El estrés podría anular algunas de las opciones alimenticias saludables que usted elige, sugiere un nuevo estudio.
Los eventos estresantes del día anterior parecen erradicar cualquier beneficio para la salud que una persona pudiera haber obtenido al elegir un desayuno rico en grasas monoinsaturadas "buenas", en lugar de un desayuno lleno de grasas saturadas "malas", encontraron investigadores de la Universidad Estatal de Ohio.
"A nivel fisiológico parecía que hubieran comido la comida rica en grasa saturada", comentó la investigadora líder, Janice Kiecolt-Glaser, respecto a las personas del estudio que comieron la comida saludable pero que estaban estresadas. "Su ventaja por haber comido la comida más saludable desapareció".
Investigaciones anteriores han mostrado que las grasas saturadas aumentan la inflamación en el cuerpo, lo que se ha vinculado con la enfermedad cardiaca, la artritis, la diabetes tipo 2, la osteoporosis y una variedad de otros problemas de salud, advirtió Kiecolt-Glaser, directora del Instituto de Medicina Conductual del Centro Médico Wexner de la Universidad Estatal de Ohio.
"Ahora está pareciendo que la inflamación se asocia con muchas de las desagradables enfermedades del envejecimiento", dijo. "Es como un catálogo de las cosas que uno no quiere en la vida".
Las grasas saturadas provienen principalmente de fuentes animales, incluyendo los productos cárnicos y lácteos. Tienden a ser sólidas a temperatura ambiente. Por ejemplo, la grasa blanca de un filete o de una chuleta de cerdo es grasa saturada, según la Asociación Americana del Corazón (American Heart Association, AHA).
Por otro lado, se ha mostrado que unas dietas ricas en grasas insaturadas (como la mediterránea) ayudan a la salud cardiaca. Las grasas insaturadas por lo general provienen de plantas, y son líquidas a temperatura ambiente, según la AHA.
Parece sencillo, pero el estrés complica la forma en que el cuerpo procesa los alimentos, explicó Kiecolt-Glaser. Otros estudios han mostrado que tras un día estresante para una persona, su tasa metabólica es más baja y sus niveles de insulina son más altos.
Para ver cómo el estrés podría afectar a la grasa de la dieta, Kiecolt-Glaser y sus colaboradores reclutaron a 58 mujeres sanas para que comieran dos desayunos casi idénticos en ocasiones distintas en dos días separados en su clínica. Su edad promedio era de 53 años.
Ambos desayunos consistían de panecillos y salsa de carne, y cada uno contenía unas 930 calorías y 60 gramos de grasa, casi lo mismo que la composición de un Big Mac y unas papas fritas, o de un Whopper Doble con queso de Burger King, apuntaron los autores del estudio.
"Se modelaron como comidas rápidas", dijo Kiecolt-Glaser.
Hubo una diferencia importante. Un desayuno se hizo sobe todo con grasa saturada, y el otro contenía aceite monoinsaturado de girasol, según el estudio.
Las mujeres también completaron una entrevista estándar sobre los eventos que las habían estresado el día anterior. "Es una entrevista que separa las frustraciones menores de los eventos que son más significativos y que es más probable que produzcan cambios fisiológicos relacionados con el estrés", comentó Kiecolt-Glaser
Las mujeres libres de estrés tendían a tener unos mejores resultados en los análisis de sangre tras comer los panecillos y la salsa de carne con grasa monoinsaturada, en comparación con cuando comieron la alternativa rica en grasa saturada, mostró la investigación.
Esas mujeres tenían unos marcadores de inflamación más bajos, y también tuvieron resultados más bajos en un análisis de las moléculas de adhesión, una sustancia que aumenta las probabilidades de que se formen placas en las paredes de los vasos sanguíneos, provocando endurecimiento de las arterias, reportó el estudio.
Pero cuando las mujeres del estudio habían tenido un evento estresante antes de la prueba del desayuno, las dificultades del día anterior parecieron borrar cualquier beneficio vinculado con una opción de grasa saludable.
"Si estaban estresadas, eso anulaba todo lo bueno", dijo Kiecolt-Glaser.
Aunque el estudio se enfocó en mujeres, Kiecolt-Glaser dijo que no hay motivos para creer que los hombres reaccionarían al estrés de forma diferente.
Estos hallazgos concuerdan con otros sobre el vínculo entre el estrés y la dieta, dijo Penny Kris-Etherton, profesora distinguida de nutrición del Colegio de Salud y Desarrollo Humano de la Universidad Estatal de Pensilvania.
"Hay una literatura creciente que señala que el estrés mitiga las respuestas a una buena dieta", dijo Kris-Etherton.
Podría ser que una mala reacción al estrés supere los beneficios potenciales de una comida saludable, o tal vez que el estrés en sí altere el procesamiento de la comida en el cuerpo, planteó.
Algo interesante es que Kiecolt-Glaser y sus colaboradores encontraron que el estrés no empeoró incluso más la respuesta del cuerpo a un desayuno rico en grasa saturada, como habían anticipado.
"Anticipábamos ver unas respuestas adversas incluso más grandes a la comida con grasa saturada, pero quizá ya habíamos llegado al máximo", dijo. "Tal vez cuando se sobrecarga tanto al sistema sea difícil ver los efectos reales del estrés".
En resumen, la gente que sigue una dieta saludable para el corazón también debe gestionar el estrés, señalaron Kiecolt-Glaser y Kris-Etherton.
Eso podría significar compartir los problemas con un amigo o familiar, hacer ejercicio con regularidad, dormir mucho y bien, probar la meditación o el yoga, o simplemente hacer algo placentero como tomar un baño caliente o encender una vela perfumada, sugirieron.
Pero eso no significa que tras un mal día uno deba sentirse libre de comer una comida malsana, anotó otra experta.
"Como dietista registrada, este estudio no cambiaría mis recomendaciones sobre una dieta saludable o una rica en grasa monoinsaturada en comparación con grasas saturadas", dijo Jennifer Kartashevsky, educadora certificada de diabetes en el Programa de Diabetes Alliance del Sistema de Salud Mount Sinai, en la ciudad de Nueva York.
"Sabemos que tanto el estrés como la dieta pueden tener un efecto en la inflamación del organismo", siguió Kartashevsky. "La moraleja es seguir consumiendo una dieta rica en verduras no almidonadas, proteínas magras, fruta fresca, granos enteros y [grasas] monoinsaturadas para tener una mejor base si llega el estrés".
La investigación aparece en la edición del 20 de septiembre de la revista Molecular Psychiatry.
FUENTES: Janice Kiecolt-Glaser, Ph.D., director of the Institute for Behavioral Medicine, Wexner Medical Center, Ohio State, Columbus, Ohio; Penny Kris-Etherton, Ph.D., R.D., distinguished professor of nutrition, College of Health and Human Development, Penn State University; Jennifer Kartashevsky, R.D., certified diabetes educator, Diabetes Alliance Program, Mount Sinai Health System, New York City; Sept. 20, 2016, Molecular Psychiatry