Dormir menos de siete horas se asocia con un mayor riesgo

Extender las horas de sueño puede disminuir el riesgo cardiometabólico

Se asoció con medidas mejoradas de sensibilidad a la insulina y reducciones en el apetito

Autor/a: Rob H. P. Henst, Paula R. Pienaar, Laura C. Roden, Dale E. Rae

Fuente: The effects of sleep extension on cardiometabolic risk factors: A systematic review

Introducción

Se estimó que las enfermedades no transmisibles (ENT) representaron 38 millones de muertes en todo el mundo en 2012 (Organización Mundial de la Salud, 2015), y se prevé que aumentarán a 52 millones para 2030 (Mathers y Loncar, 2006).

Actualmente, el principal contribuyente a la mortalidad por ENT es la enfermedad cardiovascular, que representa el 37% de todas las muertes por ENT a nivel mundial (Organización Mundial de la Salud, 2015).

La prevalencia de obesidad, un importante factor de riesgo de ENT y diabetes mellitus tipo II (DMT2) también está aumentando cada año. A nivel mundial, el 10.8% de los hombres y el 14.9% de las mujeres eran obesos en 2014, y se estima que estas cifras aumentarán al 18% y al 21% en hombres y mujeres, respectivamente, en 2025 (NCD Risk Factor Collaboration [NCD-RisC], 2016a ).

De manera similar, la prevalencia de DMT2 fue de 9.0% y 7.9% en 2014 en hombres y mujeres, respectivamente, y se estima que 12.8% y 10.4% de hombres y mujeres a nivel mundial serán diagnosticados con DMT2 para 2025 (NCD Risk Factor Collaboration [NCD -RisC], 2016b).

Para reducir la carga actual y futura de las ENT, especialmente la obesidad y las enfermedades cardiometabólicas, se están desarrollando, evaluando y validando nuevas intervenciones.

Los estudios epidemiológicos informan relaciones constantes entre la duración del sueño corta y el aumento del riesgo de mortalidad, T2DM, hipertensión, enfermedad cardiovascular, accidente cerebrovascular, enfermedad coronaria, sobrepeso y obesidad, aumento de peso, hiperglucemia y tolerancia a la glucosa disminuida.

Resumen

De acuerdo con un análisis de todos los estudios publicados sobre el tema, aumentar la duración del sueño puede ayudar a reducir el riesgo cardiometabólico, o el riesgo de enfermedades cardíacas y trastornos metabólicos, en las personas que no duermen lo suficiente.

El análisis del Journal of Sleep Research, dirigido por investigadores de la Universidad de Ciudad del Cabo, Sudáfrica, incluyó siete estudios que intentaron aumentar la duración del sueño en adultos mediante cualquier intervención de extensión del sueño.

Estos estudios tuvieron una cantidad combinada de 138 participantes que eran personas sanas, dormían poco, con sobrepeso o pre o hipertensos.

Las duraciones de las intervenciones de extensión del sueño oscilaron entre tres días y seis semanas, y todas aumentaron con éxito el tiempo total de sueño entre 21 y 177 minutos.

La extensión del sueño se asoció con medidas mejoradas de sensibilidad a la insulina y reducciones en el apetito general, el deseo de alimentos dulces y salados, la ingesta diaria de azúcar libre y el porcentaje de ingesta calórica diaria de proteínas.

"Dada la abrumadora evidencia de que dormir menos de siete horas se asocia con un mayor riesgo cardiometabólico, es sorprendente que tan pocos estudios hayan explorado si extender la duración del sueño puede disminuir el riesgo cardiometabólico", dijo el autor principal, Rob Henst, candidato a doctorado. Señaló que esta revisión destaca la necesidad de tales estudios y proporciona orientación para futuros diseños de estudios.

"Aunque nos hemos centrado en los estudios con intervenciones de extensión del sueño en esta revisión, ahora es evidente que la mala calidad del sueño puede ser un factor de riesgo igualmente importante para la enfermedad cardiometabólica", agregó el Dr. Dale Rae, autor principal. "Por lo tanto, también se requieren futuras intervenciones de prueba de estudios destinadas a mejorar la calidad del sueño".


Discusión

El objetivo de esta revisión sistemática fue examinar los efectos de las intervenciones de extensión del sueño sobre los factores de riesgo cardiometabólicos en adultos. Según los siete estudios revisados, tres categorías de variables de resultado cambiaron en respuesta a la extensión del sueño: las relacionadas con la sensibilidad a la insulina (Killick et al., 2015); a la ingesta dietética (Al Khatib et al., 2018; Killick et al., 2015); y al apetito (Tasali et al., 2014).

Debido a que estudios anteriores han demostrado que el sueño corto está asociado con concentraciones más altas de glucosa e insulina en ayunas (Ford et al., 2013) y una sensibilidad reducida a la insulina (Matthews, Dahl, Owens, Lee, y Hall, 2012), parece plausible suponer que el aumento de la duración del sueño puede mejorar estos índices metabólicos.

Es intrigante que Killick et al. (2015) informaron mejoras significativas en los resultados relacionados con la sensibilidad a la insulina (HOMA - IR, HOMA - β, QUICKI) y la insulina en ayunas en participantes de corta duración (<6,5 hr) cuyos índices se encontraban dentro del rango saludable al inicio del estudio.

Además, estos cambios se midieron en respuesta a la estrategia de extensión de sueño más corta (3 días) revisada. Si bien estos resultados pueden atribuirse a la impresionante extensión de sueño registrada, estos datos deben interpretarse con cuidado, ya que la extensión de sueño se logró mediante el tiempo de espera en la cama en un entorno controlado, que puede no ser traducible a una situación del mundo real.

Dado el corto período de intervención, estos hallazgos no arrojan luz sobre las mejoras a largo plazo en los resultados relacionados con la sensibilidad a la insulina, y se necesitan investigaciones futuras para confirmar si se observan efectos similares en personas de sueño corto con resistencia a la insulina o diabetes.


Conclusiones

La evidencia de esta revisión sistemática indica que el aumento de la duración del sueño durante un período de 3 días a 6 semanas es una intervención viable e implementable que puede mejorar las medidas directas e indirectas de sensibilidad a la insulina, así como el apetito y la ingesta alimentaria.

Sin embargo, no se observaron cambios en otros factores de riesgo cardiometabólico, como los resultados antropométricos, la presión arterial, los marcadores inflamatorios, simpato-adrenales o metabólicos, la depresión y la ansiedad, la actividad física y la RMR.

Estos hallazgos pueden ser relevantes para investigadores, médicos, dietistas, fisiólogos del ejercicio y otros profesionales que participan en la pérdida de peso y la medicina preventiva.

Sin embargo, la evidencia actual para respaldar el papel de las intervenciones de extensión del sueño para reducir el riesgo de riesgo de enfermedad cardiometabólica es escasa, y la diversidad de diseños de estudio y participantes utilizados hace que los datos sean difíciles de sintetizar.

Sin embargo, aún se requieren estudios futuros que evalúen las estrategias de extensión del sueño en grupos más grandes, que incluyan niños, adolescentes, adultos mayores y poblaciones enfermas, así como evidencia que respalde la sostenibilidad a largo plazo de tales intervenciones.