Dra. Melina Huerin, miembro de la Sociedad Argentina de Lípidos.
La enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte a nivel global, generando más muertes que el cáncer, las infecciones y las enfermedades respiratorias crónicas. Y también niveles anormales de colesterol, en especial los niveles altos de LDL (comúnmente y mal denominado colesterol “malo”) no diagnosticados o no tratados pueden causar problemas graves, como un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular. Así lo recordaron especialistas con motivo de conmemorarse el Día Mundial del Colesterol, el 19 de septiembre.
“En Argentina, casi un 30% de la totalidad de los fallecimientos, son debidos a la enfermedad cardiovascular (1 de cada 3 muertes) y representan la principal causa de muerte prematura. Según la 4° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo correspondiente al año 2019, casi el 30 % de la población encuestada tenía valores elevados de colesterol medidos por lo menos una vez en su vida”, explica el Dr. Facundo Tornelli (MN 118.900), médico de planta a cargo de Diabetología y Lípidos Hospital Parmenio Piñero CABA y especialista en lípidos de la Sociedad Argentina de Lípidos (SAL).
El médico recordó que el colesterol se produce en el hígado y es transportado por el torrente sanguíneo a través de lipoproteínas: las de alta densidad (HDL o colesterol “bueno”), que ayudan a que el organismo elimine el colesterol de las arterias y las de baja densidad (LDL o colesterol “malo”), que depositan el colesterol dentro de los vasos sanguíneos que transportan sangre al corazón y a otras partes del cuerpo. Y que lleva a que con el tiempo las arterias se estrechen u obstruyan con la llamada placa de ateroma.
Las enfermedades cardiovasculares representan un desafío constante ya que llevan a una enorme cantidad de muertes prematuras y prevenibles. “La enfermedad cardiovascular aterosclerótica es la causa subyacente del 85% de las muertes relacionadas con ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares” detalló el Dr. Tornelli.
Si bien los factores de riesgo se clasifican en “modificables” y “no modificables” es de vital importancia generar hábitos de vida saludables como realizar actividad física en forma regular, mantener un peso saludable, una alimentación balanceada, no fumar y una correcta higiene del sueño, para ayudar a mejorar los niveles de colesterol, aunque solo en un 10 -15%, por lo que en muchas ocasiones se requiere iniciar un tratamiento farmacológico.
La Dra. Melina Huerin (MN 74244), médica cardióloga, Jefa de Cardiología del Instituto Cardiovascular Lezica y miembro de la Comisión Directiva de la SAL, comentó: “Sin dudas, es crucial trabajar sostenida y profundamente en el cambio de hábitos lo mejor que podamos, pero también es importante dejar en claro que en muchos casos es imprescindible incorporar fármacos para lograr la meta de colesterol LDL que necesitamos alcanzar.”
Además, Huerin agregó : “El daño de cualquier factor de riesgo depende de dos variables: la intensidad del factor, es decir, la cifra de colesterol-LDL, la cantidad de cigarrillos diarios que se fuma y el tiempo de exposición a esa dosis (los años de colesterol-LDL alto, las décadas de haber fumado, etc.). Como regla general, el tiempo de exposición prolongado suele ser mucho más dañino que la intensidad o dosis del factor, por lo cual además de reducir el colesterol-LDL al nivel que corresponda en cada caso, es central hacerlo lo antes posible para minimizar la exposición temporal a este factor.”
Metas del LDL |
“En una persona adulta sana (es decir que no tuvo ningún evento cardiovascular y no tiene factores de riesgo coronario), los niveles de colesterol-LDL objetivo o meta deberían ser menores a 116 mg/dl. En cambio, si esa persona sana tiene factores de riesgo, su meta será menor de 100 mg/dl, y si tuviera ‘placas’ en sus arterias la meta ideal será menor de 70 mg/dl”, detalló Huerin.
“Ahora, los valores recomendados para alguien que hubiera tenido un evento cardiovascular (infarto, accidente cerebrovascular, angioplastia, cirugía de bypass) o tuviera enfermedad arterial de miembros inferiores, son sumamente bajos. El colesterol-LDL debe ser en todos estos casos menor de 55 mg/dl. Y en personas que hubieran tenido más de un evento cardiovascular o un evento cardiovascular muy reciente, particularmente aquellas que hubieran repetido un nuevo evento cardiovascular a pesar de haber mantenido un colesterol-LDL menor de 55 mg/dl, la meta será menor de 40 mg/dl. Este número extremadamente bajo permite que personas con mucho riesgo cardiovascular reduzcan su chance de presentar nuevos eventos clínicos. Adicionalmente, consensos y guías internacionales recientemente publicadas recomiendan que, además de alcanzar esa meta establecida de colesterol-LDL de acuerdo con el escenario clínico de la persona, se produzca una reducción respecto del colesterol LDL inicial mayor al 50% y se elija la meta que resulte el menor valor de los dos: o el valor del colesterol LDL indicado según el escenario clínico o la reducción mayor al 50%. Se debe elegir el menor de ambos valores como meta”, asegura la especialista.
¿Por qué el colesterol es un factor de riesgo? |
Los niveles en sangre de colesterol-LDL se relacionan linealmente con el riesgo de enfermedad cardiovascular (infarto, muerte súbita y accidente cerebrovascular entre otros). El colesterol-LDL ingresa a las células de la pared de las arterias y contribuye a su daño progresivo, proceso llamado aterosclerosis, favoreciendo el riesgo de eventos vasculares clínicos, como infarto y ACV.
Si un enfermo con aterosclerosis mantiene muy bajos sus niveles de colesterol en sangre, puede lograr que su riesgo de enfermar nuevamente baje. Por ello, se recomienda a los pacientes que han sufrido un evento cardiovascular que mantengan cifras sumamente bajas de colesterol-LDL (mucho más bajas que el resto de la población). Estas cifras, si realmente son bajas, se asocian a mejor evolución clínica. Es importante recalcar que estos valores tan reducidos de colesterol-LDL sólo se logran con el empleo de medicamentos, ya que con dieta y ejercicio no se alcanza nunca esa meta de colesterol-LDL capaz de reducir el riesgo futuro de evento cardiovascular. Esto no significa que la dieta y el ejercicio no sean útiles. De hecho, son excelentes para muchas variables: peso, glucemia, triglicéridos, pero estas intervenciones de estilo de vida, contrariamente a lo que la gente cree, tienen un impacto sumamente modesto en las cifras de colesterol-LDL, que es el principal indicador y predictor pronóstico.
El colesterol muy alto generalmente no se asocia síntomas ni signos físicos a menos que las cifras sean muy elevadas y desde edad temprana, constituyendo la llamada hipercolesterolemia familiar y quienes la presentan pueden tener depósitos de colesterol en los tendones (xantomas) o en la córnea (arco corneal). Estos niños y pueden presentar enfermedad vascular muy prematura por lo cual es crucial su diagnóstico precoz y adecuado tratamiento. Dado que es una patología con asociación familiar, frente a un caso, es importante chequear posibles familiares con esta enfermedad.
Teniendo en cuenta, la ausencia de síntomas asociados a cifras altas de colesterol-LDL, su valoración sólo puede hacerse mediante un análisis de sangre que determine los niveles de colesterol y sus fracciones y los triglicéridos.
En la mayoría de los casos, tanto frente a una alteración de los lípidos (dislipemia) como en aquellas personas que, no teniendo una alteración importante del colesterol, deben bajar su riesgo cardiovascular, el tratamiento farmacológico es obligado. O sea, que un mensaje central es que los fármacos que reducen el colesterol-LDL reducen el riesgo cardiovascular por lo que su beneficio excede el mero hecho de mejorar una cifra de laboratorio, dado que se usan para bajar el riesgo cardiovascular en gente que tiene cifras normales de lípidos, pero por alguna razón tiene incremento del riesgo de tener un evento clínico vascular o cardíaco.
Empleo de fármacos que bajan el colesterol-LDL: |
• El uso de estos fármacos, en muchos casos, es la única manera de alcanzar la meta de colesterol-LDL para esa persona, dependiendo su marco clínico.
• Su uso está indicado aun en gente con cifras normales de lípidos que por alguna otra razón tengan riesgo cardiovascular incrementado.
• No se asocia a efectos colaterales musculares serios. Existe un llamado "efecto nocebo"(contrario al "efecto placebo") por el cual, la gente, incluso algunos médicos, creen que es una medicación que da alteraciones importantes. La chance de algún efecto colateral serio en este sentido es mínima o marginal. Desafortunadamente estos temores conspiran con el beneficio absolutamente probado de estos medicamentos que en todos los escenarios clínicos reducen el riesgo de eventos cardiovasculares, de especial trascendencia en pacientes de mayor riesgo.
• No alcanza con tomar "algún medicamento" para bajar el colesterol-LDL. Es importante estar en la meta correcta de este valor.
• Los beneficios de estos medicamentos superan con creces cualquier temor a un efecto colateral.
Es clave que la mujer se cuide y alcance las metas igual que el hombre: |
• Durante el embarazo, es normal que ocurra una alteración de los niveles lipídicos en sangre. Las embarazadas deben controlar sus cifras de colesterol y extremar el cuidado si son pacientes con hiperlipidemias previas. En estos casos el manejo es individualizado con su médico tratante y los fármacos suelen tener que interrumpirse temporariamente.
• Durante la menopausia, se producen alteraciones en el perfil lipídico relacionado con el descenso de los estrógenos y suele incrementarse más el colesterol total y el colesterol-LDL. Es importante saber que las correcciones no deben realizarse a expensas de terapéutica de reemplazo hormonal, sino con la eventual incorporación de fármacos reductores del colesterol-LDL. Un mensaje central para la mujer es que una de cada 25 mujeres muere de cáncer de mama; contrariamente alrededor de una de cada tres mujeres muere causa cardiovascular (coronaria, cerebrovascular, etc).
Comborbilidades |
• Las personas con diabetes suelen tener una alteración de los lípidos denominada dislipemia aterogénica, con cifras no muy altas de colesterol-LDL, cifras bajas de colesterol-HDL y triglicéridos elevados. Dado que los diabéticos tienen riesgo cardiovascular más alto que los no diabéticos, es crucial que reciban, casi en la totalidad de los casos y sólo por ser diabéticos, tratamiento con fármacos reductores de colesterol.
•Colesterol y obesidad al igual que los diabéticos suelen tener triglicéridos algo elevados. En este caso, las medidas de cambios de hábitos suelen ser eficaces en particular si se logra un buen descenso de peso, se incorpora ejercicio diario y se reduce la ingesta de alcohol.