La experiencia

I.A.R: los rotantes tienen la palabra

IntraMed y RPR invitan a los alumnos del Ciclo Rotatorio de la carrera de Medicina a contarnos sus experiencias. En esta oportunidad, Bruno Rafael Boietti -alumno de la UBA- hace su balance personal.

Autor/a: Bruno R. Boietti

 

El Internado Anual Rotatorio (IAR) es la última etapa en la carrera de medicina. El sentido de su nacimiento fue contribuir al aprendizaje desde “lo practico”, con un sistema donde el alumno registrare, adopte y desarrolle conocimientos con la tutela permanente de docentes en el ámbito hospitalario (mas allá de generar hábitos de autoaprendizaje). Se propiciará una mirada integrada del enfermo, mas que la especializada y la atención primaria como estrategias para la formación del médico general.

En mi opinión es fundamental esta mirada, porque por más que se valore la especialidad que cada uno decida elegir en el futuro, tendríamos que tener conocimientos básicos de médicos generales. No podemos estar ajenos a lo que ocurre en nuestro ámbito: ser médicos el día de mañana es tener la responsabilidad de ser médicos las 24 horas. Por ejemplo, creo que es inconcebible que si un conocido me pregunta que le pasa a su hija porque le duele la cabeza, yo responda “a mí no me preguntes, yo no soy neurólogo”.

Por otro lado es verdad que hay que estar comprometidos en la necesidad de aliviar y, cuando se pueda, de curar. Pero ante debemos procurar una mejor calidad de vida y no hay mejor premisa que actuar sobre la prevención. Según mi visión esta muy desvalorizada la imagen del medico que se toma unos minutos en explicarle los riesgos que tiene una persona en fumar y prevenirle quizás un cáncer de pulmón o contribuir a una mejor calidad de vida ya que evita la bronquitis crónica como hasta un enfisema. En cambio es mucho más valorado el médico que extirpa el tumor o logra extirpar una metástasis cerebral.

Otro aporte que se realiza en este período de complementariedad es sobre la agilidad para redactar una correcta historia clínica. Comenzando desde la toma de información mediante el interrogatorio hasta un completo análisis clínico para recolectar signos y síntomas que luego se organizan en síndromes. A partir de allí, concluir en diferentes diagnósticos diferenciales, e indicar secuencia de estudios complementarios para arribar al diagnóstico de certeza.

Aplicar estos algoritmos aprendidos en la facultad llevándolos a cabo en la realidad, donde los pacientes se presentan muchas veces muy alejados de portar la enfermedad típica que plantean los libros. Un enfermo llega con sus sentimientos, creencias, cultura y visión única con respecto a su dolencia. Es una gimnasia muy productiva que tengamos la posibilidad en este periodo de enfrentarnos a un enfermo y no una enfermedad como estamos acostumbrados. Personalmente me parece que uno aprende a ejercer la medicina si nos planteamos que atendemos enfermos y no enfermedades.

El IAR jugaría un papel fundamental para adquirir naturalidad y fluidez en cuanto a la comunicación con el paciente habilidad que solamente se adquiere con la experiencia.

La relación medico-paciente desde sus inicios va alimentándose de elementos pequeños sumados día a día. No me encuentro mejor forma de adquirir la capacidad de entender al paciente como de entender hasta donde, yo como médico y persona puedo dar, que tener el contacto con la vida real, estar frente a lo que le pasa a cada individuo en particular. Estas cosas no se aprenden en un libro, ni en horas de estudio, sino pasando horas frente a la otra persona con problemas, con miedos e incertidumbres. Este periodo tendría como propósito, no solamente ser una herramienta que nos ayude en la relación medico-paciente, sino además constituirse en un punto en el cual los estudiantes ganamos confianza en nosotros mismos.

Con respecto a las expectativas que tenemos sobre el Internado Anual Rotatorio son por lo general similares entre los estudiantes. Un alumno que actualmente esta cursando el IAR en el Hospital Alemán comenta: “Del internado espero una capacitación práctica, poder poner a prueba los conocimientos teóricos, tener la posibilidad de realizar procedimientos, tener mucha relación con los pacientes y sentirme incluida en los servicios por los cuales roto y poder ser de utilidad... Al mismo tiempo también considero importante seguir con la capacitación teórica, por lo que me parece útil participar de ateneos y tener tiempo para estudiar y prepararme para el examen de residencia. Por último creo que es una buena oportunidad para que cada uno termine de definir su especialidad...”

Los estudiantes vamos a incorporar dentro de nuestro aprendizaje, un criterio hasta este momento escasamente desarrollado. Este criterio a desarrollar es imprescindible, para los que seremos médicos. Cada uno de nosotros, desde su lugar, seremos las personas encargadas de analizar el costo-beneficio de los exámenes complementarios y de los diferentes tratamientos. El ideal, es crear un espacio donde los alumnos -en forma tutorizada- desempeñemos un papel activo en la formulación de diagnósticos diferenciales, que tengamos un entrenamiento dinámico y esquematizado en cuanto al pedido de exámenes complementarios y su correcto análisis para arribar lo más directamente posible al diagnóstico de certeza.

Los rotantes que ya están terminando el internado, refieren que este periodo fue una oportunidad para acercarse al verdadero trabajo de ser medico, los ayudó a decidir lo que uno quiere hacer, los puso en contacto con la gente del ambiente y tuvieron la oportunidad de hacer algunos trabajos de investigación, la posibilidad de viajar y ver otras realidades, hacer trabajos de acción primaria para ayudar y crecer como persona.

Es una decisión propia de cada rotante de conocer el sistema de salud de otras provincias y hasta en el extranjero si así uno se lo propone. Puede, mediante trámites particulares de cada Internado Rotatorio, contactarse con diversos hospitales lo cual va a enriquecerlo observando el manejo de cada lugar frente al enfermo, con sus métodos, sus planteos frente al paciente, su cultura y sus costumbres. A pesar de ello es necesario remarcar la carencia de difusión por parte de la Universidad sobre la posibilidad de hacer el internado en el exterior, representando una gran oportunidad para los que lo pueden hacerlo.

En cuanto a las dudas que tenemos los rotantes sobre el IAR, son generalizadas. Al comenzar a rotar nunca falta la pregunta acerca de si fue suficiente lo aprendido en la facultad como para implementarlo en la práctica. También esta el planteo en la elección del hospital, resulta fundamental para no equivocarse elegir un centro de referencia y no un hospital muy especializado en alguna rama que no sea de interés para el rotante. Son muy importantes los comentarios y experiencias que nos brindan otros alumnos durante su internado en ese establecimiento para la elección. Luego, mas allá de que es sumamente importante una capacitación práctica antes de la residencia, el tiempo de nueve meses para el completar el IAR parece ser excesivo, aunque en realidad el miedo principal sobre el internado es no poder aprovecharlo como uno quisiera, ya que se percibe a veces una cierta desorganización y falta de predisposición para incluir a los rotantes en actividades por parte del equipo docente. Esta es la incertidumbre, por el deficiente desarrollo del internado, lo que nos genera una sensación de pérdida de tiempo, a expensas de no poder estudiar para el examen de residencia.