Autor: Dr. Manuel Rocca Rivarola.
Director de Departamento Materno Infantil del Hospital Universitario Austral. Vicedecano de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral. Profesor Asociado a cargo de la Catedra de Pediatría de la Facultad de ciencias Biomédicas de la Universidad Austral. Director de la Carrera de Especialista Universitario en Pediatría de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral. Miembro de la Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Pediatría en diversos roles, secretario de relaciones institucionales, secretario de comités y grupos de trabajo, Prosecretario en Mesa ejecutiva.
Introducción
La medicina humanizada trasciende el simple tratamiento de enfermedades, abordando al paciente como un ser integral con necesidades físicas, emocionales, sociales y espirituales. En pediatría, esta perspectiva adquiere una importancia crucial, ya que no solo afecta al desarrollo del niño, sino también a la dinámica familiar. Este enfoque implica brindar cuidado al paciente pediátrico y apoyo a su familia, respetando su individualidad, creencias y emociones, mientras se fomenta un modelo de atención basado en la empatía y la dignidad.
“Cuidar con sentido trascendente a cada persona”
El ejercicio médico cobra mayor significado cuando se fundamenta en el cuidado integral y el respeto a la dignidad del paciente. Este enfoque no solo beneficia a los niños y sus familias, sino que también enriquece la labor del médico al infundir propósito y trascendencia en su práctica. En pediatría, cuidar con sentido trascendente implica ver al paciente y su entorno como una unidad, considerando sus emociones, valores y necesidades específicas.
El Acto Médico
El acto médico inicia con el vínculo que se establece entre el médico, el niño y su familia. Este vínculo es el cimiento de la confianza y la credibilidad, y depende en gran medida de la forma en que el profesional de la salud escucha, responde y conecta con los demás. Como expresó el Dr. Carlos Gianantonio: “Poner los ojos en otros ojos” resalta la importancia de una conexión profunda, donde tanto el receptor como el emisor se enriquecen mutuamente. La mirada sin duda construye al otro.
Un acto médico humanizado debe incluir:
•Empatía y humildad: La capacidad de comprender y validar las emociones del paciente y su familia.
•Compromiso y curiosidad: Interesarse y asombrarse como característica única del ser humano genuinamente en cada caso, adaptando el cuidado a las necesidades individuales.
•Componentes afectivos: Tratar de curar cuando se pueda, pero siempre cuidar y ayudar, recordando que el componente emocional es vital para la sanación.
Construyendo Confianza: Vínculos Edificantes en el Consultorio
La confianza entre el médico, el paciente y su familia es una herramienta terapéutica esencial. Escuchar activamente, validar las preocupaciones y brindar un espacio seguro fortalece la relación médico-paciente, facilita la adherencia al tratamiento y mejora los resultados en salud. En pediatría, estas interacciones también construyen un ambiente positivo donde los niños y sus familias se sienten valorados y respetados.
Comprendiendo las Necesidades del Paciente y su Familia
El abordaje humanizado requiere reconocer que cada paciente y su familia son únicos , por lo tanto tienen necesidades únicas, que incluyen:
•Apoyo emocional: Ayudar a los cuidadores a afrontar la incertidumbre y el miedo.
•Información clara y comprensible: Explicar diagnósticos y tratamientos de manera adaptada a sus niveles de comprensión.
•Participación activa: Incluir al niño y su familia en las decisiones médicas, respetando sus valores y creencias.
•Reconocimiento del contexto social: Tener en cuenta factores culturales, económicos y familiares para personalizar el cuidado.
Comprender las necesidades de los pacientes y sus familias comienza con una escucha activa que permita interpretar su contexto y reconocer sus verdaderas inquietudes.
A lo largo del tiempo, la medicina ha evolucionado desde un modelo paternalista, centrado en la imposición de directrices, hacia una práctica más colaborativa que destaca la importancia de la comunicación efectiva y la empatía
Este cambio se refleja claramente en muchas prácticas preventivas. Por ejemplo, en el marco de los primeros 1.000 días, la imposición de prohibir el colecho como práctica no segura demostró ser ineficaz. En cambio, la educación, el diálogo y el trabajo conjunto sobre las condiciones para un colecho seguro han logrado mayor impacto en la seguridad de los bebés.
Asimismo, los pediatras desempeñan un rol crucial en la promoción de la lactancia materna. Esta práctica no solo representa la mejor opción nutricional para los lactantes, sino que también fortalece el vínculo madre-hijo y ofrece beneficios duraderos para la salud del niño. Sin embargo, es esencial reconocer que la lactancia no siempre es posible debido a diversas circunstancias. En estos casos, el pediatra tiene la responsabilidad de apoyar y orientar a las madres, asegurando alternativas nutricionales adecuadas tratando de no afectar el vínculo afectivo con el bebé.
La Medicina Compasiva: Más Allá de la Empatía
La compasión no solo implica comprender el sufrimiento del otro, sino también actuar para aliviarlo. Este enfoque va más allá de la empatía, promoviendo:
•Adaptación individualizada: Personalizar el cuidado en función de las prioridades del paciente.
•Acompañamiento emocional: Estar presente durante los momentos difíciles con sensibilidad.
•Respeto y dignidad: Tratar a cada persona como un ser único, independientemente de las circunstancias.
Educando en Compasión: ¿Cuánto se Nace y Cuánto se Hace?
Aunque la compasión puede ser en parte innata, también se desarrolla mediante formación y reflexión. Programas educativos centrados en la empatía, el autoconocimiento y el manejo emocional transforman la práctica médica, especialmente en pediatría, donde las decisiones son delicadas y las emociones intensas.
El Rol de la Espiritualidad en Medicina
La espiritualidad ofrece un soporte vital para los pacientes, sus familias y los médicos. En pediatría, la espiritualidad se manifiesta como una herramienta para enfrentar el sufrimiento y encontrar esperanza. Para los profesionales, también representa una fuente de resiliencia y propósito frente a los retos diarios. Integrar esta dimensión no significa imponer creencias, sino crear un espacio de diálogo donde se reconozcan los valores y esperanzas de cada familia.
Conversaciones Vitales: Mejorando la Comunicación Médico-Paciente
La comunicación efectiva es un eje fundamental de la medicina humanizada. Estrategias como la escucha activa, el uso de un lenguaje claro y la empatía son esenciales, especialmente en situaciones difíciles como diagnósticos graves o conflictos familiares. Estas interacciones, realizadas con sensibilidad, permiten validar emociones, proporcionar información realista y mantener la confianza.
En pediatría, las consultas difíciles pueden incluir:
•Diagnósticos graves o pronósticos inciertos: Comunicar la verdad con sensibilidad, sin minimizar ni dramatizar.
•Conflictos familiares: Actuar como mediador, facilitando la comprensión y el consenso.
•Ofrecer esperanza realista: Enfocarse en lo que aún puede hacerse y en cómo se continuará el cuidado del niño. El gran desafío actual en atención del paciente sobretodo en áreas críticas , es diferenciar un gran dilema ético; que no todo lo que podemos hacer, y me refiero a la definición de intervenciones desproporcionadas, lo debemos hacer.
Conclusión
La medicina humanizada en pediatría no solo optimiza los resultados clínicos, sino que también fortalece los vínculos entre médicos, pacientes y sus familias, priorizando la dignidad, el respeto y la empatía. Este enfoque, más que una opción, se convierte en una necesidad para rehumanizar la práctica médica, otorgándole propósito y trascendencia. Es esencial fomentar un trabajo interdisciplinario que integre a todo el equipo de salud para brindar una atención integral, centrada en las necesidades físicas, emocionales y sociales de cada niño y su entorno.
Comprender y atender las necesidades únicas del paciente y su familia, desde la empatía y la compasión, enriquece no solo la experiencia del paciente, sino también la labor del profesional médico. Este enfoque, lejos de ser un ideal abstracto, es una herramienta práctica y poderosa para transformar el cuidado en una experiencia humana que combina respeto, conexión y apoyo mutuo.
Asimismo, las conversaciones vitales representan un puente esencial para construir confianza, colaboración y apoyo en la relación médico-paciente. Desarrollar habilidades de comunicación sensibles y efectivas es clave para garantizar una atención que trascienda lo técnico, ofreciendo no solo tratamiento, sino también consuelo y esperanza. Este compromiso con una medicina integral y humanizada fortalece no solo la experiencia de los pacientes y sus familias, sino también la esencia misma de la práctica médica, devolviéndole su sentido más profundo a nuestra vocación , que en definitiva es tener por oficio nuestra propia pasión.