Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) revelan que más de un millón de personas se infectan cada día de alguna enfermedad de transmisión sexual: el 60% de ellas son menores de 25 años, y de ellos, el 30% son menores de 20 años, adolescentes…
Pero vamos a ir ajustando la lenta de observación: datos publicados recientemente en España por la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE) y por el Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III (SCIII), con datos procesados hasta diciembre de 2022, el 37 % de las infecciones de transmisión sexual (ITS) se diagnostican en menores de edad. De ellos, un 4% se detectaron en menores de 15 años; un 33%, en personas de entre 15 y 17 años, y el 63% restante, entre jóvenes de 18 a 19 años. Y la infección la más frecuente es la clamidiosis: según un informe de Victoria Hernando Sebastián, investigadora del Centro Nacional de Epidemiología, que cita el Ministerio de Salud español, en 2022 se diagnosticaron más de 26.000 casos, y el 37,6% de las personas infectadas tenía menos de 25 años, lo que implica 10.000 casos en este grupo etario. "Donde vemos el mayor porcentaje es en el grupo de los más jóvenes, es decir, los de entre 15 y 19 años, y estaría rondando el 29%", añadió.
Pero la sífilis también es un problema que crece: en 2022 se notificaron 8.141 casos, de los cuales el 81% fueron diagnosticados en personas de entre 20 y 24 años, y un 18,6% en el grupo de 15 a 19 años. "Llevamos 20 años de crecimiento de las infecciones de transmisión sexual; en el caso de la sífilis, mucho más marcado en los últimos años", resaltó Hernando Sebastián. Estas son dos miradas macro, pero… ¿y si se intenta hilar más fino?
Una investigación clínica cotidiana
El Hospital de Basurto, de la ciudad de Bilbao, es el centro de referencia para ITS en la provincia Bizkaia. Allí llamó la atención las consultas de adolescentes, un grupo especialmente vulnerable, eran muy pocas (sólo el 2 % del total), cuando su peso en la población es mucho mayor. Decidieron, entonces, buscar las razones. Un equipo de investigadores del hospital, dirigido por Joana De Miguel, especialista en la unidad de enfermedades infecciosas, recopiló datos de personas que habían sido atendidas por infecciones de transmisión sexual bacterianas en el centro de salud Bombero Etxániz, vinculado con Hospital de Basurto, entre 2014 y 2023. Prestaron especial atención al grupo de jóvenes de entre 14 y 18 años, y descubrieron un dato significativo: las tasas de prevalencia de ITS son considerablemente más altas si las comparan con las de personas mayores de 19 años.
Presentaron los resultados en un trabajo que titularon “La epidemia oculta de infecciones de transmisión sexual en adolescentes”, y presentaron en el congreso de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) celebrado este año en Zaragoza. Detectaron también que ese grupo etario se caracteriza por usar menos el preservativo que los mayores, y por acudir mucho menos frecuentemente a los servicios sanitarios. “Estos datos describen solo la punta del iceberg, bajo la que se oculta una epidemia creciente de desconocidas dimensiones”, concluyen los autores del trabajo.
Algunos números
Puestos a mirar cifras, detectaron que la incidencia de gonorrea es del 15,5% entre las personas atendidas de 14 a 18 años, mientras que este porcentaje entre los mayores se reduce al 10,3%. La diferencia es mucho más significativa entre las mujeres (15,5% y 5,3%, respectivamente). En clamidia, la prevalencia es del 25,3% en los adolescentes y del 14,2% en mayores (29,3% y 15,2% en mujeres). Solo en sífilis, pero por poco, se observa en los adolescentes en general un porcentaje menor (2,1% por 3,4%); pero si se discrimina por sexo, entre las adolescentes es más del doble que entre las mujeres de 19 o más años (1,4% por 0,6%).
Es cierto que si la comparación se hace en grupos segmentados cada 5 años, algunas incidencias pueden ser más elevadas en otros grupos (como el de 20 a 24 años o 25 a 29, según la infección), según indican los datos del SCIII. Pero de todas maneras, de acuerdo a los investigadores, lo resultados muestran datos que no solo son relevantes; también preocupan, porque en realidad –afirman– se desconoce la magnitud del problema: es que en general, los adolescentes casi no van por decisión propia a los centros para hacerse una prueba por prevención, sino solo cuando tiene síntomas.
“Si los menores solo vienen cuando tienen síntomas, todos los demás casos se nos están escapando”, alerta De Miguel. Hay otro tema que también genera dificultades para saber realmente qué está pasando: muchas ITS permanecen latentes y asintomáticas, lo que no impide que se transmita la infección. Y a estos se suma la escasez de estudios centrados en los menores de edad. “Solo hemos encontrado uno parecido, con resultados similares, hecho en el Centro Sandoval, en Madrid”, también especializado en la salud sexual, explica la investigadora.
De Miguel destaca también que sigue habiendo “barreras” que dificultan el acceso de a los servicios especializados. “Los adolescentes vienen menos. Probablemente sea por vergüenza, porque no conocen bien los recursos asistenciales disponibles, porque temen lo que piensen los demás… La adolescencia es un momento en el que te sientes vulnerable. Lo grave es que esto impide o retrasa el diagnóstico y el tratamiento”, añadió la investigadora.
Y el informe señala que esta problemática afecta a los adolescentes precisamente cuando más la necesitan “Hay algunas características anatómicas (menor producción de moco cervical y una mayor ectopia cervical) que hacen a las pacientes de esta edad más susceptibles de sufrir ITS. También hay factores conductuales: tienen más contactos que los adultos, algo que se ve favorecido por las nuevas aplicaciones tecnológicas, y a pesar de ello usan en ellos menos el preservativo”, advirtió De Miguel.