Casi la mitad de los estadounidenses con hipertensión no están controlándola adecuadamente, lo que aumenta su riesgo de sufrir un ataque cardiaco, un accidente cerebrovascular y enfermedades cardiacas, según un nuevo informe del gobierno.
Aproximadamente el 47 por ciento de las personas con hipertensión no han conseguido bajar sus cifras a un rango normal, a través de su estilo de vida o con medicamentos, según los datos publicados por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. el 12 de noviembre.
En realidad eso es una gran mejora: En 1999, más del 68 por ciento no tenía su presión arterial bajo control, según el informe.
Pero eso está lejos del objetivo de la campaña Gente Saludable 2020 del gobierno federal, que insta a que haya menos de un 40 por ciento de las personas con hipertensión que no la tengan controlada en ese año, según los investigadores de los CDC.
Los expertos están de acuerdo en que el problema sigue siendo significativo.
"No creo que tengamos una información lo suficientemente positiva como para estar contentos", dijo el Dr. Patrick O'Gara, director médico ejecutivo del Centro Cardiovascular Carl J. and Ruth Shapiro del Hospital Brigham and Women's de Boston. "Aunque la tendencia es positiva, la magnitud del problema es autoevidente. Nos queda mucho por hacer".
La hipertensión se define como una presión sistólica (la cifra superior) de 140 o más, y una presión diastólica (la cifra inferior) de 90 o más. La sistólica es la presión de la sangre en los vasos sanguíneos cuando el corazón late, y la diastólica es la presión entre latidos.
La tasa general de hipertensión en Estados Unidos se ha mantenido constante, entre el 28 y el 29 por ciento, según el nuevo informe.
Dos de cada tres personas mayores de 60 años y una de cada tres personas de entre 40 y 59 años tienen hipertensión.
Las mejoras que se han producido en el control de la hipertensión no han beneficiado a todos los grupos en Estados Unidos.
Los blancos son los más propensos a tener la presión arterial controlada, con casi un 56 por ciento de los casos, según el informe de los CDC. Los negros (el 48 por ciento la tienen bajo control), los de origen asiático (el 43 por ciento) y los hispanos (el 47 por ciento) eran todos más propensos a vivir con la hipertensión descontrolada.
Una gran parte del problema es hacer que las personas empiecen a tomar los medicamentos para la presión arterial, y que luego sigan haciéndolo, dijo el Dr. Richard Stein, director del Programa de Cardiología de la Comunidad Urbana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York.
"A los pacientes no les gusta tomar medicamentos", dijo Stein. "A mí no me gusta tomar medicamentos. Es más fácil olvidarme de tomar los medicamentos que no tienen un efecto beneficioso obvio para mí".
La hipertensión se conoce como el "asesino silencioso", porque con frecuencia la gente no tiene síntomas inmediatos. Recetar un medicamento a una persona que se siente bien puede ser difícil, dijo Stein.
"Cuando uno empieza a tomar medicamentos, normalmente se le recetan al menos dos medicamentos diferentes", dijo. "De pronto uno pasa de no tomar nada a tomar dos medicamentos o más, y ahora se le ha convertido de una persona que estaba sana a una que está enferma".
Stein afirmó que los médicos van a tener que averiguar mejores maneras de aconsejar a los pacientes para que sigan tomando los medicamentos, quizá llamando la atención sobre otros miembros de su familia que fallecieron por afecciones relacionadas con la hipertensión.
"Si usted no hace nada diferente a lo que esa persona hizo, probablemente tendrá los mismos problemas que tuvo esa persona", señaló Stein.
O'Gara afirmó que los médicos necesitarán respaldarse en otros profesionales de la atención sanitaria, incluyendo enfermeros y farmaceutas, para seguir presionando a los pacientes a fin de que tomen los medicamentos para la presión arterial.
"¿Podemos ampliar la cantidad de proveedores que supervisen el tratamiento de la hipertensión?", preguntó. "Si yo trabajara junto con 10 farmaceutas, podría estar en contacto con 100 personas de forma más efectiva. Para estos pacientes con enfermedades crónicas, la atención primaria se está desplazando allí donde las personas van a comprar los artículos de aseo personal y la pasta de dientes, en la comunidad. No está en un centro médico académico al que venir a que yo les mida la presión arterial".
Pero probablemente será necesario hacer un esfuerzo conjunto para enseñar a la próxima generación hábitos saludables antes de que se vean grandes cambios en las tasas de la presión arterial de los estadounidenses, concluyó O'Gara.
"Creo que se necesitaría un cambio generacional para alterar nuestra tendencia a comer en exceso y usar demasiada sal, a no hacer ejercicio y a pasar demasiado tiempo en frente de una pantalla", dijo.
FUENTES: Patrick O'Gara, M.D., executive medical director, Carl J. and Ruth Shapiro Cardiovascular Center, Brigham and Women's Hospital, Boston, Mass.; Richard Stein, M.D., director, Urban Community Cardiology Program, New York University School of Medicine, New York City; Nov. 12, 2015, brief report, U.S. National Center for Health Statistics, U.S. Centers for Disease Control and Prevention