Gracias al uso de anticonceptivos

Chile disminuyó la tasa de embarazo adolescente un 70% en 12 años

Las cifras del Ministerio de Salud pueden dar la clave: indican que el uso del preservativo en la primera relación sexual subió del 59,9% al 73,8%, y que los adolescentes son los más propensos a usarlo.

Fuente: IntraMed

La Organización Mundial de la Salud (OMS), define la adolescencia como “la época de la vida formada por todos los individuos entre 10 y 19 años”, por lo que todo embarazo en ese rango de edad se define como Embarazo Adolescente (EA). La OMS advierte que este embarazo sigue siendo un desafío global, con impactos significativos en la salud, la sociedad y la economía. Y si bien es cierto que a nivel mundial la tasa de natalidad adolescente ha disminuido de 64,5 nacimientos por cada 1.000 mujeres en 2000, a 41,3 en 2023 las realidades difieren según las regiones: África Subsahariana y América Latina y el Caribe son las más afectadas, con tasas de 97,9 y 51,4 nacimientos por cada 1.000 mujeres respectivamente en 2023.

Pero en América del Sur, Chile ha torcido ese rumbo: entre 2017 y 2023 se ha observado una notable tendencia a la baja en los embarazos entre adolescentes, según datos del Departamento de Estadísticas e Información de Salud. La tasa de fecundidad bajó, en el grupo de niñas de entre 10 a 14, de 1.21 en 2015 a 0.36 en 2020. Y en el grupo de entre 15 y 19, de 39.31 a 15.39

Una de las razones que explican esta baja es el uso de métodos anticonceptivos. De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Juventudes 2022, del Instituto Nacional de la Juventud (Injuv), el uso del condón en la primera relación sexual experimentó un aumento significativo en el período 2015-2022, pasando del 59,9% al 73,8%. Además, el porcentaje de jóvenes que han utilizado algún método anticonceptivo en su primera experiencia sexual, ya sea condón, pastilla u otro, aumentó del 77,5% (2018) al 86,6% en 2022. Y eso no es todo: los y las jóvenes entre 15 y 19 años muestran una mayor propensión a utilizar métodos anticonceptivos en su primera relación sexual en comparación con los más grandes, tanto los que tienen entre 20 y 24 años, como los del grupo de 25 a 29. . 

Particularidades

Un estudio publicado por Jorge Rodríguez Vignoli, de CELADE-División de Población, de la  de la CEPAL, y Antonia Roberts, de la Universidad de Chile señalaba, ya en 2012, las particularidades de Chile en esta materia, en relación con lo que se vive en otros países de la región.

Plantea, en primera instancia, el estado de la cuestión para la década de 2000, cuando la fecundidad adolescente no deseada en América Latina iba en franco aumento, y señala  que la postura general, en ese momento, era que reducir esta fecundidad “era difícil”. Se establecían como causas algunas que aún subsisten en buena parte de América Latina: las escasas alternativas a la maternidad de las adolescentes pobres y el arraigado patrón de unión temprana, y otras más generales, como el adelantamiento de la menarquia y el masivo aumento de la actividad sexual. La variable diferencial, según el trabajo, fue “un conjunto relativamente articulado de acciones, en su mayoría lideradas por el sector salud, tendientes a reconocer la especificidad de los y las adolescentes; asumir su condición de sujetos sexuales; garantizar sus derechos sexuales y reproductivos, y facilitar el acceso a la salud sexual y reproductiva, incluyendo la anticoncepción en todas sus modalidades”. 

Posiblemente  una de las claves del logro chileno sea lo de en todas sus modalidades. De hecho,  el título del trabajo incluye una frase contundente: “el método también importa”. Lo cierto es que, según señalaba el informe, “se aprecia la caída enorme de la fecundidad adolescente desde 2008. En solo 12 años se redujo más de un 70%, alcanzado en 2020 (cifras provisionales) un 14 por mil, por lejos la más baja de América Latina”. Para ello, destacan los investigadores, ampliar el acceso a la anticoncepción ha sido clave. Pero –señalan- no solo es clave expandir el acceso; es indispensable una gama de anticonceptivos que les resulte funcional a las y a los adolescentes. “En este sentido, el incremento de los métodos Anticonceptivos Reversibles de Larga Duración (ARLD) ha sido particularmente importante”, destaca el informe y añade que es indiepnsable también que se combinen con lo que llaman  “la estrategia de espacios amigables”, que pongan a disposición de este grupo etario “no solo anticoncepción, sino también información, consejería, controles generales de salud, puerta de entrada para ingresos a atenciones más especializadas”.

Algunas advertencias

Reconocen que hay en Chile variables que no son comunes en otros países de América Latina, y ejemplifican: “La inesperada postergación de la iniciación sexual en la década de 2010 (que amerita más investigación, así como seguimiento de su continuidad); el atraso de la unión en la adolescencia; el aumento significativo de la conclusión de la educación secundaria, y la fuerte expansión de la matrícula universitaria”. “Por ello –destacan-, el logro de Chile no es una simple receta a seguir por otros países de la región”.

Y, por otro lado, señalan que el aumento de los ARLD abre nuevos desafíos. Por un lado, éticos, vinculados al respeto de las decisiones y al consentimiento informado de las adolescentes. Por el otro, “la sensación de seguridad frente al riesgo de embarazo, que puede erosionar la prevención de otros riesgos, como los de contagio de ITS”. 

Y concluyen: “Desde luego, reducir la fecundidad adolescente no asegura una vivencia plena, placentera y bien informada de la sexualidad ni garantiza éxito en la vida futura de las adolescentes. Estos últimos objetivos requieren de otro tipo de políticas y también de cambios sociales estructurales”.