Lilly Cárdenas, en plena tarea. (Fotos: Gentileza Lilly Cárdenas)
Decididamente, la cuestión este 1 de diciembre es el camino, y este que hoy recorreremos juntos no arranca por el del principio de esta historia, pero -lo sabemos- los caminos de la vida son intrincados. Empecemos…
Era julio de 2019, y en la Ciudad de México se llevaba a cabo la 10ª Conferencia Mundial sobre VIH/SIDA (IAS). En una de las sesiones plenarias, Gloria Maimela, directora de Programas de Fortalecimiento de Sistemas de Salud, del Instituto de Salud Reproductiva y VIH del Wits Reproductive Health and HIV Institute, de Sudáfrica, nos señaló a los presentes, con su suave voz: "Decimos que las personas que viven con el virus y no lo saben no son fáciles de encontrar... ¿No será que los difíciles de encontrar somos nosotros? Debemos ser precisos en adónde ir y cómo encontrar. No se trata sólo de ART. La respuesta debe estar centrada en la gente. Los modelos deben estar basados en la comunidad y en el trabajo con la sociedad civil'. "Está en nuestras manos", fue el cierre de su presentación.
No puedo evitar el uso de la primera persona. No puedo porque la frase resuena en mis oídos desde 2019 con frecuencia, y porque en ese momento (y a partir de entonces, en muchos otros) me hizo pensar en alguien que yo había conocido el año anterior. Alguien que hace exactamente eso que la doctora Maimela acababa de decir que había que hacer. Esta es su historia…
Lilly Cárdenas es orgullosamente oaxaqueña, y médica (además de madre, esposa, hija, amiga…). Médica cirujana, especifica, y cuenta para IntraMed: “Mi mamá es enfermera, y yo la acompañaba a sus guardias. Me gustaba mucho estar en el hospital; siempre dije que sería médica… y mira, ¡se cumplió! Me imaginaba trabajando en hospitales grandes, siempre atendiendo pacientes en guardias, en quirófano, en urgencias…”. Se cumplió, sí, pero no trabaja en un quirófano, sino en un consultorio móvil que, como parte de un proyecto conjunto entre el COESIDA Capasits, de Oaxaca, y la ONG internacional AHF (Aids Healthcare Foundation), recorre el Estado de Oaxaca (que tiene nada más y nada menos que 91.783km2) en busca de las personas que viven con VIH, o que pueden estar viviendo con el virus y no lo saben.
“Trabajar en VIH fue lo mejor que me pasó en mi vida profesional; el VIH es un antes y un después en mi carrera como médica. Tengo cursos, diplomados… todo enfocado en VIH e infecciones de transmisión sexual; es en lo que trabajo desde 2016”, cuenta, y sigue recordando: “Me incorporé a AHF en 2017, sin conocer el proyecto aún. En mi anterior trabajo acudíamos al Capasits (sigla para Centro Ambulatorio para la Prevención y Atención en SIDA e Infecciones de Transmisión Sexual) a pláticas sobre VIH y me decía ‘qué bonito sería trabajar aquí’; pasaron los años y una compañera de mi trabajo anterior, la doctora Denisse Gallegos, me preguntó si no me gustaría trabajar en AHF, me platicó lo que hacían…”. “Ahora mi vida de médica es en carreteras, en comunidades lejanas de difícil acceso, con calor extremo…”, añade y enumera: realizan jornadas de prevención, y pruebas rápidas de VIH, sífilis y hepatitis C; llevan para entrega gratuita condones internos y externos, y lubricantes; brindan información, atienden consultas de personas con VIH en las comunidades y les llevan su tratamiento antirretroviral… También hacen consulta clínica integral; vinculan con los servicios de salud a las personas que en los tests dan reactivos a VIH o hepatitis C, y llevan el control de aquellas personas en las que se detecta sífilis, entre otras actividades...
Cuando no anda por los caminos, hace lo propio en el centro de la ciudad de Oaxaca, o en colonias o municipios cercanos. Y en todos esos escenarios, en las zonas donde los datos estadísticos muestran que hay más casos reactivos, salen a buscar a quienes viven con VIH y no lo saben: “el objetivo es que no lleguen a fase de sida y que puedan iniciar tratamiento lo más pronto posible; así evitamos que su salud se deteriore y, al mismo tiempo, transmisión y complicaciones”.
Nace un consultorio móvil |
Cuenta que, a pesar de que le encantaba la idea, cuando le prepusieron formar parte del proyecto se lo pensó mucho: implicaba viajes muy frecuentes… “Platiqué con mi esposo, y él me dijo que me apoyaba si decidía entrar; mi mamá al principio no quería, por los riesgos, y ahora es una de las personas más orgullosas”, cuenta. “Decidí aceptar, y desde el primer día supe que era mi lugar. Es lo mejor que me ha pasado en lo profesional; la doctora Denisse estaba en el proyecto antes que yo, y es tan empática y preocupada por sus pacientes… Siempre me dijo que quería que estuvieran en buenas manos y ella conocía cómo trabajaba yo…”.
También en este punto daremos un salto en el tiempo: cinco años antes, el 12 de octubre de 2012, AHF había donado el móvil al Capasits; el proyecto incluía, además, personal capacitado: médico, licenciada en Enfermería y oficial de transporte, “que se convirtió en polivalente, y apoya en todo lo que puede”, destaca Lilly. “El objetivo -cuenta- era mantener a los usuarios indetectables. La doctora Gabriela Velásquez, en ese entonces directora del Capasits, había solicitado apoyo, debido a que muchos usuarios abandonaban el tratamiento porque no contaban con los recursos para viajar: o no les daban permiso en su trabajo y hasta los despedían, o tenían que dejar a sus hijos por dos o tres días, y entonces preferían no acudir a la consulta ni retirar su tratamiento. Así fue que, de la mano del entonces el coordinador nacional del área médica de AHF México, Cristian Matus Regules, y de la doctora Velásquez, nació el proyecto”. Con el móvil y el personal disponibles, se determinaron los municipios y las áreas de más difícil acceso y alta marginación. “Y desde entonces hasta ahora todas las personas que atendemos se mantienen indetectables, con excelente apego al tratamiento”, se alegra Lilly de poder contar.
Andar los caminos |
La geografía de Oaxaca, destaca, fue -y sigue siendo- todo un desafío, pues es a de las más accidentadas del país. “Y la unidad móvil funciona a pesar de montañas, terracerías, cumbres y derrumbes, y también a pesar de los bloqueos, que se producen cuando las comunidades cierran las calles para dar fuerza alguna petición al gobierno, y entonces hay que dar recorridos más grandes”, cuenta. Y agrega: “Podemos salir y llegar a nuestro destino en 8 horas, pero también se pueden transformar en 14; la cuestión es poder atender a nuestros pacientes, y no que se queden sin consulta ni tratamiento”.
A medida que el proyecto se fue haciendo conocido, las demandas a la unidad móvil fueron creciendo, y el entusiasmo creciente con el que Lilly despliega esta historia es emocionante. “Llegábamos a hospitales lejanos y veíamos que el personal de salud no tenía la información científica adecuada sobre VIH, ni la necesaria para no generar estigmas y discriminación; ideas tan erróneas que no te imaginas -cuenta-. Entonces comenzamos dando pláticas para informar y actualizar al personal de salud, y para generar conciencia y así evitar estigmas y discriminación”. “También constatamos que los jóvenes, aun en las comunidades lejanas, iniciaban su vida sexual a muy temprana edad, de modo que comenzamos a adaptar la información y armamos pláticas de prevención para ellos; también comenzamos a llevar condones y lubricantes, y a organizar alianzas con los institutos de juventud municipales para generar entre todos conciencia sobre la importancia del testeo. Cada vez fueron más las jornadas de detección. Y como buscamos, fuimos (y seguimos) encontrando más personas reactivas a VIH, de modo que había que implementar la vinculación con los servicios de salud para que iniciaran el tratamiento, e ingresarlos a la comunidad atendida por la unidad móvil para que no lo abandonaran”. Lo cierto es que, en lugares donde no les recibían ni un condón, ahora se realizan las pruebas.
Nombres y números
Es difícil cuantificar el trabajo del equipo del consultorio móvil, que además de Lilly lo integran Julio Fredy León (oficialmente, encargado del transporte, pero ya es un “todólogo”), y la licenciada en Enfermería Jessica Hernández, quien –asegura- se convirtió en su mano derecha. “Y no podríamos hacer todo lo que hacemos sin el trabajo de nuestra vinculadora a los servicios de Salud, Iris Alvarado, y nuestra capturista, Patricia Hernández”, agrega Lilly, que, de tan agradecida, busca y busca a quién más darle las gracias, porque, recordemos, el VIH “fue un antes y un después” en su carrea como médica. Esa carrera en la que lo resultados, a veces, pueden medirse. Y entonces, como para que podamos hacernos una idea, comparte estos de 2024, hasta octubre:
• 3.478 consultas, para las cuales llevamos los tratamientos antirretrovirales y otros medicamentos que necesiten para otras enfermedades
• 1.386 pruebas rápidas de VIH a poblaciones clave
•4.854 pruebas rápidas de hepatitis C y sífilis (a pacientes y a población abierta, “por eso son más elevadas las cifras que las de VIH)
Además, han entregado 36.250 condones externos y 10.840 internos; y 23.436 lubricantes. Y a esto se suma que también se realiza prevención, y -como dice en su maravilloso “mexicano”, pláticas sobre ITS, uso correcto de condón, concientización en busca de eliminar estigmas y discriminación…
“En resumen, entre prevención, detección, atención y vinculación, en la Unidad Móvil de Atención Integral al VIH hasta octubre hemos atendido más de 64.530 personas”, sintetiza y piensa en lo que queda del camino todavía. Porque no duda: las personas con VIH no son difíciles de encontrar, pero es imperativo querer encontrarlas.