El enfriamiento corporal no ofrece ninguna ventaja con respecto al control normal de la temperatura en el tratamiento de los bebés y los niños cuyo corazón deja de latir de forma repentina, sugiere un nuevo estudio.
El estudio contó con 329 niños, de entre 2 días y 18 años de edad, que sufrieron un paro cardiaco en un hospital. A algunos se les mantuvo la temperatura corporal en un rango normal, y a otros se les redujo la temperatura corporal por debajo del rango normal para intentar disminuir el daño cerebral.
Las directrices actuales recomiendan el uso de cualquiera de ambos métodos.
Los dos tratamientos ayudaron a controlar la fiebre y llevaron a unas tasas de supervivencia y a una función cerebral parecidas un año después.
"Algunos hospitales y algunos médicos han usado de forma rutinaria el enfriamiento corporal para todos los pacientes que experimentan un paro cardiaco porque creían que daría mejores resultados", dijo el autor del estudio, el Dr. Frank Moler, médico de cuidados críticos pediátricos en el Hospital Pediátrico C.S. Mott de la Universidad de Michigan.
"Nuestro estudio no encontró ninguna evidencia de que el nivel de supervivencia aumentara o de que hubiera un mejor resultado funcional con la hipotermia [enfriamiento] terapéutica que mantener de forma activa una temperatura normal en los bebés y los niños que experimentan un paro cardiaco en un hospital", señaló en un comunicado de prensa de la universidad.
El coautor del estudio, el Dr. Michael Dean, jefe de división de cuidados críticos pediátricos en la Universidad de Utah, indicó que el estudio estuvo controlado de forma cuidadosa.
"La diferencia importante entre este estudio y muchos de los estudios anteriores es que a los dos grupos de niños de este estudio se les controló la temperatura de forma activa", dijo Dean. "En nuestro estudio, no permitimos que ningún niño desarrollara fiebre".
Aproximadamente 6,000 niños sufren un paro cardiaco mientras están hospitalizados cada año en Estados Unidos. Durante el paro cardiaco, el corazón deja de bombear y la sangre ya no fluye al cerebro y a otros órganos vitales. A menudo resulta en la muerte o en una discapacidad de larga duración. Esto es distinto de un ataque cardiaco, en que el flujo sanguíneo al corazón queda bloqueado y parte del tejido cardiaco puede sufrir daños.
Un estudio de 2015 realizado por el mismo equipo de investigadores encontró que los dos métodos de gestión de la temperatura corporal llevaron a unos resultados parecidos en niños que sufrieron un paro cardiaco fuera del hospital.
"El objetivo de este grupo de investigaciones era identificar la gestión óptima de la temperatura para los niños con enfermedades críticas que permanecían en coma después de la reanimación tras un paro cardiaco", dijo Moler.
"Nuestros dos ensayos encontraron que la supervivencia a largo plazo y los resultados neuroconductuales no difirieron entre los dos grupos", concluyó.
Este último estudio fue financiado por el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre de EE. UU.
Los hallazgos fueron presentados el martes en la reunión anual de la Sociedad de Medicina de Atención Crítica (Society of Critical Care Medicine) en Honolulu. También se publicó simultáneamente en la revista New England Journal of Medicine.
FUENTE: University of Michigan
Therapeutic Hypothermia after In-Hospital Cardiac Arrest in Children
Frank W. Moler, M.D., Faye S. Silverstein, M.D., Richard Holubkov, Ph.D., Beth S. Slomine, Ph.D., James R. Christensen, M.D., Vinay M. Nadkarni, M.D., Kathleen L. Meert, M.D., Brittan Browning, M.S., R.D., C.C.R.C., Victoria L. Pemberton, R.N.C., M.S., Kent Page, M.Stat., Marianne R. Gildea, B.S.N., M.S., Barnaby R. Scholefield, M.B., B.S., Ph.D., Seetha Shankaran, M.D., Jamie S. Hutchison, M.D., John T. Berger, M.D., George Ofori-Amanfo, M.B., Ch.B., Christopher J.L. Newth, M.D., Alexis Topjian, M.D., Kimberly S. Bennett, M.D., M.P.H., Joshua D. Koch, M.D., Nga Pham, M.D., Nikhil K. Chanani, M.D., Jose A. Pineda, M.D., Rick Harrison, M.D., Heidi J. Dalton, M.D., Jeffrey Alten, M.D., Charles L. Schleien, M.D., Denise M. Goodman, M.D., Jerry J. Zimmerman, M.D., Ph.D., Utpal S. Bhalala, M.D., Adam J. Schwarz, M.D., Melissa B. Porter, M.D., Samir Shah, M.D., Ericka L. Fink, M.D., Patrick McQuillen, M.D., Theodore Wu, M.D., Sophie Skellett, M.B., B.S., M.R.C.P., Neal J. Thomas, M.D., Jeffrey E. Nowak, M.D., Paul B. Baines, M.D., Ph.D., John Pappachan, M.B., B.S., Mudit Mathur, M.D., Eric Lloyd, M.D., Elise W. van der Jagt, M.D., M.P.H., Emily L. Dobyns, M.D., Michael T. Meyer, M.D., Ronald C. Sanders, Jr., M.D., Amy E. Clark, M.S., and J. Michael Dean, M.D., for the THAPCA Trial Investigators*
N Engl J Med 2017; 376:318-329January 26, 2017DOI: 10.1056/NEJMoa1610493