Una especie de monos hipersexualizada

El sexo es la receta de la paz de los bonobos

Las opiniones del primatólogo Frans De Waal.

Por Jacinto Anton *

Una característica de los bonobos es que casi no hay infanticidio: la promiscuidad hace que los machos no sepan de quién son las crías y, por lo tanto, no las maten.El Proyecto Gran Simio reivindica para los grandes monos el derecho a la vida y a la libertad, considerando que su proximidad genética a los humanos hace indigna su esclavitud y su tortura en la experimentación científica. Para más argumento, resulta que hay una especie de grandes antropoides que está delante nuestro en un género de libertad: la sexual. Son los bonobos. Esta especie de primate, casi idéntica al chimpancé, tanto que sólo en 1929 se la tuvo como otra especie, parece sentir una pasión especialmente intensa por el sexo. Lo practican con asombrosa frecuencia y en todas las combinaciones imaginables. El 75 por ciento de esas relaciones no tienen nada que ver con la reproducción.

El primatólogo Frans De Waal (nacido en Den Bosch, Holanda, en 1948) es un especialista en grandes monos (chimpancés, bonobos, orangutanes y gorilas). Hace 25 años que investiga desde diversas instituciones estadounidenses a esos animales y traza interesantes paralelismos entre su comportamiento y el nuestro. De Waal, un hombre alto y fornido, cuyo serio semblante oculta un notable sentido del humor, es autor del libro Bonobo: The Forgotten Ape, donde cuenta lo que le sucedió a un cuidador de zoo bienintencionado que aceptó un besito de un bonobo: se encontró la lengua del simio en la garganta.

–Cuesta distinguir un bonobo de un chimpancé, al menos sin besos.

–Así es. Antes de 1929 se les consideraba el mismo animal, aunque viven en zonas diferentes. Los bonobos están en un área del Congo donde no hay chimpancés. Los bonobos son más elegantes, más estilizados. Tienen las piernas más largas. Su anatomía es distinta. En comparación, los chimpancés parecen levantadores de pesas. Los rostros de los bonobos son más negros y los labios más rojos. Sus vocalizaciones son distintas. Escucharlos es la mejor forma de distinguirlos.

–¿Son más inteligentes?

–Tienen diferente temperamento que los chimpancés. Son, emocionalmente, menos volátiles. El chimpancé es más violento, el bonobo más calmado, más sereno.

–Bien, pero su vida sexual parece más rica.

–Sí. Practican sexo en todas las combinaciones posibles, no sólo macho-hembra. También machos con machos y hembras con hembras, incluso cuando crían. Y en toda suerte de posiciones, comprendida la frontal. A veces hay sexo en grupo. Su vida sexual es desde luego más rica que la de los chimpancés.

–¿Y que la nuestra?

–Probablemente. Eso ha de contestarlo cada uno. En todo caso es más pública, no tiene sentido de privacidad. Hacen sexo en cualquier lugar y en cualquier momento. Lo nuestro es más restringido.

–¿Qué ventajas evolutivas tiene eso?

–Interesante cuestión. Es complicado de responder. Mire, muchos animales practican el infanticidio, los leones, varias clases de aves, los roedores, los chimpancés... Los machos pueden ser un peligro para las crías, especialmente si no son suyas. La explicación es que matando a esas crías los machos pueden fecundar antes a las mismas hembras, que vuelven a estar en celo. Pues bien, entre los bonobos no se da nunca infanticidio. El infanticidio nunca es bueno, por supuesto, para las hembras. Y entre los bonobos son las hembras precisamente las que dominan colectivamente sobre los machos. Eso hace difícil que maten a las crías, pero además, el hecho de que las hembras tengan sexo con muchos machos significa que ninguno puede excluir la posibilidad de que la cría sea suya, lo que haría el infanticidio contraproducente. En nuestro argot de primatólogos se dice que la hembra bonobo aumenta la incertidumbre de la paternidad. Nuestro itinerario humano es el opuesto, tratamos de aumentar la certidumbre de la paternidad, creamos familias fuertes en las que el hombre se siente impulsado a cuidar de las crías.

–Es difícil decir qué es mejor.

–Miramos a los bonobos con cierta envidia, por su libertad sexual, pero nosotros hemos creado sociedades en que esta libertad debe ser restringida.

–¿Tiene algo que ver la promiscuidad del bonobo con su inclinación a la no violencia, es lo suyo un hacer el amor y no la guerra?

–El que las dominantes sean las hembras provoca que la sociedad sea diferente. Las hembras no compiten tanto por la jerarquía. Y son menos territoriales. Eso limita la violencia. Si entre dos grupos de bonobos hay tensiones no se matan como los chimpancés. En seguida se ponen a tener sexo. Al final aquello es más un picnic que una guerra. De nuevo tiene una lógica: las hembras ofrecen sexo a machos de diferentes grupos: eso significa que en el otro grupo puede haber familia. El miembro de un grupo rival puede ser un hermano. El sexo entre grupos, por supuesto, también reduce la territorialidad.

–Es noticia reciente que los chimpancés no sólo usan herramientas, sino cajas de herramientas.

–Bueno, kits, conjuntos. Tienen una panoplia, objetos diferentes para distintos usos. Un palo grueso se usa para abrir el termitero, uno fino para atrapar a las termitas. Lo más sorprendente de los grandes simios es que son capaces de planear, la gente no se da cuenta hasta qué punto ello es extraordinario. Pueden prever. Viajan kilómetros en busca de termiteros y van recogiendo las ramas que usarán. Han estado planeando. Se anticipan a los acontecimientos, aunque no sabemos hasta qué punto.

–¿Pueden pensar que van a morir?

–¿Si tienen sentido de la mortalidad? No tengo ni idea. Reaccionan a la muerte de sus semejantes, pero otros animales también. Hay cosas de ellos que simplemente no podemos saber.

–¿Angustia existencial?

–No sé.

–Parece que se reconocen en un espejo.

–Hay pruebas de ello. Elementos de autorreconocimiento sólo hay en los grandes simios, en nosotros y en los delfines.

–¿Qué opinan de nosotros?

–Es una pregunta muy humana. Estamos muy preocupados por lo que piensan los demás de nosotros, somos tan egocéntricos... Verá, ellos no creo que piensen mucho en nosotros. Seguramente para los chimpancés todos los humanos somos iguales. Para ellos, los chimpancés son mucho más importantes.

–Un libro suyo se llama La política de los chimpancés. Parece un título satírico de Swift.

–Muchos animales tienen jerarquías, las gallinas, por ejemplo. Pero basadas en características y habilidades individuales. Los chimpancés tienen jerarquías que se basan en coaliciones. El dominante no es el individuo más fuerte sino el que logra más apoyo, a base de dar algo a cambio a sus partidarios. Son puras transacciones políticas.

–En El planeta de los simios usted debe ver muchas más cosas que nosotros.

–No me gusta mucho esa película, es muy agresiva. Los chimpancés no tienen ejércitos. Aunque es verdad que se matan entre sí. Son muy violentos. Todos los que trabajan con ellos están de acuerdo en eso.

–Usted es algo escéptico con lo de otorgar derechos fundamentales a los grandes monos.

–El problema es que si se los damos a los gorilas, orangutanes, chimpancés y bonobos por su similitud con nosotros deberíamos luego, en buena lógica, dárselos a los demás primates por su parecido con ellos. Y así hasta abarcar gran parte del reino animal, lo que llevaría a situaciones un tanto absurdas.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

Los parecidos entre ellos y nosotros

La secuenciación del genoma del chimpancé y otros grandes monos sólo puso de manifiesto lo que a simple vista ya se veía venir: entre estos monos y el ser humano hay un parentesco evolutivo cercano. En términos genéticos, llega al 98,4 por ciento de los genes. Con los gorilas, los humanos comparten el 97,7 por ciento y con los orangutanes, el 96,4. Estas tasas de parecido disminuyen algo si se incorporan otros factores, como el orden de los genes o las copias, y el lugar que ocupa cada uno, que son claves para su expresión.

El Proyecto Gran Simio abarca a los gorilas, los orangutanes, los chimpancés y los bonobos. Aparte de estas coincidencias de la bioquímica pura, el proyecto se basa en las similitudes culturales con nosotros para pedir una especial protección de estos grandes monos: crean grupos familiares, tienen un rudimento de lenguaje, son capaces de transmitir sentimientos y usan herramientas que incluso fabrican y transportan. Además, está el mecanismo de identificación de las caras por los monos, característica sólo presente en humanos y delfines. No es una exclusiva de los grandes simios (en el ensayo se usaron macacos, animales menores que no entrarían dentro de la protección del Proyecto Gran Simio), pero puede ser un argumento más de similitud entre los grandes monos y los seres humanos a tener en cuenta.

Esta petición de una protección especial, de conceder “derechos” a los grandes simios, ya fue presentada en el Congreso Español el 24 de abril por el diputado de Los Verdes (integrado en el Grupo Socialista), Francisco Garrido.

El texto de la propuesta dice: “El Congreso de los Diputados insta al Gobierno a declarar su adhesión al Proyecto Gran Simio y a emprender las acciones necesarias en los foros y organismos internacionales, para la protección de los grandes simios del maltrato, la esclavitud, la tortura, la muerte y extinción”.