Por qué los médicos deben tomarlo en cuenta

La crueldad con los animales, un signo de alarma psiquiátrica

Los actos de crueldad repetidos contra animales suelen ser señal de trastorno asocial. Los niños que los realizan son más propensos a cometer delitos en el futuro. Los especialistas subrayan que este fenómeno no se debe pasar por alto.

CRISTINA DE MARTOS

A pesar de la terrible brutalidad que encierran, los actos de crueldad contra los animales no ocupan las primeras páginas de ningún periódico ni parecen escandalizar demasiado a la población. Sin embargo, tienen un significado último que debería interesarnos como sociedad. Aquellos que abusan de los animales, según indican los expertos, son hasta cinco veces más propensos a cometer crímenes violentos contra las personas.

Un adolescente británico que mete al hámster de su hermano en el microondas, un grupo de chicos que crucifica a un gato en la Comunidad Valenciana y otro que asesina brutalmente a un burro en Extremadura, tres mexicanos que torturan a un perro y cuelgan los vídeos en la Red... Animales desollados, quemados, empalados, mutilados, apaleados…

Es frecuente leer o escuchar frases como 'son cosas de niños' cuando se tratan estos sucesos. Es cierto que, a veces, dentro de un juego, especialmente en grupo, algunos menores cometen actos lamentables pero, advierten los psiquiatras y los criminólogos, otras “es una señal de alarma” que la gente no escucha, "no una válvula de escape inofensiva en un individuo sano", en palabras de Allen Brantley, supervisor y Agente Especial del FBI, uno de los grandes especialistas del mundo en la materia.

"Jugar a matar animales que no nos inspiran compasión, como los mejillones, es bastante normal. Pero algunos niños lo hacen de forma reiterativa, incluso disfrutando, y eso es un problema", explica a ELMUNDO.es Francisco Montañés, jefe de Psiquiatría de la Fundación Hospital de Alcorcón.

Conducta asocial

En países como EEUU, el interés por este tipo de actos es creciente. No sólo por la mayor sensibilización hacia los animales sino por las evidencias cada vez más numerosas de la relación entre los actos de crueldad con los animales y otros crímenes que van desde el consumo de drogas hasta los asesinatos en serie.

En la década de los 80, Alan Felthous, experto en Psiquiatría Forense, llevó a cabo varias investigaciones que mostraban de forma consistente cómo detrás de las agresiones a personas había, en muchas ocasiones, una historia de abuso a animales. Sus trabajos, realizados con hombres especialmente violentos internados en las cárceles de EEUU, así lo confirmaron.

Después de eso, otros han analizado la cuestión. En 2002, la revista 'Journal of the American Academy of Psychiatry and the Law'hacía público un estudio en el cual se asociaban los actos repetidos de crueldad con los animales en la infancia con el desarrollo de un trastorno de personalidad antisocial, la presencia de rasgos antisociales y el abuso de sustancias.

"Aproximadamente, la mitad de los individuos asociales incurre en conductas sádicas y si lo hacen antes de los 10 años el pronóstico es peor", señala Montañés. Que el menor pase de un acto aislado de violencia contra un animal a cometer otros crímenes "es una escalada", añade este experto. "Si repites el acto y va aumentado el tamaño del animal; si se disfruta… Las posibilidades son mayores".

Frank Ascione, del departamento de Psicología de la Universidad de Utah (EEUU) y reconocido experto, escribía en el Boletín de de Justicia Juvenil en 2001: "El abuso de animales y la violencia interpersonal comparten características: ambos tipos de víctimas son criaturas vivas, tienen capacidad para experimentar dolor y podrían morir a consecuencia de las lesiones infligidas".

Una oportunidad para intervenir

La sensibilización en España ante esta problemática es baja. "Estamos a la cola", afirma Núria Querol i Viñas, médico de familia del Hospital Universitario Mútua de Terrassa, criminóloga y experta en estos temas. "El maltrato a los animales es espeluznante y pocas veces se hace nada", añade.

Sin embargo, subraya Querol, que además es miembro de la Asociación Americana de Criminología, "cuando se detectan casos de menores que maltratan a animales, hay que tener cuidado porque puede haber un trastorno de conducta. No se puede pasar por alto, es una oportunidad para intervenir".

En este punto coincide con ella el doctor Montañés, que incide en la necesidad de "acudir al psiquiatra en casos de crueldad con los animales porque al principio estas personas pueden tener fácil remedio. La falta de control de los impulsos, la empatía, el manejo de la ira... son cosas que se pueden tratar si se cogen a tiempo", añade Querol.

Uno de los objetivos de esta experta es instaurar en España, como ya existen en otros países, programas de intervención para trabajar con estas personas ya que "es muy importante cambiar los valores y no se hace de forma sistemática", concluye.

PROBLEMAS DE CONDUCTA
Por qué los médicos deben preocuparse por el maltrato animal

El 20% de los abusos a mascotas está relacionado con un ambiente familiar violento. Estos ataques se emplean muchas veces como método de chantaje, control o venganza.

CRISTINA DE MARTOS

Los actos de crueldad cometidos contra animales pueden reflejar una falta de empatía y un disfrute con el sufrimiento, pero su importancia no acaba ahí. Varios estudios reflejan cómo los menores que viven situaciones problemáticas en el seno de sus familias (abusos, violencia, etc.) pueden manifestar su ira con los más débiles, los animales.

Varios estudios, liderados en su mayoría por autores estadounidenses, han confirmado la relación entre la violencia contra los animales y los castigos físicos, las palizas o los abusos sexuales. Tanto los padres como los hijos pueden perpetrar estos actos y las víctimas son, preferentemente, las mascotas familiares.

Alrededor del 20% de los casos de crueldad animal intencionada también implica alguna forma de violencia familiar, señalan las estadísticas. "Estos comportamientos no son cosas de niños, hay que estudiar qué les pasa. Puede que estén viviendo una situación de violencia en sus casas", señala Núria Querol i Viñas, criminóloga y especialista en crueldad hacia los animales.

En los casos más dramáticos, se produce lo que los expertos llaman 'muerte por compasión', explica Querol, cuando son los propios niños los que acaban con la vida de sus animales para evitarles el sufrimiento que les infligen otros a ellos mismos.

Una forma de intimidación

Los ataques contra las mascotas no se realizan sólo por el mero placer sino que se emplean como arma para coaccionar o intimidar a las víctimas de los abusos. Esto es especialmente dramático en los casos de violencia doméstica. En un estudio realizado en 1998 con mujeres que habían sufrido la ira de sus maridos, el 71% de las participantes admitió que su pareja había amenazado, dañado o matado a su mascota.

"Esta situación puede provocar, incluso, que las mujeres retrasen lo más posible su salida del hogar, por miedo a que sus maridos hagan daño a los animales", explica Querol. "Se han dado casos en los que el agresor ha enviado imágenes o el sonido de una paliza al perro o al gato como chantaje a sus esposas maltratadas", añade.

Según un trabajo publicado en la revista 'Australian Family Physician', el temor por la seguridad de las mascotas es responsable de que entre el 18% y el 43% de las mujeres retrasen el abandono de una relación abusiva.

"La crueldad con los animales es, con demasiada frecuencia, parte de un paisaje de violencia en el que los menores participan y al que están expuestos", señala Frank Ascione, del departamento de Psicología de la Universidad de Utah (EEUU), en el Boletín de Justicia Juvenil. "Más aún –señala el estudio australiano- la crueldad animal eleva importantes cuestiones acerca de la naturaleza de la empatía y del tipo de sociedad en el que deseamos vivir".