Premio Príncipe de Asturias

Antonio Damasio: El cerebro, teatro de las emociones

Eduard Punset, entrevista a Antonio Damasio un referente mundial en neurociencias.

Autor/a: Smartplanet con autorización para IntraMed

Fuente: Smartplanet.es

Indice
1. Segunda parte
2. El estudio de las emociones

 

 

 

EP:
Dices que para tener sentimientos es necesario un sistema nervioso con la capacidad de proyectar en imágenes las emociones. Y por último, aunque no por ello menos importante: hay que ser consciente de algún modo, de uno mismo, de nuestro yo.

AD:
Sí. Es una teoría muy interesante, aunque es un poco como lo del huevo y la gallina. Todo lo que tiene que ver con la conciencia tiene muchísima importancia. Sospecho que nuestros sentimientos de emoción, especialmente los sentimientos más simples fruto de emociones del entorno, por ejemplo, suponen casi el principio de la conciencia. En cierto modo, no se puede tener un sentimiento propiamente dicho sin conciencia, pero no creo que se pueda tener conciencia sin un sentimiento. Porque hay un punto en el que todo empieza.

EP:
Esto me ha gustado.

AD:
Y luego las cosas entran en una espiral más complicada en la que aumenta la conciencia y el sentimiento. Pero de algún modo, es necesario el inicio. Si no sintiéramos nuestro organismo, para empezar, si no notáramos sus cambios, ¡no podría haber conciencia! La conciencia está íntimamente vinculada con esta sensación inicial de uno mismo, y para tener una sensación de uno mismo es necesario sentir tu propio organismo y lo que cambia en él.

EP:
Ahora entiendo por qué las plantas no tienen sentimientos.

AD:
Así es.

EP:
Pero no sé qué pasa con los perros...

AD:
Yo creo que los animales tienen sentimientos. Especialmente los animales complejos. Me gusta decir que no estoy seguro de que una mosca tenga sentimientos. Pero no voy a pronunciarme sobre eso. No estoy seguro de que la aplysia tenga sentimientos, de hecho sospecho que no… sin embargo, un perro definitivamente tiene sentimientos. No voy a decir científicamente que un perro tiene sentimientos porque no hay manera de probarlo...


EP:
Pero hay un poco de conciencia entonces…

AD:
Por supuesto que sí. Creo que el perro, el chimpancé, el gato son conscientes. Especialmente los animales domésticos, que se han desarrollado evolutivamente con muchas características que están en coevolución con los humanos, ¡por supuesto que tienen conciencia y sentimientos! Creo que sería un error terrible suponer lo contrario. Me parece que la postura que hay que adoptar es ésta: no se puede demostrar científicamente de un modo satisfactorio que un perro tenga sentimientos. ¡Pero tampoco se puede demostrar lo contrario! Concedámosle el beneficio de la duda. Si sabemos el tipo de cerebro necesario para los sentimientos y la conciencia, preguntémonos si este animal tiene este tipo de cerebro. Y si el animal tiene ese tipo de cerebro y se comporta como si fuera consciente, entonces probablemente tenga sentimientos. Además, me parece que esto es muy importante para tratar correctamente a los animales.

EP:
Sí.

AD:
Porque me parece que nuestra civilización humana ha adoptado una actitud desdeñosa hacia los animales, asumiendo que no tenían alma, que no tenían sentimientos…

EP:
Spinoza solía decir que para conseguir una sociedad democrática ideal, eran necesarias tres cosas. Me gustaría que habláramos de ello... porque estamos bastante preocupados sobre todo lo que sucede. Spinoza vivió en el siglo XVII, ¿no?

AD:
Sí.

EP:
Y él decía que  lo primero que necesitamos es libertad de expresión. Lo segundo -¡no sé cómo llegó a eso!- es la separación entre la Iglesia y el Estado. Y, por último, un contrato social generoso que protegiera a los eslabones más débiles de la red social, ¿verdad? Esto fue en el siglo XVII… ¿dónde estamos ahora?

AD:
Pues me parece que estamos en un período muy malo de la historia ahora mismo, aunque, en gran medida, hemos aprendido esas lecciones y, de hecho, hemos puesto en práctica algunas de estas lecciones en las constituciones de muchos países. Sin duda en la constitución de los Estados Unidos. Y estos principios subyacen en las constituciones de los países de la Comunidad Europea, constituciones que generalmente respetan la separación de la Iglesia y el Estado, la libertad de expresión... y tienen, como base, un impulso hacia la generosidad para con los miembros más débiles de la sociedad...

EP:
Creo que estamos en un mal momento porque, aunque las constituciones de muchos de los países más avanzados recogen los preceptos de Spinoza, la realidad es que a menudo no se respetan esos principios en los que se basan nuestras leyes. Debemos ir con más cuidado. Nuestro mundo ha experimentado muchísimos cambios que tienen que ver con el enorme crecimiento demográfico, con la enorme difusión de la información mediante la televisión, Internet, los videojuegos. Todas estas vías suponen retos para la razón y las emociones. Es más difícil estudiar detenidamente los problemas, y es más difícil expresar las emociones correctamente ante ciertos estímulos cuando se nos bombardea con información como ahora. Y el proceso sigue acelerándose. Una vez se es consciente de ello, hay que hacer todo lo posible para recuperar ese espíritu de la Ilustración que encontramos en Spinoza. Debemos asegurarnos de que se respeten esos principios, ¡y de que no sean sólo palabras! Está muy bien decir: «yo respeto la libertad de expresión», pero luego hay que cumplir con con ese derecho, no se puede interferir a hurtadillas.