Las experiencias religiosas podrían activar el sistema de recompensa del cerebro de forma muy parecida al sexo, las apuestas, las drogas y la música, sugiere un pequeño estudio.
Los investigadores realizaron escáneres cerebrales con IRM funcional en 19 adultos jóvenes que eran feligreses devotos mientras realizaban actividades que buscaban fomentar sus sentimientos espirituales.
"Cuando se pidió a los participantes en nuestro estudio que pensaran sobre un salvador, sobre estar con sus familias durante toda la eternidad, sobre sus recompensas celestiales, sus cerebros y cuerpos respondieron físicamente", señaló el autor del estudio Michael Ferguson, que realizó la investigación mientras era estudiante de postgrado en bioingeniería en la Universidad de Utah.
Todos los participantes habían sido misioneros mormones. Casi todos dijeron que habían experimentado sentimientos de paz y sensaciones físicas de calidez durante el experimento. Muchos estaban llorando al final del escáner, dijeron Ferguson y sus colaboradores en un comunicado de prensa de la universidad.
Además de activar los circuitos de recompensa del cerebro, los sentimientos espirituales desencadenaron la actividad en una región cerebral que maneja las tareas sobre la valoración, el juicio y el razonamiento moral, sugirieron los escáneres.
Aunque el estudio no puede establecer una relación causal directa, parece que "sentir el espíritu" también aumentó la actividad en regiones del cerebro asociadas con la atención focalizada, según los autores del estudio.
"Apenas comenzamos a entender cómo el cerebro participa en experiencias que los creyentes interpretan como espirituales, divinas o trascendentes", dijo el autor principal del estudio, el Dr. Jeff Anderson, neurorradiólogo de la universidad.
"En los últimos años, las tecnologías de imágenes cerebrales han madurado en formas que nos están permitiendo abordar preguntas que han existido durante milenios", añadió.
"La experiencia religiosa es quizá la parte más influyente de cómo las personas toman decisiones que nos afectan a todos, para bien o para mal. Comprender qué sucede en el cerebro que contribuye a esas decisiones es realmente importante", dijo Anderson.
Los resultados del estudio se publicaron el 29 de noviembre en la revista Social Neuroscience.
FUENTE: University of Utah