A los 84 años, falleció Fernando Ulloa, médico psicoanalista y referente del desarrollo del psicoanálisis en el país.
Terapeuta de un vasto grupo de empresarios, políticos y líderes de diferentes especialidades, fue seguidor y colega de Enrique Pichon-Rivière, con quien trabajó en la vinculación entre psicoanálisis y política, y de Marie Langer, que fue discípula de Freud y una de las que introdujo el pensamiento del psicoanálisis en la Argentina.
Hasta sus últimos días, siguió comprometido con la atención psicoanalítica en su consultorio en la calle Cavia, frente a la plaza Alemania. No conocía fronteras económicas ni sociales ni límites de horarios, para asistir a la persona que sufre. Y combinó esa inquietud humana con la dinámica grupal, los grupos de reflexión y la comunidad terapéutica; entre otros, atendió al conjunto Les Luthiers. Tuvo un fuerte compromiso social con los derechos humanos.
Dejó la Universidad de Buenos Aires tras la Noche de los Bastones Largos, en 1966. Radicado en Brasil, volvió al país y participó de la creación de la Facultad de Psicología en la UBA. Desde 1971 había desplegado una experiencia de investigación con muchas personas que sufrieron la tortura política. Entre otros temas, se preguntó qué secuelas llevaría en sí una criatura gestada en cautiverio, cuya madre hubiera sido torturada cuando la llevaba en su seno. "La crueldad es el fracaso de la ternura", sostenía, en una contraposición que estudió con hondura. Deploraba la crueldad banalizada en la TV, en una sociedad de consumo y competencia agresiva.
Nacido en Pigüé el 1° de marzo de 1924, en 1950 se graduó de médico en la UBA, de la que era profesor honorario, al igual que de la Universidad Nacional de Tucumán. Dictó cátedras de Clínica de Adultos, Psicología institucional y otras materias, y asesoró seminarios en salud mental. Junto a 150 artículos, se destaca su libro Novela clínica psicoanalítica. Historial de una práctica (1995).
En 1999, la ONU lo incluyó entre 40 personas reconocidas por sus contribuciones al campo social. Integró el Comité de Etica en la Secretaría de Estado de Ciencia y Tecnología. Ocupó cargos en instituciones científicas. Generoso para compartir conocimientos y brindar consejos, se lo veía a la vez asistir con interés a disertaciones de colegas más jóvenes. El entierro en Jardín de Paz, en Pilar, fue una manifestación de pesar de colegas psicoanalistas, figuras de la cultura, familiares y amigos, que acompañaron a su esposa, María Celia González Gay, y a su hijo, Pedro. Un aplauso espontáneo unió a los presentes, al tiempo que, interpretando el sentimiento común, alguien expresó en alta voz: "Gracias, Fernando".