Incluso un leve declive en la función renal puede conducir a un daño cardiaco, sugiere un estudio reciente.
"La enfermedad renal leve es común, y afecta a más del 10 por ciento de la población de EE. UU. Entonces, si la enfermedad renal en realidad es una causa de enfermedad cardiaca, podría tratarse de un problema importante de salud pública", planteó el autor principal del estudio, el Dr. Jonathan Townend, profesor de cardiología del Hospital de la Reina Isabel en Birmingham, Inglaterra.
El estudio, que aparece el 11 de enero en la revista Hypertension, incluyó a 68 donantes de riñón en vida, con una edad promedio de 47 años, a quienes se dio seguimiento durante un año tras donar su riñón. Se les comparó con un grupo de control de 56 personas, con una edad promedio de 44 años, que no donaron un riñón.
En comparación con los del grupo de control, los donantes de riñón tenían una reducción anticipada en la función renal, un aumento en la masa del ventrículo izquierdo del corazón (un potente factor de predicción del riesgo de enfermedad cardiaca) y un aumento en los marcadores de daño cardiaco en análisis de sangre, halló el estudio.
No hubo diferencia en la presión arterial entre ambos grupos, según el estudio.
"Incluso en la gente muy sana, una pequeña reducción en la función renal, de lo normal a apenas un poco por debajo de lo normal, se asoció con un aumento en la masa del ventrículo izquierdo, un cambio que hace que su corazón esté más rígido y daña su capacidad de contraerse", dijo Townend en un comunicado de prensa de la revista.
Hace mucho que se sabe que los pacientes de enfermedad renal tienen un riesgo más alto de enfermedad cardiaca. Pero muchos tienen otros problemas de salud, como hipertensión y diabetes, lo que dificulta evaluar el efecto del declive en la función renal sobre el corazón.
Los donantes de riñón del estudio no tenían otras afecciones crónicas de salud, lo que posibilitó la evaluación de cómo una pequeña reducción en la función renal afecta al corazón, explicaron los investigadores.
"Se trata de una evidencia de que la reducción en la función renal en sí conduce de forma directa a efectos adversos mensurables sobre el corazón y los vasos sanguíneos, incluso sin otros factores de riesgo. Se necesita más investigación para saber exactamente qué aspectos de la reducción en la función renal son responsables de los efectos", planteó Townend.
Pero los donantes de riñón no deben alarmarse ante los hallazgos, dijeron Townend y sus colaboradores.
"Los donantes de riñón ya son individuos sanos altamente seleccionados. Nuestro artículo muestra que la donación de un riñón provoca unos efectos adversos muy pequeños sobre el corazón y los vasos sanguíneos, cuya detección conllevó unas medidas cuidadosas y precisas. Aún no sabemos si esos efectos se mantienen a largo plazo", dijo Townend.
Aunque haya un pequeño aumento en el riesgo de enfermedad cardiaca a largo plazo tras la donación, sigue siendo probable que el donante tenga un riesgo inferior al promedio, añadió.
FUENTE: Hypertension