Aniversario

Hace 120 años se iniciaba en el país la batalla contra la rabia

Una enfermedad con historia.

Sibila Camps

Cuatro placas en el Instituto de Zoonosis "Luis Pasteur", en avenida Díaz Vélez 4821, recordarán desde hoy a las 12 la primera aplicación de la vacuna antirrábica en la Argentina, hace 120 años. Será el homenaje de los profesionales y trabajadores del Instituto, y de las autoridades sanitarias de la Ciudad, al doctor Desiderio Fernando Davel, primer extranjero entrenado por Louis Pasteur, quien empezó a fabricar la vacuna en el fondo de su casa.

La rabia es una de las enfermedades más antiguas de la humanidad, identificada unos 4.000 años a.C. Durante milenios, la mordedura de un animal rabioso fue sentencia de muerte antes de los diez días, ya que el virus se aloja en el sistema nervioso central. Hasta que Pasteur empezó a hacer magia con conejos.

En realidad, Pasteur (1822-1895) era químico, y sus primeros hallazgos fueron en ese terreno. Desde allí fue derivando a lo que es hoy la microbiología, en la que sus numerosos aportes revolucionaron la medicina. En 1879, Pierre Victor Galtier empezó a experimentar con conejos, inoculándolos con saliva de un perro rabioso. Esto hizo pensar a Pasteur que el agente de la rabia no era una bacteria sino un virus, y que también se hallaba en el sistema nervioso central.

Realizó pasajes sucesivos del germen en el tejido nervioso de conejos, hasta que obtuvo un virus de virulencia fija. Por otra parte descubrió que esas médu las así infectadas, dejadas en contacto con el oxígeno y en atmósfera desecada, perdían su virulencia. Al inocular un extracto en perros, comprobó que se habían vuelto resistentes a ataques ulteriores del virus.

Pasteur probó esta primera vacuna en humanos el 6 de julio de 1885 en Joseph Meister, un chico de 9 años; recibió 13 inoculaciones sucesivas con médulas de virulencia progresiva. En 1886 informó de los exitosos resultados en 350 casos: sólo una persona había desarrollado la enfermedad, por haber iniciado tarde el tratamiento.

La difusión de este avance interesó a José C. Paz, ministro plenipotenciario de la Argentina en París, donde el joven doctor Davel se perfeccionaba en pediatría. La Legislatura bonaerense lo becó para capacitarse en el laboratorio de Pasteur, y volvió al país en el vapor "Paraná" donde experimentando con los conejos que llevaba en su camarote.

Sin haber logrado que el gobierno montara un laboratorio, Davel terminó armando la conejera en el fondo de su casa y produciendo allí la vacuna. La estrenó en José y Basilio Pinedo, dos hermanitos que habían sido mordidos por su perro rabioso, en Montevideo.

Davel tuvo pronto un laboratorio mejor, y en 1894 fundó el Pasteur, que dirigió hasta 1900, cuando asumió la vicedirección de la Casa de Expósitos (actual Hospital Elizalde). En estos 120 años, la vacuna antirrábica ha tenido muchos cambios, que la han vuelto más segura.

El mal en la Argentina


Algunos historiadores aseguran que fueron los perros de los conquistadores españoles quienes trajeron la rabia a América. El doctor Oscar Lencinas, interventor en el Instituto Pasteur, afirmó que a la Argentina llegó con las invasiones inglesas. Otros creen que ya existía rabia, en los murciélagos.

Hoy en día, en América se reportan más casos humanos trasmitidos por animales silvestres, que por perros. En América Latina, cada año se vacunan unos 44 millones de perros y se atiende aproximadamente a un millón de personas en riesgo de contraer la enfermedad.

En la Capital no hay rabia humana desde 1978, ni en perros desde 1981; sí se ha detectado en murciélagos, por lo que no se debe tocar a los que se encuentran caídos. Otras provincias han debido encarar programas especiales: en Jujuy se registraron 274 casos de rabia canina desde 1983, ahora reducidos a uno o dos por semana.