México

Herbolaria y dolor

Desde su aparición en la Tierra hasta nuestros días, el hombre ha luchado por paliar sus dolencias. Así, los primeros homínidos encontraron en la naturaleza un proveedor de remedios para sus enfermedades y dolores.

Autor/a: Lic. Ángeles Santiago Méndez

Fuente: VOL III / No. 12 / AGOSTO-SEPTIEMBRE / 2005

Indice
1. Introducción
2. Fuentes Directas
3. Árnica. Cacaloxóchitl. Cempasúchil
4. Cola de caballo. Chile. Epazote. Gordolobo. Huele de noche. Laurel
5. Matarique. Milenrrama. Pericón. Peyote. Ruda
6. Santa María. Té limón. Toloache. Yoloxóchitl
7. Referencias bibliográficas

Primero imitando el comportamiento de los animales, a los que observaba comer ciertas hierbas cuando enfermaban o estaban heridos, y después siguiendo su intuición y a base de prueba y error, el hombre primitivo empezó a distinguir las plantas comestibles de las curativas o dañinas. En su caminar por la evolución y guiado por su inicial carácter nómada que lo condujo a poblar distintas latitudes, el hombre llevó consigo hojas, tallos y raíces como arsenal  terapéutico.

Lejos de extinguirse, esta medicina natural se arraigó en todas las culturas, en primer lugar gracias al surgimiento de la agricultura y en segundo término por la aparición del lenguaje, eficaz instrumento para denominar, clasificar y proteger plantas que quedarían impresas en la memoria colectiva, muchas veces bajo el resguardo de la figura primigenia del médico, es decir, el brujo o curandero. Este proceso llevó miles de años hasta llegar a la configuración de un cuerpo teórico- práctico de conocimientos herbolarios, de manera que cientos de plantas resultaron tan eficaces que permanecen vigentes.

México cuenta con una antiquísima tradición en el uso de la herbolaria con fines terapéuticos. De las 7 mil especies vegetales botánicamente clasificadas en nuestro país, se estima que 3 mil son empleadas en el área medicinal y su utilidad se remonta a la época prehispánica. Se calcula que el  hombre llegó a Mesoamérica hace aproximadamente 21 mil años y es a partir de la segunda mitad del cuarto milenio cuando se empiezan a conformar las civilizaciones del periodo llamado preclásico. Al respecto, Fray Bernardino de Sahagún menciona: “primero existieron los toltecas, sabían y conocían las calidades y virtudes de las hierbas, porque sabían las que eran de provecho y las que eran dañinas y mortíferas y por la gran experiencia que tenían de ellas dejaron señaladas y conocidas las que ahora se usan para curar […]. Los olmecas son muy ricos porque sus tierras son muy fértiles y abundosas. Allí se da mucho cacao que llaman cuapatlachi (hule) y la flor que llaman yoloxóchitl (flor de corazón) y todas las demás hierbas que son muy preciadas para curar”.

Por otro lado, existen amplias referencias de la importancia de los jardines botánicos en el México prehispánico. Según Francisco del Paso, los toltecas legaron sus conocimientos sobre las plantas medicinales a los aztecas y compartieron su admiración por las plantas con los tarascos y zapotecas. La copia de bellos murales de principios del periodo clásico –ubicado hacia el año 300 de nuestra era– hallados en lo que fuera el área de Tepantitla (en la ciudad de Teotihuacan) es una de las primeras representaciones gráficas de las plantas medicinales. Los expertos señalan que en el mural se observan, entre otra, flores como el tecomaxóchitl (hoy llamado floripondio), hierbas como el yautli (pericón) y psicotrópicos (hongos alucinógenos) siendo aplicados a enfermos.