Un tumor es, en líneas generales, un conjunto de células con mutaciones en su ADN que se multiplican más rápidamente que las normales y que, además, tienen la capacidad de vivir más tiempo. De esta forma aumenta el tamaño del tumor y, cuando alguna de estas células malignizadas migra, pueden dar origen a metástasis.
El equipo del Instituto de Investigación en Biomedicina de Buenos Aires (IBioBA, CONICET – Instituto Partner de la Sociedad Max Planck) dirigido por Eduardo Arzt, director del IBioBA e investigador superior del CONICET, publicó un nuevo trabajo en la revista Endocrine-Related Cancer. Allí demuestran por primera vez cómo la interacción entre dos proteínas lleva a la proliferación y supervivencia de las células tumorales sin que medien mutaciones o modificaciones en su genoma.
“Vimos que la proteína RSUME – que se descubrió en 2007 en nuestro laboratorio– estabilizaba a otra llamada PTTG, es decir que hace que permanezca más en el interior de la célula y no se degrade. Cuando hay altas concentraciones de PTTG, las células malignizadas se dividen más rápidamente pero de forma anormal y llevan al crecimiento del tumor”, explica Mariana Fuertes, becaria post doctoral del CONICET y primera autora del trabajo.
Desde hace tiempo se sabía que los tumores del sistema neuroendócrino tenían altos niveles de PTTG, una proteína que en condiciones normales es indetectable en el organismo. Diferentes investigaciones habían intentado descubrir el porqué del aumento de sus concentraciones en estos tipos de cáncer, y buscaban las razones en el genoma de la célula.
Pero la clave – según determinó el grupo de Arzt – no está en el ADN sino en otra proteína, RSUME. Esta molécula se comienza a producir cuando el organismo se ve sometido a situaciones como hipoxia (baja concentración de oxígeno) o daño por calor – heath shock.
“A partir del descubrimiento de que PTTG estaba aumentada sólo en tumores, y no tejidos normales del sistema neuroendócrino, diferentes grupos de investigación del mundo empezaron a buscar las causas en el genoma de la célula. Y ahora descubrimos que su aumento – y por lo tanto la proliferación del tumor – no están relacionados con el ADN sino con el aumento de RSUME. Esto abre un universo de posibilidades a la hora de proyectar nuevas estrategias terapéuticas para detener el avance del tumor”, comenta Arzt.
Para esta investigación, el equipo trabajó con profesionales del Hospital Italiano y del FLENI sobre muestras de tumores de hipófisis de pacientes de estas instituciones.
El rol de la molécula indetectable
Normalmente, cuando una célula descubre una mutación en su ADN inicia un programa de muerte celular programada. Sin embargo, cuando en su interior hay altas concentraciones de PTTG no sólo no mueren, sino que además proliferan y esto lleva al crecimiento del tumor.
Y es que a pesar de que PTTG tiene varias funciones, actúa principalmente sobre el ciclo de vida celular. Cuando está en altas concentraciones, la célula recibe señales constantes para dividirse, pero al hacerlo tan rápidamente el proceso no se completa bien. Esto lleva a que, por ejemplo, algunas tengan dos núcleos o cantidades anormales de cromosomas.
“Esto lleva a que se multiplique el número de células malignizadas Estas anomalías en general llevan a la muerte de algunas células, pero muchas sobreviven y favorecen el crecimiento del tumor”, concluye Fuertes.