La ERGE es el trastorno gastrointestinal más común. El reflujo ácido crónico no controlado podría conducir a varios eventos adversos, como la esofagitis erosiva, la estenosis péptica, el esófago de Barrett y el adenocarcinoma esofágico.
Desde la publicación de la anterior guía de la ASGE sobre la ERGE, hubo varios avances endoscópicos que cambiaron el diagnóstico y el manejo de la enfermedad. Por ello, el Comité de Normas de Práctica de la ASGE preparó este documento, de acuerdo con el marco de la Clasificación de las Recomendaciones, Evaluación, Desarrollo y Evaluación (GRADE).
Las recomendaciones más fuertes y con mayor evidencia se anteceden de declaraciones como "recomendamos", mientras que para las más débiles y con menos evidencia se utiliza "sugerimos".
Si los síntomas son coherentes con ERGE típica o no complicada, el inicio con un tratamiento médico empírico es lo apropiado, antes de considerar la endoscopía, en la mayoría de los pacientes sin síntomas de alarma.
Puede ser necesario realizar una esofagogastroduodenoscopía de alta calidad cuando los síntomas de alarma han ocurrido después de una evaluación endoscópica reciente, en ausencia de tales síntomas.
Las guías anteriores de la ASGE sugerían la endoscopía de detección en pacientes de riesgo, que se definían como personas con antecedentes familiares de esófago de Barrett o adenocarcinoma esofágico o pacientes con ERGE más, al menos, otro factor de riesgo. Actualmente, el panel sugiere la detección para pacientes con múltiples factores de riesgo, sin que necesariamente tengan la ERGE como un prerrequisito, ya que muchos pacientes con ERGE y esófago de Barrett son asintomáticos.
Además, la esofagogastroduodenoscopía debe ser considerada como parte de la evaluación preoperatoria de los pacientes que son candidatos para la cirugía antirreflujo o para la colocación de dispositivos inalámbricos de monitoreo del pH esofágico.
No se encontraron estudios prospectivos que examinaran la utilidad de una esofagogastroduodenoscopía de detección de esófago de Barrett después de la gastrectomía en manga. No obstante, sí se identificó una revisión sistemática que informó que el 11,4 % (54/680) de los pacientes desarrollaron esófago de Barrett después de la gastrectomía en manga (p<0,001).
El panel consideró que este riesgo cruzaba el umbral del 10 % establecido por las guías anteriores. Por lo tanto, sugirió la detección en esta población de pacientes, comenzando a los 3 años, independientemente de la presencia de síntomas de ERGE, y con continuación cada 5 años.
En un metanálisis de 17 estudios observacionales, la tasa de ERGE de novo, posterior a la miotomía endoscópica peroral, fue del 19 %. La tasa agrupada de esofagitis fue del 29,4 %. En otro metanálisis de 11 estudios con 2342 pacientes, la tasa agrupada de reflujo sintomático fue del 22 %.
El panel expresó su preocupación con respecto a la interrupción de la barrera antirreflujo, independientemente de la técnica de miotomía endoscópica peroral y reconoció el riesgo de ERGE después de ella. Por lo tanto, se reconoció la utilidad de la endoscopía en los pacientes con acalasia después del procedimiento.
El panel acordó la necesidad de estandarizar la documentación del procedimiento de endoscopía en los pacientes con ERGE. También se discutió la importancia de la inspección y la limpieza adecuada de la mucosa para asegurar la detección de cualquier lesión precancerosa.
No se identificaron datos que demuestren que dejar de consumir alcohol mejore los síntomas de la ERGE como para hacer una recomendación. Otros cambios en el estilo de vida evaluados, como la disminución de la ingesta de diversas bebidas y alimentos, no brindaron datos concluyentes. El panel acordó que deben recomendarse las modificaciones en el estilo de vida mencionadas, dado el bajo costo de dichas intervenciones.
Los pacientes que estuvieron en terapia crónica con IBPs (más de 6 meses) deben ser considerados para la optimización y la desescalada del manejo médico. Los eventos adversos de los IBPs se han limitado a un modesto aumento del riesgo de infecciones entéricas; sin embargo, se necesitan datos confiables a largo plazo para probar o refutar cualquier otra asociación.
Los pacientes con ERGE que toman IBPs fueron más propensos a tener alivio de los síntomas (OR 4,2; IC del 95 %: 3.25-5.48; p<0,01) y curación de la esofagitis erosiva, en comparación con los que no toman un IBP (OR 11,4; IC del 95 %: 8,17-16,3; p<0,01). Los IBPs fueron más eficaces para aliviar la acidez estomacal que la ranitidina.
El tiempo de exposición al ácido fue significativamente menor entre los pacientes intervenidos con funduplicatura transoral sin incisión, en comparación con una intervención simulada. La tasa general de eventos adversos fue mayor después del procedimiento, en comparación con la terapia médica (37,8 % contra 14,3 %). Sin embargo, la tasa de eventos adversos significativos no fue estadísticamente diferente.
La funduplicatura transoral sin incisión tuvo menores costos directos, en comparación con la funduplicatura de Nissen laparoscópica, pero más costos que los IBPs.
La combinación de la reparación de la hernia hiatal con la funduplicatura transoral sin incisión se asoció con una mejor resolución de los síntomas, en comparación con los valores previos a la intervención. En un análisis, entre 358 pacientes que recibieron el tratamiento combinado, solo 2 (0,01 %) tuvieron eventos adversos graves. Ningún estudio informó sobre la resolución de los síntomas a largo plazo, los valores y las preferencias del paciente o los datos de costo-efectividad.
La resolución de los síntomas de la ERGE no fue significativamente diferente después de la radiofrecuencia, en comparación con el tratamiento médico con IBPs. Tampoco hubo diferencias significativas en el tiempo de exposición al ácido después de la radiofrecuencia, en comparación con el grupo IBP-simulado en los ensayos clínicos aleatorizados. La tasa de eventos adversos fue mayor en el grupo que recibió radiofrecuencia.
• Terapias endoscópicas en pacientes pediátricos: La literatura científica sobre el uso de terapias endoscópicas antirreflujo en pacientes pediátricos es limitada. Debido al amplio rango de edad en esta subpoblación y al tamaño del endoscopio, solo deberían realizarse en el contexto de un estudio de investigación bien diseñado.
• Nuevas terapias para la ERGE: Se examinaron la funduplicatura endoscópica de espesor total con dispositivo GERDx, el dispositivo MUSE, la mucosectomía antirreflujo, la terapia antirreflujo con ligadura con banda de clip, la ligadura con banda sola, el método de resección y plicatura y la ablación de la mucosa antirreflujo. Faltan datos coherentes sobre todas, que demuestren un beneficio duradero, en comparación con el tratamiento médico estándar.
• Beneficio a largo plazo: Las terapias médicas, endoscópicas y quirúrgicas existentes carecen de evidencia establecida sobre sus beneficios a largo plazo (más de 10 años). Nuevos estudios deberán examinar los resultados a largo plazo.
• Mejora objetiva en la ERGE: Nuevos estudios tendrán que incorporar y examinar las mejoras objetivas en la ERGE, además de la confianza en los resultados informados por los pacientes, que podrían ser subjetivos.
• ERGE atípica: Los datos sobre el beneficio de la terapia médica para los síntomas atípicos de la ERGE no son contundentes. Falta evaluar la utilidad de las terapias endoscópicas antirreflujo en una cohorte bien definida para estos síntomas.
• Incidencia de ERGE después de una miotomía endoscópica peroral: Los estudios recientes informan una baja incidencia de esofagitis persistente severa después de este procedimiento. No está claro si existe un mayor o menor riesgo de esófago de Barrett y de cáncer de esófago después de la miotomía endoscópica peroral.