lung, and Blood Institute).
El equipo primero investigó la asociación entre un cambio en la estatura y el riesgo de enfermedades coronarias al examinar 180 variantes asociadas a la estatura en 200,000 personas, y llegaron a la conclusión de que hay un aumento del 13.5 por ciento en el riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas por cada 2.5 pulgadas (6 centímetros) que disminuye la estatura de una persona.
Después ahondaron en datos genéticos individuales específicos de una muestra más pequeña, un poco más de 18,000 personas. Los investigadores identificaron una serie de vías por las que los genes relacionados con la estatura también podrían influir en el riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas.
Curiosamente, el efecto de la estatura en el riesgo a desarrollar enfermedades cardiacas puede estar ligado al sexo: Encontramos una relación directa en hombres pero no en mujeres, dijo Samani, y añadió que es posible que las estadísticas hayan sido afectadas por el hecho de que hubo una cantidad considerablemente menor de mujeres en el estudio.
Samani, Krauss y ODonnell dijeron que estos resultados son preliminares y que no indican que las personas de menor estatura tengan que hacer algo distinto a lo que se recomienda en general para disminuir el riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas, como seguir una dieta balanceada y hacer ejercicio regularmente.
Tenemos muchísima evidencia que dice que todos deberían estar atentos a sus factores modificables y hablar con su doctor, dijo ODonnell. No queda claro qué se puede hacer con respecto a la estatura, pero queda muy claro que hay muchos comportamientos que se pueden modificar para mejorar la salud.
FUENTE: Nilesh Samani, M.D., profesor de cardiología y titular del departamento de ciencias cardiovasculares en la Universidad de Leicester, Reino Unido; Ronald Krauss, M.D., director de investigación, arterioesclerosis en el Centro de Investigación del Hospital Infantil de Oakland en California; Christopher ODonnell, M.D., M.P.H., director asociado del Estudio Framingham del Corazón para el Instituto Nacional de Corazón, Pulmones y Sangre de los Estados Unidos; New England Journal of Medicine.