Las mujeres que portan variantes genéticas comunes asociadas con el cáncer de mama pueden de cualquier forma reducir su riesgo de sufrir la enfermedad si siguen un estilo de vida saludable, sugiere un estudio reciente de gran tamaño.
De hecho, el estilo de vida podría ser especialmente potente para las mujeres con un riesgo genético relativamente alto de cáncer de mama, hallaron los investigadores.
"Esos riesgos genéticos no están grabados en piedra", dijo el investigador principal, Nilanjan Chatterjee, profesor en la Facultad de Salud Pública Bloomberg de la Universidad de Johns Hopkins, en Baltimore.
El estudio encontró que 4 factores del estilo de vida eran claves: mantener un peso saludable; no fumar; limitar el alcohol, y no usar la terapia hormonal después de la menopausia.
Los investigadores estimaron que si todas las mujeres blancas estadounidenses hicieran eso, se podrían evitar casi el 30 por ciento de los casos de cáncer de mama. Y la mayoría de esos casos evitables de cáncer serían de mujeres con un riesgo alto debido a los antecedentes familiares y a las variaciones genéticas que portan.
El estudio no incluyó a las mujeres con las mutaciones del gen BRCA que aumentan sustancialmente el riesgo de cáncer de mama y de ovario.
En lugar de eso, se centró en 92 variantes genéticas que, individualmente, solo cambiarían un poco el riesgo de cáncer de mama de una mujer.
Pero las variantes son mucho más habituales que las mutaciones del BRCA, dijo Chatterjee. Y sus efectos en el riesgo de cáncer de mama se suman, explicó.
Una pregunta que se ha planteado es: ¿Hasta qué punto importa el estilo de vida para estas mujeres?
La respuesta: "Los factores del estilo de vida podrían ser incluso más importantes para las mujeres con un riesgo genético más alto que para las que tienen un riesgo genético bajo", comentó.
Los resultados aparecen en la edición en línea del 26 de mayo de la revista JAMA Oncology. Los resultados se basaron en los expedientes de más de 40,000 mujeres a las que se hicieron pruebas de 24 variantes genéticas que anteriormente se habían asociado con el riesgo de cáncer de mama.
El equipo de Chatterjee creó un "modelo" para predecir el riesgo de una mujer de sufrir cáncer de mama, usando esa información genética junto con otros factores. Estos otros factores incluían los que no pueden cambiarse (como los antecedentes familiares de cáncer de mama y la edad en que empezó la menstruación) junto con los hábitos del estilo de vida.
Los investigadores añadieron entonces un elemento más a la mezcla: Estimaron los efectos de 68 otras variaciones genéticas de las que no se habían hecho pruebas a las mujeres.
En general, sugiere el estudio, la mujer blanca promedio de 30 años tiene un 11 por ciento de probabilidades de haber desarrollado cáncer de mama para cuando tiene 80 años.
Algunas mujeres tendrían unas probabilidades más altas debido a sus genes y otros factores que no pueden cambiar. Pero las decisiones del estilo de vida en realidad podrían cambiar mucho las cosas para ellas, dijo Chatterjee.
Incluso las mujeres con los riesgos más altos (el 10 por ciento de las que tienen el riesgo más alto) podrían reducir sus probabilidades de sufrir un cáncer de mama hasta un valor promedio si mantienen un peso saludable, no fuman ni beben alcohol, y no usan la terapia hormonal, sugiere el estudio.
"La moraleja, y este estudio proporciona evidencias de ello, es que a nivel poblacional, una cierta cantidad de casos de cáncer de mama se evitarían si las mujeres hicieran estas cosas", dijo William Dupont, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Vanderbilt en Nashville, Tennessee.
Pero añadió alguna precaución con respecto al reemplazo hormonal. Las evidencias sugieren que la terapia hormonal en la menopausia durante un periodo corto solo tiene un efecto pequeño en el riesgo de cáncer de mama.
"No creo que las mujeres deberían tomarse esto como si significara que tienen que abstenerse por completo después de la menopausia", dijo Dupont, coautor de un editorial publicado con el estudio.
Dupont también enfatizó que el modelo que habían creado los investigadores tiene limitaciones. De modo que no debería usarse para "predecir" el riesgo de cáncer de mama de ninguna mujer en particular.
Por supuesto, aparte de la cantidad pequeña de pacientes a las que se hacen pruebas de las mutaciones del BRCA, la mayoría de las mujeres no sabrían si portan genes asociados con un riesgo de cáncer de mama más alto.
Pero en el futuro quizá podrían, dijo Chatterjee. A medida que en el costo del análisis genético disminuye, dijo, es posible que las mujeres se hagan pruebas de las variantes comunes que afectan a su riesgo de cáncer de mama.
Dupont se mostró de acuerdo. Esa información, dijo, podría ayudar a los médicos a dar a las mujeres consejos más individualizados sobre las pruebas de cáncer de mama, por ejemplo.
Pero Dupont también apuntó a la complejidad de las enfermedades como el cáncer de mama. Muchos genes "se unen" para influir en el riesgo, y, tal y como ilustra el presente estudio, son solamente una parte de toda la situación.
Por ahora, Dupont y Chatterjee enfatizaron la importancia de una dieta saludable, del ejercicio y de no fumar para todo el mundo.
Aunque se necesita más investigación para confirmar los hallazgos en las mujeres que no son blancas, Chatterjee afirmó que lo más probable es que los mismos patrones generales también se aplicarían a ellas.
FUENTES: Nilanjan Chatterjee, Ph.D., professor, biostatistics, Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health, Baltimore; William Dupont, Ph.D., professor, biostatistics and preventive medicine, Vanderbilt University School of Medicine, Nashville, Tenn.; May 26, 2016, JAMA Oncology