Libros

Diego Armus: “Tras el Covid-19, la gente entendió que una enfermedad es más que un virus o una bacteria”

En “Enfermedades argentinas 16 historias”, el autor compila textos sobre cómo evolucionaron las distintas patologías sin separarlas de su contexto o época.

Autor/a: Celina Abud

Fuente: IntraMed

¿Las enfermedades tienen pasaporte? ¿Para cuántas patologías un cambio de gobierno trajo alteraciones en su historia? El doctor en historia Diego Armus quiso aproximarse a una respuesta o, al menos, dar herramientas para que el lector saque sus propias conclusiones. Lo hizo a través del libro Enfermedades argentinas 16 historias, que se encargó de editar. El volumen reúne capítulos de distintos autores que van desde la el paludismo a la enfermedad de Chagas, pasando por la peste bubónica y el cáncer.

La recopilación, publicada por la editorial Fondo de Cultura Económica, ofrece una reflexión crítica sobre la enfermedad, medioambiente y sociedad en la Argentina moderna e invitó a reconsiderar la historia de la salud desde un ángulo que trasciende la mera biología.  Aquí, su entrevista con IntraMed.

¿Cómo y cuando surgió la idea de compilar Enfermedades Argentinas 16 historias?

Los años del Covid-19 han sido, por decirlo de algún modo, muy duros y muy educativos. Diría que después de la pandemia la gente entendió que una enfermedad es mucho más que un virus o una bacteria. Esa es la perspectiva de quienes se dedican a la historia sociocultural de las enfermedades. Se trata de un vibrante subcampo de estudios que se viene consolidando en las últimas décadas, en la Argentina y en el mundo.  Enfermedades argentinas reúne estudios que no son coletazos de las incertidumbres, los desafíos y los traumas originados en la última pandemia. No fueron escritos como consecuencia de la pandemia. No son interpretaciones apresuradas sino resultados de investigaciones iniciadas hace años. Discuten enfermedades que en ciertos períodos de la historia de la Argentina moderna devinieron asuntos públicos, hechos sociales y culturales con una existencia propia e independiente más allá de ser problemas de salud individual y colectiva.  

¿Cuál fue el criterio de selección para las 16 enfermedades argentinas y sus autores?

Enfermedades argentinas no se propone ser una enciclopedia o una antología de todas las enfermedades que han marcado la historia de la Argentina moderna. Quedan muchas fuera, especialmente las etiquetadas como enfermedades relacionadas con los estilos de vida, las autoinmunes y las mentales, que irrumpieron con fuerza a partir de la segunda mitad del siglo XX en las taxonomías de la medicina oficial. Las que integran este libro son enfermedades sobre las ya se conoce algo desde una perspectiva histórica y sociocultural. En conjunto, ofrecen un abanico de interpretaciones que revelan los distintos significados —metáforas, saberes, prácticas, incertezas— que en el tiempo quedaron asociados no solo a ciertas enfermedades y a ciertas palabras como “salud”, “malestar”, “bienestar”,“dolencia”, sino también a las perspectivas de enfermos y de muy variados prestadores de atención a la salud -no solo los médicos. Son textos escritos prestando atención a las representaciones y discursos, la política, la ciencia y las tecnologías sanitarias, las experiencias individuales y colectivas de una cierta enfermedad.

¿Qué se van a llevar los médicos con la lectura de este libro? ¿Y el público en general?

Como fenómenos vitales, las enfermedades están connotadas por temas y problemas muy diversos. En Argentina —en otras historiografías no es muy distinto— la historia sociocultural de las enfermedades como la que ofrece Enfermedades argentinas se ha estado desplegando en abanico y también en profundidad. En abanico, toda vez que con mayor o menor éxito estos estudios discuten cierta enfermedad en diálogo con otros problemas no necesariamente médicos. En profundidad, porque buscan en la medida de lo posible entender la enfermedad en todas sus dimensiones.

Con frecuencia superpuestos, tres modos de narrar el pasado han animado esta perspectiva: la historia de la medicina —más enfocada en las condiciones de producción y aplicación del saber médico diplomado y en la biografía de médicos famosos—, la historia de la salud pública —abocada a las políticas de salud y la prevención de enfermedades, el Estado, las profesiones sanitarias, las biografías de médicos sanitaristas— y la historia sociocultural de la enfermedad -empeñada en contextualizar la enfermedad. Estos tres abordajes tienden a pensar a la medicina como un terreno incierto, donde lo biomédico está penetrado por la subjetividad humana. Programáticamente, la historia socio cultural de la enfermedad se ha propuesto explorar en qué medida y de qué modo la biología está connotada por fenómenos sociales, tecnológicos, medioambientales, culturales, políticos y económicos.

Entonces, y en tanto producto biológico y cultural resultante de numerosas mediaciones entre sociedad, naturaleza y ciencia, una enfermedad es algo mucho más complejo que una mera historia de grandes médicos y pacientes célebres. Así, ninguna enfermedad y sus tratamientos son asuntos exclusivamente médicos o de las instituciones privadas o públicas de atención de la salud. Las enfermedades —en particular desde la perspectiva de los enfermos, pero no solo de ellos— están saturadas de dimensiones emocionales frente a las cuales las medicinas —no solo la diplomada— despliegan muy diversas capacidades de interlocución.

Esta perspectiva ha producido por lo menos dos narrativas de algún modo biográficas. De una parte, ambiciosas historias globales de enfermedades que, en verdad, pocas veces son realmente historias globales. De otra, historias fuertemente localizadas, en lugares y tiempos muy definidos, como las incluidas en este libro. Me gustaría creer que esta perspectiva, la localizada en la Argentina moderna, es lo que este libro ofrece a los médicos y al público en general.  

¿A qué se refiere con el concepto de “biografía” de una enfermedad?

Aun reconociendo que la salud es multifacética, que dista de estar en tensión con una sola enfermedad, y que difícilmente pueda ser discutida en toda su complejidad mediante las cambiantes taxonomías creadas por la medicina oficial, las historias enfocadas en enfermedades particulares tienen el potencial de poder hilvanar una muy vasta y focalizada gama de problemas. Allí están, por ejemplo, los parámetros biológicos propios de una patología y la mayor o menor incertidumbre en materia científica y de salud pública que la rodea. También la relevancia simbólica de la enfermedad en la imagen de una nación, una región o un grupo social; su relación con las condiciones materiales de existencia; las prácticas sociales e individuales desplegadas para lidiar con esa patología, incluyendo las relaciones entre el prestador de atención de la salud —cualquiera que fuera: un médico, un herborista, un curandero, incluso un charlatán— y los enfermos; las cambiantes narrativas y performances sobre una enfermedad, incorporando la subjetividad y la dimensión emocional y cognitiva, pero sin olvidar la dimensión somática y biológica. Finalmente, y más en general y en tanto fenómeno capaz de incidir en la política, la economía, la ciencia y la cultura, una enfermedad habilita a la discusión de muy diversas dimensiones de la vida en sociedad.

La biografía de una enfermedad puede confirmar o desentrañar el rol de la medicalización en procesos de control social y estigmatización, y también, al mismo tiempo, puede constituirse en una suerte de actor clave que en cierto período puede mejorar o empeorar las condiciones de vida o facilitar una más acabada comprensión de modelos cognitivos, tecnologías médicas, marcos normativos y paradigmas biopolíticos.

¿Hay enfermedades argentinas?

La pregunta es clave para entender las razones que llevaron a preparar este libro. Dicho de otro modo: ¿Tienen pasaporte las enfermedades? Sí y no. Por un lado, es difícil pensar en enfermedades —las infecciosas, por ejemplo— sin un microorganismo particular, un vector que facilite su transmisión, tratamientos específicos y cambiantes tecnologías. Son enfermedades que con diversa intensidad han impactado en casi todos los rincones del planeta. Es el caso del paludismo con los parásitos, mosquitos y repelentes, o el de la tuberculosis con el bacilo de Koch, los antibióticos y la vacuna BCG, ambas enfermedades globales y con larga historia. Por otro lado, y tal como la reciente experiencia de la pandemia de COVID-19 ha hecho obvio, una enfermedad es mucho más que un microorganismo; por caso, un coronavirus. Y es mucho más porque ese sustrato biológico se conjuga de manera peculiar en contextos particulares.

Frente al COVID-19 han proliferado perspectivas y ensayos de todo tipo. Uno muy frecuente —y bastante paradójico— fue el de deslocalizar la pandemia. El derrotero del COVID-19 revelaba en tiempo presente similares impactos según regiones y países, pero también muchas diferencias. Sin embargo, y salvo algunas excepciones, las reacciones en los medios escritos, digitales y audiovisuales frente a ese tsunami que trastocaba todos los órdenes de la vida cotidiana, discutían la pandemia a la manera de un fenómeno transhistórico y global. En otras palabras, se sugería que con el COVID-19 y con todas las epidemias, en todos lados y en todos los tiempos, pasaba más o menos lo mismo. Así, y seguramente con las más nobles intenciones de aportar alguna certeza frente a la densa neblina reinante, proliferaron interpretaciones que establecían paralelos entre lo que se estaba viviendo y algunas pandemias del pasado. Las más mencionadas fueron la peste negra del siglo XIV y la de influenza de comienzos del siglo XX, con frecuencia reforzando sus argumentos con referencias al Decamerón (1353) de Giovanni Bocaccio, el Diario de la peste (1722) de Daniel Defoe y La peste (1947) de Albert Camus, o a algunas películas de Ingmar Bergman, Pier Paolo Pasolini y Werner Herzog. Por supuesto que estas lecturas tienen su mérito. Incertidumbre, miedo, contagio, dolor, muerte, curación y tantas otras dimensiones existenciales han motivado reflexiones transhistóricas sobre la relación de las sociedades y los individuos con las enfermedades.

Pero estas miradas deslocalizadas en el tiempo y en el espacio pueden ser tan sugerentes como históricamente poco convincentes. Tampoco lo es, por caso, la mirada esencialista que termina reduciendo la enfermedad a un fenómeno primordialmente biológico, en el que la historia de la medicina no es otra cosa que microorganismos y el exitoso e inevitable progreso del saber y hacer de los médicos, ignorando entonces que las sociedades y las culturas también han moldeado y complicado los modos con que, a lo largo de los siglos, se han enfrentado los malestares en general, incluyendo naturalmente las enfermedades y las epidemias.

Más refinadas y productivas son las perspectivas que asumen que las relaciones entre cultura, biología y medioambiente fueron, son y serán siempre inestables, y que las inmunidades colectivas se alteran por muy diversas razones, las enfermedades pueden o no controlarse, y los recursos para preservar la salud cambian. Si hay algo que distingue a todos los trabajos incluidos en este libro es un esfuerzo por localizar -de algún modo argentinizar, y no precisamente en clave nacionalista- el paludismo, la tuberculosis, la polio, el cólera y tantas otras enfermedades. El microorganismo o el vector asociados a una cierta enfermedad pueden ser similares en muchos lugares, pero las respuestas de la cultura y la política -en sus sentidos más amplios- no son universales.


 Sobre el autor:

Diego Armus estudió en la Universidad de Buenos Aires y es Doctor en Historia de la Universidad de California, Berkeley. Enseña historia latinoamericana en Swarthmore College (USA). Ha sido profesor invitado en universidades latinoamericanas, europeas y chinas e investigador del Centro de Estudios Urbanos y Regionales (Buenos Aires) y del CONICET (Argentina), las universidades de Harvard, Columbia, New York, el Instituto Iberoamericano de Berlín y la Fundación FIOCRUZ de Río de Janeiro.

Entre sus libros enfocados en la historia de las enfermedades y la salud se destacan From Malaria to AIDS. Disease in the History of Modern Latin America (2003); Entre médicos y curanderos. Cultura y enfermedad en América latina (2002, 2003); Cuidar, curar, controlar. Ensaios históricos sobre saúde e doença na América Latina e Caribe (2004, 2012); La ciudad impura. Salud, tuberculosis y cultura en Buenos Aires, 1870-1950 (2007 y 2013; versión en inglés de 2011 y una reedición actualizada que publicará por Penguin Random House en 2025). Entre sus últimos libros, cuentan The Gray Zones of Medicine. Healers and History in Latin America (2021, compilado con Pablo Gómez); Sanadores, parteras, curanderos y médicas. Las artes de curar en la Argentina moderna (2022) y Buenos Aires Reader (Duke University Press, en coautoría con Lisa Ubelaker). En 2012 recibió del Ministerio de Ciencia e Innovación de la Argentina el Premio RAICES y en 2015 un Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). En 2024 fue invitado como investigador visitante en el International Center for Drug Policy Sudies de la Universidad de Shanghai (China) y la Fundación Alexander von Humboldt (Alemania) le otorgó el Premio Humboldt de Investigación.