Es una enferma terminal

Una mujer británica pide que la dejen morir

Comienza una batalla judicial

Una enferma terminal de 30 años inició ayer una batalla legal en Gran Bretaña para lograr que los médicos accedan a dejarla morir. Kelly Taylor, a quien los doctores le dieron menos de un año de vida, les pidió que le aumenten la dosis de morfina para inducirla a un estado similar al coma y que dejen de alimentarla en forma artificial. Los profesionales se negaron: consideraron que acceder a eso sería cometer eutanasia.

El caso puede reabrir el debate en el Reino Unido, donde tanto la eutanasia como el suicidio asistido son ilegales.

Taylor sufre el síndrome de Eisenmenger, que le produce hipertensión pulmonar y problemas coronarios, así como el síndrome de Klippel-Feil, una enfermedad rara congénita que consiste en la fusión de las vértebras cervicales y la cortedad del cuello.

Sus médicos no pudieron hallar una combinación de fármacos que le alivie el dolor, ya que la mujer es alérgica a muchos de los que se usan para tratar el síndrome de Eisenmenger.

"No quiero recibir más cuidados. Quiero hacer valer mi propia independencia", dijo a la cadena británica BBC, y confesó sufrir unos "dolores inmensos".

Kelly, que lleva diez años casada, aseguró además que cuenta con el apoyo de su marido y de sus padres en su iniciativa.

"No entiendo muy bien qué hago aquí. Vivo día tras día sólo por pasar el día. No quiero estar aquí", se lamentó enfáticamente.

Sus abogados plantearon ante el Tribunal Superior de Justicia de Londres que en virtud de la Convención Europea de los Derechos Humanos, que prohíbe el trato "inhumano o degradante", no se le debe negar tomar las iniciativas para acortar su vida.