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Recuperarse después de un ictus

Los pacientes deben acudir al hospital tan pronto como noten algún síntoma.

La atención precoz y especializada es necesaria para evitar grandes discapacidades. Cuando pasa la fase crítica se debe iniciar una rehabilitación intensiva y prolongada

La resonancia magnética es una prueba que puede detectar un ictus. (Foto: NCI)

ÁNGELES LÓPEZ (elmundo.es)

MADRID.- Los minutos cuentan y mucho para que una persona supere y se recupere sin grandes discapacidades de un ictus o accidente cerebrovascular. Sin embargo, en España no existen las suficientes unidades especializadas para tratar y realizar una rehabilitación adecuada para evitar graves discapacidades.

Recibe muchos nombres: infarto cerebral, embolia, trombosis, ictus, accidente cerebrovascular. Algunos de ellos son sinónimos, otros no. Los daños cerebrales pueden estar ocasionados por diferentes causas como una hemorragia, un trombo, un aneurisma o un accidente traumático. Quizás sea este el motivo de esa numerosa nomenclatura, y también el gran el desconocimiento que hay sobre una enfermedad cada vez más común.

Podría decirse que este trastorno aparece sin avisar, pero en realidad no es así. La mayoría de las personas que tienen un accidente cerebrovascular suele llevar tiempo con tensión arterial elevada, cifras de colesterol altas, historia de tabaquismo y otros malos hábitos.

Debido a algunas de las causas mencionadas, una zona del cerebro queda sin riego sanguíneo y sin nutrientes ni oxígeno, a partir de ese momento, las neuronas dejan de enviar órdenes a algunos músculos. Cuanto más tiempo pasa el cerebro sin aporte sanguíneo, más grave será la afectación en el interior del cráneo, en función de esto y del área dañada, así serán los problemas en el resto del cuerpo.

Los síntomas que dan los accidentes cerebrovasculares son muy variables. En general pueden ir desde una disminución de la fuerza o de la sensibilidad en un lado del cuerpo a cierta dificultad para expresarse o entender, pérdida de visión, desviación de la mirada, desequilibrio, cefalea muy intensa... Ante cualquiera de estos síntomas, la persona debe acudir lo antes posible al hospital.

"Aunque una persona tenga pocos síntomas no quiere decir que no progresen en media o una hora. No hay que esperar a mejorar sino que hay que acudir al hospital", afirma el doctor José Álvarez Sabín, jefe de la Unidad Neurovascular del Hospital Vall d'Hebron y coordinador del Grupo de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología.

Para el diagnóstico precoz, ese desplazamiento urgente al centro hospitalario es imprescindible, pero también lo es que un especialista detecte pronto esa alteración e inicie el tratamiento lo antes posible. "En muy pocos sitios hay unidades especializadas. En muchas ciudades pasan de 12 a 24 horas hasta que un neurólogo ve a estos pacientes", explica Álvarez Sabín.

Según apunta este experto, un estudio reciente mostraba que la probabilidad de recuperación para estos pacientes es más del doble si son atendidos por un neurólogo. En nuestro país en torno a unas 300.000 personas presentan alguna limitación en su capacidad funcional tras haber sufrido un ictus, según datos de un registro del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares.

Una rehabilitación intensiva

La misma carencia se da con las unidades específicas para la rehabilitación de estos pacientes. En España se pueden contar con los dedos de una mano. "En Madrid no hay ningún hospital con plantas especializadas en daño cerebral", explica Avelino Ferrero, presidente de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF) y jefe de servicio de esta especialidad en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid.

De la misma opinión es Carlos Villarino, jefe del Servicio de Rehabilitación del Complejo Hospitalario Juan Canalejo de La Coruña y vicepresidente de la SERMEF. "Sólo nueve Comunidades Autónomas tienen camas especializadas en el tratamiento rehabilitador tras un accidente cerebrovascular y no están distribuidas equitativamente: Castilla-León, Castilla-La Mancha, Extremadura, Murcia, Cantabria, La Rioja, las islas, Ceuta y Melilla no cuentan con ninguna cama. Esto viene a suponer que para unos 22 millones de personas no existen centros de referencia en daño cerebral", señala Villarino.

Según denuncia este y otros expertos, debido a esta situación los pacientes son dados de alta prematuramente. El periodo de rehabilitación se debe prolongar durante meses, primero en un hospital de agudos y de crónicos, durante tres meses, y después de forma ambulatoria durante un tiempo similar.

No obstante, como apunta Inmaculada Bori, jefe de la Unidad de Rehabilitación Neurológica de Daño Cerebral del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, "ahora hay mejor atención que hace unos años". Sin embargo, los recursos disponibles son escasos y el paciente queda en muchos casos en manos de sus familiares.

"Es importante que se puedan integrar cognitiva, laboral y socialmente. Nosotros le orientamos hacia el tipo de vida que van a poder hacer. Tenemos pacientes que se han incorporado a su vida laboral, que pueden conducir... Para los que presentan gran discapacidad hay que buscar otras soluciones como centros sociosanitarios o residencias", señala Bori.

Todos estos especialistas coinciden en que el tratamiento de esta patología requiere una atención interdisciplinaria formada por neurólogos, a veces cirujanos vasculares, médicos rehabilitadores, fisioterapias, terapeutas ocupacionales, logopedas, neuropsicólogos, asistentes sociales...

"No pedimos nada extraordinario, en Francia, Italia o en otros países este tema está muy bien orientado. La Administración se tiene que concienciar de las necesidades que tienen estos pacientes", demanda Carlos Villarino.


ICTUS

Rehabilitación intensiva para los pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular
Para reducir el riesgo de discapacidad es fundamental una terapia de varios meses
El tratamiento abarcará múltiples aspectos de la vida del paciente

MADRID.- Tras el primer susto, pérdida de conocimiento o de sensibilidad de una parte del cuerpo, viene el siguiente: "¿qué pasará con mi padre?, ¿podrá caminar otra vez?, ¿será capaz de llevar una vida independiente?". Son las preguntas habituales de los allegados de una persona que ingresada por un accidente cerebrovascular. Una rehabilitación intensiva y continuada es fundamental para que el paciente se integre en su nueva vida.

La rehabilitación debe empezar en el mismo momento en que el paciente ingresa. Si presenta parálisis en la mitad del cuerpo, "nos aseguramos que el hombro quede abierto, los miembros inferiores estén en posición neutra y la mano en una buena postura. Se trata de que la musculatura más potente no deforme estas áreas y para que el enfermo se recupere mejor una vez haya salido de la UCI", explica Avelino Ferrero, presidente de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF) y jefe de Servicio de esta especialidad en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid.

Por eso es tan importante la atención precoz, para evitar contracturas y deformidades en el lado afectado por la parálisis. Según este especialista, la rehabilitación de las personas que han sufrido un ictus se debería organizar en cuatro fases: los cuidados en la etapa aguda (en el área de intensivos o en la unidad especializada), luego la fase de tratamiento, una vez que la persona está estable, una tercera, cuando el paciente camina con ayuda de una férula o un bastón, y por último la terapia recreativa, en la que hay que se intenta mejorar su manejo en la vida diaria.

"Hay que buscar que no aparezca la espasticidad. Lo más complicado es recuperar la movilidad y flexibilidad en los brazos, si queda flácido no da muchos problemas, pero si queda rígido, sí", explica Avelino Ferrero.

La recuperación de la movilidad y sensibilidad en los brazos es más complicada que la que se da en las piernas. "En estas lesiones se suele afectar más la zona cerebral donde está representado el brazo, que es mayor que la de las piernas. Además, aunque consigamos movilidad en los miembros superiores eso no es suficiente para realizar todas las actividades que éstos hacen habitualmente. Las piernas sólo tienen que sostener el cuerpo y caminar", afirma Inmaculada Bori, jefe de la Unidad de Rehabilitación Neurológica de Daño Cerebral del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona.

Terapia robótica para los brazos

Por este motivo, se están diseñando dispositivos para intentar recuperar esta parte del cuerpo. Un estudio reciente, publicado en la revista 'American Journal of Physical Medicine & Rehabilitation', realizado por científicos del Centro de Investigación Clínica del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y del Hospital de Rehabilitación Spaulding en Boston (EEUU), mostraba una férula u ortesis externa [en la imagen] que mejoraba la movilidad del brazo de una persona que ha tenido un ictus.

El dispositivo consiste en una férula ortopédica, articulada y activa que moviliza el codo del paciente. Cuatro cintas con velcro enrolladas en el brazo, dos por encima de la articulación y otras dos por debajo, se unen a un mecanismo portátil, insertado en una especie de mochila, que detecta continuamente la actividad eléctrica de las células musculares. Estas señales son procesadas por un motor que ofrece una asistencia activa para la flexión y extensión del codo. Los anteriores artefactos tenían la limitación de que no podían corregir las contracciones de los músculos antagonistas, que eran aparatos estáticos y de gran volumen.

"La capacidad del dispositivo para ofrecer asistencia a los grupos musculares puede ayudar a mejorar el 'feedback' entre el cerebro y el movimiento del brazo, el cual se cree que es un factor clave de la plasticidad cerebral en la recuperación motora", afirman los autores.

Sin embargo, no todos los especialistas confían en estos dispositivos. "Este tipo de ortesis son un poco ciencia ficción. No está demostrado que las repeticiones pasivas estimulen el cerebro. Para que el paciente realice un movimiento activo, la orden tiene que venir del cerebro y esto no ocurre cuando la neurona está dañada. Esto lo único que sustituye es la labor del fisioterapeuta. Por ahora no hay nada científico ni probado", afirma Avelino Ferrero.

Por otro lado, como apunta Carlos Villarino, jefe de Servicio de Rehabilitación del Complejo Hospitalario Juan Canalejo de La Coruña, estas tecnologías no se suelen encontrar en los hospitales públicos sino en centros privados. No obstante, como apunta Inmaculada Bori, "es una puerta de investigación que está abierta".

Un tratamiento intensivo

La mayoría de estos especialistas coinciden en que la rehabilitación se debe llevar a cabo lo más pronto posible. "No servirá de nada iniciar una terapia cuando ya han pasado más de tres meses de la lesión", explica Bori. De ahí que desde que el paciente está estable se realice una rehabilitación intensiva de tres horas diarias repartidas entre la mañana y la tarde para no fatigarle.

Con la fisioterapia se pretende mejorar la fuerza, reeducar el equilibrio y la capacidad para caminar. La terapia ocupacional está enfocada a que el paciente, con el déficit que tenga, se pueda valer por sí mismo y se integre socialmente. A su vez el logopeda, se dirigirá a las deficiencias en el lenguaje y el psicólogo intentará que el paciente acepte todos los cambios.

Esta terapia se debe prolongar durante al menos tres meses para pasar posteriormente a un tratamiento ambulatorio que durará de dos a tres meses más. "Si no se hace así, quedará con secuelas. No debemos olvidar que el ictus es la primera causa de invalidez entre las personas adultas y supone un 5% de todos los gastos hospitalarios", apunta Carlos Villarino.

Existe otra etapa en el tratamiento de estos pacientes, la denominada fase de secuela que está dirigida para ese 35% de las personas que queda con una discapacidad tras un accidente cerebrovascular. Se trata de que estas personas sean autosuficientes, que intenten hacer por sí mismos todo lo aprendido en el cuidado, aunque también requerirán de otro tipo de aprendizajes.

Aquí los cuidados se centran en un tratamiento de sostén que se debería realizar en centros de día. "Son casi inexistentes, y para la reinserción es muy importante que existan centros especializados en la orientación laboral, pisos tutelados y talleres ocupacionales", afirma Villarino.

Como señala Inmaculada Bori, no hay que olvidar que la mayoría de estos pacientes son personas adultas. El ictus es la primera causa de discapacidad en individuos mayores de 55 años y la tercera cuando la edad supera los 75 años. "Pero ahora una persona de 70 años es joven, todavía puede hacer muchas cosas", explica Bori.