Hoy, como cada 7 de abril, se celebra el Día Mundial de la Salud 2009, centrado en la seguridad de las instalaciones sanitarias y la preparación del personal sanitario que atiende a los afectados por situaciones de emergencia. Los centros de salud y el personal sanitario, de vital importancia para la población vulnerable en caso de desastre, son fundamentales para tratar lesiones, prevenir enfermedades y atender las necesidades sanitarias de la población.
Así se comprende el lema escogido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la presente edición del Día Mundial de la Salud: Para salvar vidas: hagamos que los hospitales sean seguros en las situaciones de emergencia.
Y es que, como reconoce la propia OMS, “los centros de salud y el personal sanitario cubren las necesidades diarias que deben seguir atendiéndose en situaciones de emergencia, tales como, por ejemplo, los servicios de tocología, inmunización y atención de las enfermedades crónicas, y por ello son esenciales para la atención primaria en las comunidades. Sin embargo, los sistemas de salud que se encuentran en situación precaria a menudo no son capaces de seguir desempeñando su labor durante un desastre, lo que tiene consecuencias inmediatas y futuras para la salud pública”.
Medidas básicas
La OMS recomienda seis medidas básicas para que los gobiernos, las autoridades de salud pública y los administradores de los hospitales mejoren la seguridad de los establecimientos de salud en caso de emergencia, en particular, formar al personal de salud, diseñar y construir hospitales seguros, modernizar los establecimientos existentes para que sean más resistentes, y velar por la protección del personal y los suministros.
En palabras de la Directora General de la OMS, Dra. Margaret Chan, “ante las amenazas que entrañan para el mundo los efectos dañinos del cambio climático, el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos y los conflictos armados, es crucial que hagamos todo lo posible para que nuestros ciudadanos reciban asistencia sanitaria antes, durante y después de un desastre”.
Las medidas básicas que pueden adoptar los gobiernos, las autoridades de salud pública y otras que dirigen los hospitales y los establecimientos de atención de salud son las siguientes:
-Evaluar la seguridad de los hospitales;
-Proteger y formar al personal de salud para las emergencias;
-Planificar la respuesta a las emergencias
-Diseñar y construir hospitales resistentes;
-Proteger los equipos, los medicamentos y los suministros.
Demasiado a menudo, los establecimientos de salud son las primeras víctimas de las emergencias, con la consecuencia de que entre el personal de salud se registran muertos y heridos, no se pueden proporcionar servicios a los supervivientes, y se pierden las cuantiosas y valiosas inversiones efectuadas en la construcción y dotación de esos centros.
Este año, el Día Mundial de la Salud se presenta en China, donde el terremoto de mayo de 2008 mató a más de 87.000 personas y destruyó 11.027 centros de atención de salud.
Inversiones modestas que salvan vidas
Con unas inversiones relativamente modestas se podrían salvar muchas vidas en caso de desastre. Así, algunos países ya han adoptado medidas para mejorar la seguridad de los establecimientos de salud y la preparación y respuesta a las emergencias.
-En países proclives a los terremotos, como el Japón, el Pakistán y el Perú, se han construido hospitales aplicando normas de seguridad que, mediante un pequeño costo adicional, permiten soportar los terremotos.
-En México se ha aplicado un Índice de Seguridad Hospitalaria a más de 200 establecimientos sanitarios, y las autoridades pueden así determinar qué centros son seguros y cuáles necesitan mejoras.
-Bangladesh, que periódicamente sufre los azotes de ciclones, ha invertido en la construcción de establecimientos seguros para la prestación de servios de salud, educativos y de otros tipos, que proporcionan refugio y protección a las comunidades. A prueba de inundaciones, han permitido salvar miles de vidas, por ejemplo cuando el ciclón Sidr arrasó el país en noviembre de 2007.
-En las zonas afectadas por conflictos, todas las partes deberían respetar el funcionamiento de los hospitales y los dispensarios, como prevé el derecho humanitario internacional. Los brotes de enfermedades infecciosas son otra forma de emergencia de salud pública para la que habría que formar al personal.
La OMS insta a todos los ministerios de salud a que revisen la seguridad de los establecimientos sanitarios existentes y velen por que los nuevos centros se construyan teniendo presentes las cuestiones de seguridad. Mediante medidas prácticas y eficaces de bajo costo tales como proteger los equipos, elaborar planes de preparación para las emergencias y formar al personal se puede mejorar la seguridad de los establecimientos de salud, prepararlos mejor y hacerlos más funcionales en caso de emergencia.
Según el Dr. Eric Laroche, Subdirector General del grupo orgánico de la OMS de Acción Sanitaria en las Crisis, se puede salvar un número incontable de vidas mejorando la protección frente a las emergencias. Según sus palabras, “el establecimiento sanitario más caro, en términos humanos y financieros, es aquel que fracasa», ha afirmado el Dr. Laroche. «Sabemos que podemos hacer más para que nuestros hospitales y dispensarios no sean víctimas de las emergencias. Ha llegado el momento de actuar”.
Carta de la Directora General de la OMS
A continuación se recoge íntegra y literal la declaración de Dra. Margaret Chan con motivo del Día Mundial de la Salud 2009.
“Cuando se produce una emergencia o un desastre, la mayoría de las vidas se pierden o se salvan en los momentos inmediatos al suceso. La gente cuenta con que los hospitales y los establecimientos sanitarios responderán con rapidez y eficacia, como cuerda de salvamento y piedra angular del auxilio.
La tragedia de una catástrofe o situación de emergencia grave se ve exacerbada cuando los servicios de salud fallan. Cuando un hospital se derrumba o sus funciones quedan interrumpidas abruptamente, las vidas que dependen de la atención de emergencia pueden perderse. Las interrupciones de los servicios habituales también pueden ser nefastas.
En las situaciones de emergencia de grandes proporciones, tales como las provocadas por terremotos o inundaciones, algunos países han llegado a perder hasta el 50 por ciento de la capacidad hospitalaria, justo cuando más se necesitan los servicios capaces de salvar vidas.
Aparte de aumentar el sufrimiento y ser causa de un mayor número de muertes, el quebrantamiento de los servicios de salud durante una emergencia puede provocar protestas generalizadas, en especial cuando se cree que la mala calidad de las construcciones y el incumplimiento de las normas de construcción son la razón de ésta.
Esa preocupación pública está totalmente justificada. Como muestra el presente documento, es sorprendente lo poco que cuesta construir un nuevo hospital capaz de soportar las sacudidas de los terremotos, o el impacto de las inundaciones y de los fuertes vientos. Aún cuesta menos modernizar las instalaciones existentes para que los servicios puedan seguir funcionando en momentos críticos. E integrar en los planes hospitalarios un programa de gestión de riesgos y preparación para emergencias supone un costo insignificante.
Este año, para celebrar el Día Mundial de la Salud, la OMS va a proponer una serie de prácticas óptimas que pueden aplicarse en todos los contextos, con independencia de los recursos de que se disponga, a fin de hacer que los hospitales sean seguros en las situaciones de emergencia. Aparte de un emplazamiento seguro y una construcción resistente, una planificación adecuada y la realización previa de simulacros de emergencias pueden contribuir a mantener las funciones esenciales. Las medidas de eficacia comprobada que pueden aplicarse van desde la puesta en marcha de sistemas de alerta anticipada y las sencillas evaluaciones de seguridad hospitalaria, a la protección de los equipos y los suministros, la preparación del personal para gestionar una cantidad masiva de víctimas o la adopción de medidas para luchar contra las infecciones.
Los distintos tipos de emergencias conllevan distintos tipos de lesiones, tales como traumatismos por aplastamiento en el caso de los terremotos o hipotermia en el de las inundaciones, con sus correspondientes necesidades específicas en cuanto a formación y suministros. Esas necesidades pueden preverse con antelación, y la capacidad para hacer frente a un gran aumento de la demanda puede adaptarse para responder a éstas.
Pensar y planificar de cara al futuro es lo más inteligente. El número de emergencias y catástrofes está aumentando en todo el mundo. Esa tendencia continuará a medida que los procesos de urbanización provoquen hacinamientos de población en lugares no seguros y el cambio climático haga que aumente la frecuencia de los fenómenos climáticos extremos. Hemos de pensar que habrá un número creciente de zonas que estarán expuestas a desastres naturales.
Hay muchísimas experiencias que demuestran que es sumamente rentable, incluso a nivel político, que los hospitales sigan en pie y en funcionamiento como modelos de seguridad y solidez en medio de la catástrofe y la desesperación. No debemos olvidar nunca que los hospitales y los servicios de salud constituyen una importante inversión. Preservar su seguridad en situaciones de emergencia protege esa inversión, al tiempo que protege la salud y la seguridad de la población, nuestra principal preocupación”.