El regreso de un clásico

Los pediatras reivindican el uso del chupete

Sostienen que no hay razones contundentes para prohibirlo

“Los pediatras debemos dejar de prohibir el uso del chupete, que es diferente a recomendarlo. El consejo sano es que si los padres entienden que al niño le gusta, no hay razón para prohibirlo, sin restricciones. Esto quiere decir que no hay razón para prohibirlo en ninguna circunstancia en los primeros meses de vida”, dijo a LA NACION por vía telefónica, desde Washington, el doctor José Luis Díaz Roselló, pediatra neonatólogo del Centro Latinoamericano de Perinatología (CLAP), de la Organización Panamericana de la Salud (OMS).

En un artículo publicado en el último número de la revista de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), el experto retoma las conclusiones de un trabajo que publicó la revista The Lancet. “Antes, se había impuesto el concepto de prohibir el chupete porque podía disminuir la duración de la lactancia, pero sobre esto nunca hubo pruebas tan fuertes como las que tenemos ahora para contrarrestar la prohibición", agregó el director del Departamento de Neonatología del Hospital de Clínicas de la Universidad de la República, Uruguay.

Pero para la presidenta de la Subcomisión de Lactancia Materna de la SAP, el uso incorrecto del chupete puede afectar la lactancia. "El chupete nunca se ha prohibido -sostiene la doctora Vera May-. Lo que se sugiere es postergar su ofrecimiento al bebe hasta el mes o los primeros 45 días de vida porque en ese tiempo los bebes imprimen una adaptación de la lengua y la boca a la succión de lo que se les ofrece primero."

Así, si lo primero que se le pone a disposición es el pecho materno, el bebe se adapta a una succión que lo nutre, le da placer y lo calma hasta dormirlo. En cambio, si hasta los primeros 45 días de vida se le ofrece otro objeto, explica May, el bebe "puede desarrollar el síndrome de confusión de pezón: no sabe qué hacer con el chupete y cuando vuelve a tomar la teta, lo hace con la idea de succionar el chupete".

Beneficios y desventajas

En la casa de los Bianchedi, en San Salvador de Jujuy, sobran los chupetes. Aunque Juana, que acaba de cumplir dos años, ya los está dejando, su mamá admite que lo hace de a poco, y recuerda cuando no tenerlos a mano llegaba a alborotar a toda la familia. Pero a Francisco, de casi cinco meses, todavía no lo atraen tanto como a su hermana.

"Para ella es más un juego que una necesidad -cuenta la mamá, Amalia, de 39 años-, pero hasta hace pocos meses llevaba el chupete a todos lados. De muy chiquita no le gustaba tanto, pero luego lo fue adoptando cada vez más y hasta hubo un momento en los que si no encontrábamos el chupete entrábamos en emergencia familiar, así que siempre cargábamos con al menos dos... ¡Y llegamos a tener cuatro o cinco!"

Por crisis como ésas, quizás, los investigadores repasaron las evidencias en contra del uso del chupete.

Entre los beneficios que la literatura le atribuye están la reducción a casi la mitad del riesgo de que el bebe muera súbitamente durante el sueño antes del primer año de vida, el aumento de la tolerancia al dolor al distraerlo de lo que le provoca temor, la disminución del reflujo gastroesofágico y la eliminación del riesgo de una oclusión dental defectuosa por chuparse el dedo.

"Sé que algunos dicen que no es bueno para los dientes y el paladar, pero nunca escuché que se hubiera probado. Supongo que, como en todo, el exceso es dañino", opina Amalia. El doctor Hugo Furze, presidente saliente de la Asociación Internacional de Odontología Pediátrica, confirma esa intuición materna. "El problema de un uso extendido en el tiempo es que el niño no aprende a tragar como un adulto. Si la posición de la lengua para la succión persiste en la masticación adulta provoca protrusión o falta de oclusión de los dientes anteriores."

Furze confirmó que se puede revertir la acción nociva que podría causar deformaciones del paladar o del arco dentario, siempre y cuando se use hasta los 3 o 4 años. El mayor riesgo aparece cuando los padres le ponen azúcar o algún dulce, como jalea o miel, para que el chico se tiente a usarlo. "Esto causa caries que prácticamente decapitan las coronas dentarias."

Las desventajas de usar chupete incluyen el riesgo de accidentes por la obstrucción de las vías aéreas cuando el chupete no es de un solo cuerpo y tiene un anillo pequeño, el estrangulamiento con el cordón, las lesiones en los ojos y una mayor probabilidad de otitis media e infección gastroinstestinal, aunque aún existen dudas al respecto.

"Con la prohibición, se invadió un terreno tan complejo como es el de las necesidades de la madre y del bebe. Claro que no es lo mismo un chico de 4 o 5 años con chupete que un chico de 1 o 2 -reconoce Díaz Roselló-. Por comparación con los pares, los chicos tienden a abandonar el chupete y la mayoría llega al preescolar sin él."

Esto demuestra que, al menos en algo, coinciden los pediatras: es tan imprudente recomendar el chupete como prohibirlo cuando se lo utiliza correctamente.

Por Fabiola Czubaj
De la Redacción de LA NACION

Primeros años: las mamás cuentan sus experiencias

Un aliado y compañero al que a veces cuesta dejar de lado
El temor a que el chupete provoque dependencia es muy común entre los padres

Cada casa es un mundo, dice un refrán. Sin embargo, cuando del chupete se trata, muchas experiencias se vuelven universales.

"Cuando Jonás nació, no me gustaba la idea de que usara chupete, porque no quería que le generara dependencia. Pero lo calmaba mucho, sobre todo para dormir, y el pediatra me dijo que iba a ser más fácil sacarle la costumbre de usar chupete que la de chuparse el dedo", comenta Celina, de 30 años, mamá de Jonás y Federica De Preindlsperg, de cinco y de dos años y medio.

Jonás usó chupete hasta la edad que hoy tiene su hermana y, según reconoce su mamá, costó un poco que lo dejara. "Primero, con mi esposo le hablamos bastante sobre el tema durante semanas. Empezó a dejarlo durante el día y después yo se lo sacaba una vez que se había dormido. No lo pidió nunca más", dice Celina.

Su hermana Federica lo dejó hace un mes y de un modo más traumático. "Lloró bastante cuando se perdió el último que teníamos, porque lo pedía a la hora de dormir, pero la angustia le duró sólo un par de días", agrega Celina.

Según Cynthia, de 32 años, para Ramiro Mayol, de 19 meses, el chupete pasó casi inadvertido. "Ramiro lo agarró al mes y medio y antes del año lo dejó solito -dice-. El pediatra me aconsejó que se lo diera después del mes... y nunca le tuvimos que consultar cómo sacárselo. Cerca del año lo usaba sólo para dormir, hasta que una noche se lo di, lo chupó dos veces y me lo puso en la boca, para que lo usara yo."

Ramiro probó el chupete apenas nació y durante los tres días de internación en neonatología. Enseguida lo abandonó y lo volvió a pedir un mes y medio después. "Es más, hacía arcadas si se lo ofrecía. Claro, me tenía a mí de chupete porque tomaba la teta cada 20 minutos", admite Cynthia.

En cambio, la mamá de Mora Yawien, de 15 meses, estuvo convencida de qué hacer. "Desde antes de que naciera Mora tuve claro que quería darle el chupete, ya que Inés (la hermana mayor) lo escupió desde el primer día de vida y me usaba a mí de chupete... Como no quise que esto se repitiera, no esperé y apenas pude se lo ofrecí y lo aceptó de inmediato", dice Paula.

Los fans

Hoy, Mora está dentro del grupo de los "fans" del chupete. "Me di cuenta de que cada vez es más obsesiva, ya que al principio le gustaba cualquier formato y marca, pero a medida que va creciendo, no -agrega-. La otra noche traté de dormirla sin el chupete y después de una hora se despertó a los gritos. La angustia fue tal que tuve que salir con ella a la 1.30 de la madrugada a comprar uno idéntico al que había perdido. Después de hervirlo no lo quiso ni mirar y finalmente el cansancio la agotó. A la mañana siguiente, no sólo se despertó con el nuevo chupete en la boca, sino que a la hora del desayuno apareció con los dos chupetes: el nuevo en la boca y el viejo en la mano."

Y para Laura, de 30 años, mamá de Fermín Mardones, de apenas un mes, la historia comenzó horas después del parto. "Estando aún en la clínica, nos dimos cuenta con mi esposo de que Fermín había comenzado a tener necesidad de succionar sin tener hambre", recuerda. Según la enfermera, eso era un reflejo natural, por lo que les aconsejó el uso del chupete para reemplazar el dedo.

"La enfermera sostenía que el chupete es algo externo, que en el momento apropiado se puede quitar, pero que, en cambio, eliminar el hábito del dedo es más complicado porque lo tiene a mano todo el tiempo -dice Laura-. Ahora lo usa solamente minutos antes de quedarse dormido y mientras lo cambio."