Comunicar salud es todo un desafío, ya que se involucran temas que van desde la relación-médico paciente a las campañas de información sobre epidemias; desde el contacto cara a cara dentro del consultorio, hasta las nuevas alternativas tecnológicas como la telemedicina y las recetas e historias clínicas electrónicas. La doctora en Ciencias Sociales Mónica Petracci, investigadora del Instituto Gino Germani y Coordinadora del Grupo Comunicación y Salud de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC) se dedica a estudiar diversos aspectos de Comunicación y Salud y escribió junto con colegas cuatro volúmenes, dos de ellos sobre cómo impacta en los profesionales sanitarios el eHealth, hoy más conocida como Salud Digital.
Siempre en la búsqueda de temas novedosos que puede generar distintas opiniones entre profesionales y pacientes –otrora se dedicó a trabajar sobre las perspectivas en materia de Derechos Sexuales y Reproductivos– Petracci busca ahondar en preguntas que resultan pertinentes para esta época de cambios constantes. En su entrevista con IntraMed, la socióloga habla de sus investigaciones, que intentan desbrozar cuestiones cotidianas que se pueden ver en el consultorio, tanto en el cara cara como en la telemedicina, el paciente activo que ya llega informado pero puede equivocarse con el “Doctor Google” y el potencial (y a veces inquietante) futuro de la inteligencia artificial a la hora de diagnosticar.
Cómo fue su trayectoria hasta que se dedicó a abocar sus investigaciones en Comunicación y Salud?
Conviven temas por los que siento un interés personal con otros que tienen que ver con los temas de determinados momentos. Siempre busco hacer lo que quiero y querer lo que hago. Entonces, en ese mix, empecé trabajando en temas de salud desde el campo de las Ciencias Sociales, con el fin de profundizar cuestiones comunicacionales, discursivas, representacionales, y también más estructurales referidas al sistema de salud. Inicié mi trabajo como investigadora con una inquietud por los temas de perspectiva de género y lo que en ese momento llamábamos Salud Reproductiva (Hoy pasó a ser Salud y Derechos Sexuales y Reproductivos). El primer trabajo que hice con mis colegas en el Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) era sobre las opiniones de los médicos, ginecólogos y obstetras sobre anticoncepción y aborto. Esa investigación, realizada con las colegas Silvina Ramos, Mariana Romero, Dalia Szulik y Ana Domínguez Mon, fue una base de un trabajo muy querida que después me llevó a estudiar la política de salud y derechos sexuales y reproductivos durante un buen tiempo.
Y también esos años de investigación llevaron a que me especializara en Comunicación y Salud, porque encontré una inquietud comunicacional, tanto a nivel cara a cara como a lo referido a la comunicación en el espacio público, al punto de que en mi tesis de doctorado en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA me centré en qué decían los estudios de opinión pública sobre el aborto o la interrupción voluntaria del embarazo (IVE). Hasta que llegó un momento en el cual mis preguntas derivaron al campo de la comunicación y la salud, a la necesidad de fortalecer ese campo con investigaciones y a estudiarlo epistemológicamente.
En los últimos años se ha dedicado al eHealth. ¿Cómo elige cada tema a investigar, detecta una necesidad?
Que me haya dedicado a eHealth (aunque por hoy me inclino más a hablar de salud digital) ocurre a raíz de un interés especial en la relación médico-paciente, desde los estudios de Comunicación y Salud. Con el equipo de investigación del Instituto Gino Germani hicimos una revisión bibliográfica narrativa, con muestras de bases de datos de entre 1985 y 2015, bajo una pregunta base: “¿Cómo la bibliografía tematizaba esta relación? Encontramos tres temas básicos. En un primer momento (1990), se hablaba de la satisfacción del paciente, y de calidad de la atención. Después nos focalizamos en los modelos de relación médico paciente y a partir del 2000 adoptamos al eHealth como foco central de investigación y publicación.
A partir de ese momento, se ampliaron nuestras preguntas para ver qué pasaba en con la Salud Digital. Así inicié una investigación dentro de la convocatoria UBACyT sobre las opiniones de médicos clínicos generalistas y de familia sobre las prácticas, las experiencias, las representaciones y las opiniones en eHealth.
En uno de sus libros, usted habla de “Modernidad tardía” y de los cambios de la relación médico-paciente. ¿Cómo cree que son los modelos de relación en tiempos de Salud Digital?
Han cambiado y siguen cambiando de forma permanente. Siempre nos encontramos con que lo que dijimos ayer es un poco viejo. Como idea general, creo que lo que sucede con la relación médico-paciente es que se pasó desde un modelo más paternalista hasta uno más centrado en el paciente, en el que se tiene en cuenta sus opiniones y derechos (leyes de derechos del paciente). Esta es una clasificación general, que no quiere decir que en esta época no haya médicos más paternalistas, ni que no se busque paternalismo, ni tampoco que no se hayan escuchado a los pacientes en otras épocas. Porque hay matices dentro de esa relación: más allá de las características prototípicas, los cambios no se producen en bloque, sino que se mantienen algunos aspectos de períodos anteriores.
¿Cuáles son algunos de los cambios que noto? Por un lado, hoy ciertos asuntos pueden ser conversados o “negociados”. Lo que yo no considero es que todo vaya a ser hablado, ya que hay decisiones que el paciente espera que no tomar, porque la relación está caracterizada por una diferencia de saberes y de lenguajes (hay una diferencia de saberes real, no resultante de un modelo). Dentro de esa caracterización, de esa imagen primera, hay matices que tienen que ver con las características de los pacientes, las especialidades médicas, los distintos subsistemas de salud, y muchas otras variables que podríamos agregar.
Algo sobre la relación médico-paciente vinculado a la salud digital son las búsquedas en internet, porque al consultorio va una persona junto con todo lo que averiguó sobre su dolencia. Esto abre otra perspectiva que por el momento no está del todo resuelta: que no todas las personas consultan sitios cuya confiabilidad haya sido contrastada. Aun así, es cierto esto fomenta al paciente activo, que se interesa y busca, por más que no siempre aquello que busca sea lo más adecuado y esto podría implicar que un profesional tenga que tomarse un tiempo como para desbrozar ese contenido.
Otra tiene que ver con la inteligencia artificial. Estamos cada vez más cerca de que una persona pueda comentar sus síntomas y que sea la IA la que diagnostique. Todo esto es incipiente, pero hay que tener en cuenta pros y contras que la IA puede acarrear.
Después están los problemas éticos, el manejo de la historia clínica electrónica y un aspecto que no es directo de la relación médico-paciente, pero que incide sobre ella: la formación médica. Porque la currícula va a tener cambios en los próximos años, que no son tan sencillos ni tan institucionalmente rápidos como la urgencia de los temas a solucionar en el sistema hospitalario y en la atención.
¿Cuáles son los principales desafíos en materia de comunicar salud hoy?
Los desafíos varían en las distintas instancias comunicacionales. Una es la comunicación cara a cara, que sucede en el ámbito de un consultorio, con dos personas o tres, si hay alguien del núcleo familiar que acompaña. Ahí es donde se encuentra más el peso del saber (o no saber) del “doctor Google”. Por otro lado están los aspectos más digitales: aún no se encuentra el punto medio entre el envío o no de estudios o análisis por WhatsApp. Esto forma parte de una relación que se transforma desde que una persona saca un turno de manera online, hasta el envío de estudios sin necesidad de asistir al consultorio. ¿Soluciona muchas cuestiones? Probablemente sí. ¿Pero es para todos los profesionales y todos los pacientes? ¿Quiénes se sienten más cómodos con esta modalidad?
Creo que vale la pena seguir desbrozando esas situaciones. Por ejemplo, un tema vinculado con la tecnología es la edad, aunque no quiero decir que todas las personas jóvenes sepan todo sobre tecnología y que los más grandes no, pero hay un vínculo con la pantalla que no es el mismo entre las nuevas generaciones y las anteriores.
Y después está el tema comunicacional hacia la población. Por ejemplo, ¿cómo hacer para comunicar la prevención del dengue, una epidemia o una pandemia? Esta pregunta se escucha en debates sobre las comunicaciones de riesgo y de crisis. A veces no existe una comunicación y tiene que haberla. Y otras la comunicación debe ser evaluada y reajustada para que llegue a quienes deben llegar. Por ejemplo, en la comunicación sobre la pandemia, existió el desafío de comunicar el riesgo en una sociedad hipermediatizada y tecnologizada. ¿Qué sucede cuando ante la presunción del riesgo aparece una comunicación que después resulta exagerada? ¿Y cuando no es tomado en cuenta ese riesgo potencial y la comunicación no existe? Esas preguntas pertenecen al difícil campo de la toma de decisiones dentro de las políticas públicas. En la política comunicacional de salud, las decisiones no son únicas, algunas saldrán bien desde el primer momento y otras deberán ser corregidas para que sean comprensibles. Se ha avanzado mucho en este sentido, en materia de estudios. Paula Rodríguez, investigadora de mi equipo, suele hablar de la unidualidad del campo de comunicación y salud, en donde siempre se piensan en sentidos y significados.
¿Cómo ve la práctica médica hoy?
Algunas de las cuestiones que hablamos atraviesan la práctica médica hoy. Una es todo lo vinculado a la Salud Digital. Otra es la cuestión formativa, porque en relevamientos realizados a profesionales de la salud aparece la necesidad de formación en temas vinculados a la tecnología (la llamada “brecha digital”) y también a cuestiones comunicacionales. Por ejemplo, años atrás realizamos junto con los doctores María Pía Majdalani, Raúl Mejía y la doctora en Ciencias Sociales Paula Rodríguez una investigación para el Instituto Nacional del Cáncer (INC) sobre la comunicación de malas noticias. Y de ahí apareció la necesidad de formación en este tema, tanto en los estudios de grado como de posgrado.
Por otra parte, está la cuestión de la historia clínica electrónica y en base a las entrevistas que hicimos, vemos que muchos profesionales refieren beneficios pero también realizan críticas. Son cuestiones que tienen que ver con los cambios tecnológicos de la época contemporánea. Y entre ellas está la posibilidad de que la inteligencia artificial pueda llegar a resolver algunas cuestiones. No es que yo lo piense así, pero creo que es un desafío importante que se viene, de hecho me provoca muchas inquietudes. Porque para que una tecnología se incorpore, tiene que tener un “estatus de verdad” y todavía hay mucho por aprender sobre la inteligencia artificial.
Pero más allá de las cuestiones comunicacionales, también existe un tema de precariedad y sobrecarga laboral, que afecta de manera directa a los médicos.
*Mónica Petracci. Doctora en Ciencias Sociales, con estudios de grado en Sociología. Investigadora en el Instituto de Investigaciones de Área de Salud y Población del Instituto de Investigaciones Gino Germani. Investigadora Visitante Coordinadora Grupo Comunicación y Salud de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC). Docente jubilada de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Coautora de los libros Comunicación y Salud. Las relaciones entre médicos y pacientes en la Modernidad Tardía; Comunicación y Salud. La investigación en el proceso de las políticas públicas; Comunicación y Salud. Emergencia y desafíos de eHealth y autora del libro Comunicación y Salud. eHealth entre luces y sombras (todas publicaciones de la editorial Teseo).