La Corteza del cuachalalate (Amphypteringium adstringens) no sólo contiene compuestos antiulcerosos y antiinflamatorios, como ya se había demostrado, sino también otros que actúan contra el microorganismo Helicobacter pylori, principal causante de la gastritis crónica.
Un equipo multidisciplinario de científicos universitarios, encabezados por Irma Romero Álvarez, del Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina, descubrió que esa planta, tradicional de la herbolaria mexicana, contiene sustancias con efecto bacteriostático y bactericida; se piensa aislar dichos compuestos para probar su posible función como antibióticos alternativos en el tratamiento de ese padecimiento.
Ese microorganismo es uno de los principales causantes de la gastritis crónica que puede degenerar en úlcera gástrica o duodenal y, en menor porcentaje, en cáncer gástrico. También se asocia con el linfoma MALT (Tejido Linfoide Asociado a Mucosas).
Las terapias existentes fallan en 20 por ciento de los casos, principalmente porque las bacterias generan resistencia a los fármacos; de ahí, aseguró, la importancia de encontrar nuevos elementos que ayuden a los pacientes a superar el mal, dijo Romero Álvarez.
La incidencia de la gastritis en México se desconoce, aunque se encuentra entre las 10 primeras causas de atención en el sector salud; además, se calcula que la prevalencia de personas con H. pylori es de alrededor de 60 por ciento, resaltó.
Eso no significa que esas personas desarrollarán el padecimiento, presentarán los síntomas de la gastritis -acidez estomacal y ardor- o de la úlcera -sangrando que de no tratarse puede causar la muerte-; algunas vivirán con la bacteria sin problemas, aclaró.
En países y regiones industrializadas, como Estados Unidos o Europa, el porcentaje de población con ese bacilo es menor, pues la incidencia depende de factores socioeconómicos que tienen que ver directamente con las condiciones sanitarias de la población.
La académica recordó que antes de 1983 se pensaba que la gastritis era producida por algún efecto físico, como el uso de medicamentos, café, alimentos irritantes o estrés; entonces, el tratamiento consistía en la ingesta de antácidos. Ese año, agregó, se descubrió la presencia de H. pylori y ahora se sabe que el tratamiento debe incluir antibióticos.
No obstante, alertó que de no haber una sintomatología definida, no es recomendable destruir a la bacteria. Parece ser que su presencia protege del desarrollo de algunas enfermedades del tracto digestivo superior; entonces, sólo cuando haya síntomas graves de gastritis crónica activa o úlcera, entre otros, debe eliminarse.
La herbolaria, tradición mexicana
En México, el uso de plantas medicinales proviene de la época prehispánica y permanece vigente; la población utiliza para curarse de la gastritis.
Por ello, desde su tesis de licenciatura Israel Castillo, hoy estudiante doctoral, se ha dedicado a investigar si ese conocimiento tradicional realmente tiene un efecto sobre H. pylori.
En la nación se han reportado unas tres mil plantas de uso médico y, de ellas, unas cien son destinadas a la gastritis, úlcera y transtornos del estómago. Hasta el momento, el equipo universitario ha analizado la acción de extractos acuosos y metabólicos de al menos 55 de ellas, como epazote, árnica, silveria, hierba del cáncer y cancerina, contra H. pylori, en 77 por ciento de ellas se ha detectado alguna actividad bactericida que va desde moderada a fuerte.
En el caso del cuachalalate se ha obtenido e identificado compuestos como terpenos, esteroles y alquilfenoles; los últimos son los responsables de la actividad antibacterial de la planta.
"Se hicieron mediciones de las concentraciones que logran ese efecto; se determinó que con 16 microgramos por mililitro de los también llamados ácidos anacárdicos, se inhabilita en cien por ciento el crecimiento del bacilo, y con una concentración mayor muere en dos horas".
Las células de las bacterias expuestas a esos ácidos -según los resultados publicados en el Journal of Ethnopharmacology- presentaron un efecto directo; su citoplasma y membranas se dañaron. Así, con ayuda de la técnica de microarreglos -que permite identificar qué genes del microorganismo se expresan al entrar en contacto con algún compuesto-, pretende determinarse la acción de estos sobre el bacilo.
También se ha medido su toxicidad en linfocitos humanos y los compuestos han resultado inocuos. Los efectos son prometedores y podrían llegar a ser antibióticos funcionales, aseguró la doctora en investigación biomédica básica (bioquímica) por la UNAM e integrante del Sistema Nacional de Investigadores.
Asimismo, se planea iniciar, en este semestre, los experimentos in vivo, con modelos animales. El plan consiste en infectar a roedores -gerbos- con la bacteria para determinar si los extractos de la planta y/o los compuestos aislados previenen la colonización y desarrollo de los síntomas propios de la enfermedad, tales como gastritis, úlcera e, inclusó, cáncer.
Para alcanzar los objetivos se cuenta con la participación de expertos de los institutos de Biología y Fisiología Celular, así como de la Facultad de Química y del Centro de Investigaciones y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional.