A veces, parece como si el sistema inmune entrase en pánico. Un virus, un hongo o una bacteria desatan las alarmas y el cuerpo, en lugar de ofrecer una respuesta proporcionada, aprieta el botón nuclear. El organismo libera sustancias químicas para combatir la infección y se provoca una inflamación generalizada que acaba causando un fallo en la circulación de la sangre.
El oxígeno y los nutrientes dejan de llegar a los órganos que comienzan a fallar y la vida peligra. Esta respuesta, que se puede iniciar por dolencias como la meningitis o la neumonía, es lo que se conoce como sepsis.
Se estima que en España se producen 50.000 casos al año, de los que mueren 17.000 personas. En EE UU, mueren más personas por sepsis que por infarto de miocardio y es la enfermedad que produce mayores gastos al sistema sanitario del país, con 22.200 millones de euros anuales.
Cuando un paciente llega a un hospital con síntomas de sepsis, dar con el tratamiento correcto cuanto antes es fundamental. Una hora de retraso en la administración del antibiótico adecuado supone una disminución de la supervivencia del 7,6%.
Para lograr una reacción tan rápida como sea posible, se está implantando en los hospitales un protocolo ("código sepsis") para reconocer y tratar este problema. Algunos hospitales, como el de la Princesa, en Madrid, han ido más allá.
Una hora de retraso en la administración del antibiótico adecuado supone una disminución de la supervivencia del 7,6%
Allí, en colaboración con la empresa Accelerate Diagnostics, han comenzado a probar una nueva herramienta para tener antes un diagnóstico preciso. Laura Cardeñoso, jefa del servicio de microbiología del hospital, explica que han logrado reducir drásticamente el tiempo necesario para conocer el patógeno culpable de la sepsis, “de entre 36 y 48 horas con un hemocultivo [un cultivo de la sangre del paciente] a las 7 horas”. "La identificación correcta de los agentes infecciosos en 1 hora y media en el 92% de los casos", señala.
Cuando un paciente ingresa con síntomas de sepsis, recibe antibióticos de amplio espectro que tienen en cuenta el tipo de microorganismos infecciosos que se encuentran en la ciudad y en el hospital concreto. “Este sistema se emplea con pacientes críticos y esa forma empírica de aplicar los antibióticos acierta en un porcentaje elevado de los casos”, afirma Cardeñoso.
Después, el análisis más preciso que ofrece la nueva máquina, ofrece información que hace cambiar el tratamiento por otro más preciso en un 47% de los casos. “Esta información, además de adecuar mejor el tratamiento, favorece el control de resistencias a antibióticos que después se diseminan. Porque si por miedo al fracaso terapéutico se utilizan siempre los antibióticos de última línea [los más potentes], se extienden las multirresistencias”, añade Cardeñoso.
Una vez que se tiene la información, en La Princesa también han desarrollado nuevas vías de comunicación para que los médicos, responsables de aplicar el tratamiento, obtengan los resultados de los análisis en un dispositivo móvil para poder tomar decisiones junto a los propios enfermos.
Ahora, según explica Cardeñoso, en su hospital, el primero de Europa en utilizar estas herramientas, continuarán evaluando los resultados de su aplicación para compararlas con los métodos tradicionales y poder servir de ejemplo para otros hospitales.