Lo que necesita saber Antecedentes La fatiga es uno de los síntomas más comunes en la enfermedad inflamatoria intestinal (EII). Desafortunadamente, las estimaciones actuales de fatiga son limitadas y se necesitan estimaciones de prevalencia actualizadas. Resultados La prevalencia de fatiga en la EII se estima en un 47%. La prevalencia de la fatiga varió significativamente según la definición de fatiga y para esta con enfermedad activa en comparación con aquellos en remisión. Implicaciones para la atención al paciente La alta prevalencia de fatiga en la EII destaca la necesidad de desarrollar terapias dirigidas y definiciones y enfoques estandarizados para el manejo de la fatiga. |
Introducción
Las enfermedades inflamatorias intestinales (EII), incluidas la enfermedad de Crohn (EC) y la colitis ulcerosa (CU), son trastornos inflamatorios crónicos recurrentes y remitentes del tracto gastrointestinal. Estos trastornos conducen a una mayor morbilidad y costos sustanciales de atención médica.
La fatiga es un síntoma común e incapacitante en pacientes con EII, pero no se comprende bien y no se aborda adecuadamente en el entorno clínico.
La fatiga se describe como “una sensación persistente y abrumadora de cansancio, debilidad o agotamiento que resulta en una disminución de la capacidad para el trabajo físico y/o mental y que, por lo general, no se alivia con el sueño o el descanso adecuados”.
La fatiga en pacientes con EII tiene una etiología multifactorial, la cual no se conoce por completo.
La fatiga afecta la calidad de vida, el funcionamiento social y el empleo, y es una de las principales preocupaciones de los pacientes con EII
Antecedentes y Objetivos
La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) es una enfermedad crónica con recaídas y remisiones con alta morbilidad, costos sustanciales de atención médica y una incidencia creciente. La fatiga es uno de los síntomas más comunes que afecta la calidad de vida y es una de las principales preocupaciones de los pacientes con EII.
El objetivo de este estudio fue determinar la prevalencia global, los factores de riesgo y el impacto de la fatiga en adultos con EII.
Métodos
Se realizó una revisión sistemática y un metanálisis. Los datos se recuperaron de Medline, Embase, CINAHL y PsycINFO desde el inicio de la base de datos hasta octubre de 2019. Se calculó una prevalencia combinada de fatiga mediante un modelo de efectos aleatorios.
Los metanálisis estratificados exploraron las fuentes de heterogeneidad entre los estudios. La calidad del estudio se evaluó mediante una lista de verificación adaptada de Downs y Black.
Resultados
La búsqueda arrojó 4524 estudios, de los cuales 20 estudios se incluyeron en la revisión sistemática y el metanálisis. En general, los estudios fueron de buena calidad. La prevalencia combinada de fatiga fue del 47 % (intervalo de confianza del 95 %, 41 %–54 %), aunque la heterogeneidad entre los estudios fue alta (I2 = 98 %).
La prevalencia de la fatiga varió significativamente según la definición de fatiga (crónica: 28 %; alta: 48 %; P < 0,01) y el estado de la enfermedad (enfermedad activa: 72 %; remisión: 47 %; P < 0,01).
Los trastornos del sueño, la ansiedad, la depresión y la anemia fueron los factores de riesgo relacionados con la fatiga más reportados con mayor frecuencia.
Conclusiones
La prevalencia de fatiga en adultos con EII es alta, lo que enfatiza la importancia de esfuerzos adicionales para controlar la fatiga para mejorar la atención y la calidad de vida de los pacientes con EII.
Discusión
Esta es la revisión sistemática más grande y el único metanálisis realizado hasta la fecha que proporciona estimaciones de prevalencia de fatiga en la EII a escala mundial. La mayoría de los estudios se publicaron en los últimos 5 años, lo que indica un interés creciente en el estudio de la fatiga en el contexto de la EII.
La prevalencia general combinada de fatiga en la EII fue alta (47 %) con estimaciones específicas del estudio que oscilaron entre el 24 % y el 87 %. En comparación, se ha encontrado que una muestra de individuos sanos tiene una prevalencia de fatiga de solo el 5 %.
Sin embargo, los niveles de fatiga en la EII se asemejan a los de otras enfermedades crónicas, como el síndrome de fatiga crónica, artritis reumatoide, enfermedad hepática y síndrome del intestino irritable.
Una revisión reciente de la prevalencia de fatiga en más de 71.500 sobrevivientes de cáncer encontró que aproximadamente el 50 % de los sobrevivientes de cáncer reportaron fatiga, lo que sugiere que los pacientes con EII informan una prevalencia de fatiga similar a la de los sobrevivientes de cáncer.
Aunque esperábamos que la prevalencia de la fatiga fuera alta en las poblaciones con EII, no esperábamos encontrar tal variabilidad en las estimaciones agrupadas. La heterogeneidad entre estudios se explicó parcialmente por las diferentes definiciones de fatiga y también se puede explicar por la inconsistencia en el uso de las herramientas de medición de la fatiga, además de las posibles diferencias en los factores de riesgo relacionados con la fatiga y su prevalencia dentro de los estudios individuales.
Los resultados de esta revisión sistemática y metanálisis demostraron que la prevalencia de fatiga en adultos con EII es alta, aunque existe una heterogeneidad considerable entre los estudios. Dado el impacto que tiene la fatiga en los pacientes que viven con EII y la falta de terapias efectivas para controlar la fatiga, recomendamos que los estudios futuros se centren en desarrollar una definición estandarizada para la fatiga.
También se necesita más investigación para comprender mejor el impacto de la fatiga y los factores de riesgo relacionados con la fatiga en los múltiples dominios de la calidad de vida y para determinar los efectos de las intervenciones para reducir la carga de fatiga entre los pacientes con EII.
Aunque se han estudiado los factores que contribuyen a la fatiga y la relación entre la fatiga y la calidad de vida y la discapacidad en relación con la fatiga en pacientes con EII, ninguno hasta la fecha ha evaluado todos estos en los mismos pacientes, lo que nos impide comprender completamente estas relaciones.
Por lo tanto, los estudios futuros deben centrarse en comprender mejor los factores de riesgo de la fatiga y cómo abordarlos puede modificar la carga de la fatiga y su impacto. Abordar la fatiga en un entorno clínico y el desarrollo de intervenciones dirigidas a controlar la fatiga debe ser de alta prioridad entre los pacientes con EII.