Por Megan Brooks
NUEVA YORK (Reuters Health) - La demencia avanzada es una enfermedad terminal y debería considerarse como tal, advirtió un estudio.
Las infecciones y los problemas alimentarios son frecuentes y, a menudo, señalan los estadios finales de la vida en esos pacientes. Desafortunadamente, muchos de esos pacientes con demencia avanzada reciben intervenciones médicas molestas y con beneficios cuestionables en el final de la vida.
Lo que necesitan realmente es internación y atención de "confort", publicó en The New England Journal of Medicine el equipo de la doctora Susan L. Mitchell, de Hebrew Senior Life Institute for Aging Research, en Boston.
"La demencia es una de las principales causas de muerte en Estados Unidos; afecta a unos 5 millones de estadounidenses, lo que se triplicaría para el 2050. Sorpresivamente, poco se sabe sobre cómo mueren las personas con demencia", dijo Mitchell a Reuters Health.
El equipo estudió a 323 personas con demencia avanzada en 22 centros de internación en Boston.
"Esos pacientes desarrollaron un deterioro de la memoria tan grave que no podían reconocer a sus familiares, hablaban menos de seis palabras, estaban atados a la cama, dependían totalmente de terceros y sufrían de incontinencia", explicó Mitchell.
En 18 meses, murió más de la mitad (55 por ciento).
Asimismo, el 53 por ciento tuvo fiebre por lo menos una vez; el 41 por ciento, neumonía, y el 86 por ciento, trastornos alimentarios. También fueron comunes "los síntomas de estrés", como dificultad para respirar o dolor.
Muy pocos de esos pacientes desarrollaron "problemas centinelas", como un accidente cerebrovascular o un infarto.
La mayoría murió por infecciones, problemas alimentarios u otras enfermedades asociadas con la demencia, detalló en un editorial sobre el estudio el doctor Greg A. Sachs, de Indiana University Center for Aging Research, en Indianápolis, y quien no participó en el estudio.
Durante los 90 días previos a la muerte, casi el 41 por ciento de los pacientes internados con demencia avanzada recibió por lo menos una intervención "molesta", como la intubación para la alimentación.
Pero cuando los familiares tomaban consciencia del mal pronóstico, los pacientes dejaban de recibir esas intervenciones durante los últimos días de vida.
Los familiares, dijo Mitchell, tienen que saber qué esperar para el ser amado con demencia avanzada y que el pronóstico es "malo" para organizar los cuidados adecuados.
Esos pacientes, agregó, necesitan "más acceso" a los servicios de un centro de internación especializado.
Sachs coincidió. Los médicos, los familiares y el personal de salud en esos centros "deben reconocer y tratar la demencia avanzada como una enfermedad terminal que demanda cuidados paliativos", escribió el editorialista.
Los cuidados paliativos o "de confort" apuntan a aliviar los síntomas, como el dolor o la dificultad para respirar, y no está orientada a curar una enfermedad o retrasar su avance.
FUENTE: The New England Journal of Medicine, 15 de octubre del 2009.