Epidemiología

España: la mortalidad infantil se reduce en 20 puntos

La mortalidad infantil en España se ha reducido más de 20 puntos en tres décadas y se sitúa entre las más bajas del mundo.

La tasa ha pasado de ser de 21 casos por cada 1.000 habitantes en 1970 a sólo 4 casos por 1.000 en el año 2004

La mortalidad infantil en España se ha reducido en más de 20 puntos en las últimas tres décadas y se sitúa entre las más bajas del mundo, según la obra "Estadísticas históricas de España en los siglos XIX y XX", publicada por la Fundación BBVA.

El libro ha sido coordinado por Albert Carreras y Xavier Tafunell, catedrático y profesor titular, respectivamente, de la Universidad Pompeu Fabra. En él se pone de manifiesto que se ha producido un descenso de la mortalidad infantil del 21 a 4 casos por 1.000 habitantes.

La comparación de estadísticas explica cómo la prolongación de la vida media de las generaciones en España, como en otros países, se ha debido fundamentalmente a la disminución de la mortalidad en la infancia. Las tasas de mortalidad posneonatal y del segundo año de vida, que reflejan sobre todo el efecto de las enfermedades infecciosas, descendieron significativamente hasta los años setenta gracias a las mejoras terapéuticas, la extensión de la penicilina, los antibióticos y la difusión de nuevas vacunas.

A partir de los años setenta, la mortalidad neonatal (de las primeras cuatro semanas de vida) se convirtió en el componente más importante de la mortalidad infantil, ya que las defunciones en estas cuatro primeras semanas superaban a las de los restantes once meses del primer año. El descenso de la mortalidad neonatal desde entonces ha reducido la tasa de mortalidad infantil durante el primer año de vida desde un 21 por 1.000 en 1970 a un 4 por 1.000 en el año 2004, un nivel que se sitúa entre los más bajos del mundo.

Esta reducción ha sido consecuencia, en gran medida, de la extensión de los cuidados obstétricos y perinatales que se producen a partir de aquellos años, reflejada en un incremento de la proporción de partos atendidos por personal sanitario y, entre estos, los atendidos en centros hospitalarios.

Entre 1900 y el último censo de 2001, la población española creció de 18.600.000 a 40.700.000 habitantes. Un crecimiento, en términos relativos, similar al de Portugal y más rápido que el de Inglaterra, Francia e Italia, por lo que la distancia relativa que separaba a España de estos tres últimos países, más densos y con mayor población, se redujo durante el siglo XX. No obstante, en las dos últimas décadas del siglo, el crecimiento de la población española ha sido más reducido, asemejándose al de otros países.

En cuanto a la natalidad, España no se ha apartado en líneas generales del patrón común de la transición demográfica, según el cual la natalidad se ajusta con retraso al descenso de la mortalidad. Las generaciones nacidas en las últimas décadas del siglo XIX impulsaron de forma decidida y definitiva la reducción de la fecundidad en España.

Así, en 1900 el índice sintético de fecundidad era de 4,7 hijos por mujer; cincuenta años más tarde esta cifra se había reducido prácticamente a la mitad (2,4 hijos por mujer). Este descenso del índice de fecundidad, que sufrió ligeros repuntes durante las décadas de los sesenta y los setenta, se agudizó a partir de 1980 para situarse en 2001 en 1,2 hijos por mujer, colocando la fecundidad española entre las más bajas del mundo. No obstante, en los últimos años el índice de fecundidad ha experimentado un ligero repunte hasta situarse en 1,34 hijos por mujer en 2005.

Como en muchas otras poblaciones europeas, los cambios de la fecundidad han estado acompañados por cambios también significativos en la nupcialidad. Desde mediados de los años 1970, los indicadores anuales de nupcialidad española señalan un progresivo retraso de los primeros matrimonios y una reducción también de su frecuencia. Este cambio en la nupcialidad se refleja en el censo de 2001 en un porcentaje elevado de solteras menores de 40 años y superior al de cualquier otro censo español previo: 62% entre las mujeres de 25 a 29 años; 31% en el grupo de 30 a 34 años y 18% en el de 35 a 39 años.

Mientras, el incremento de hijos o nacimientos fuera del matrimonio y de la proporción de parejas corresidentes no casadas son dos indicadores del progresivo acercamiento de los colectivos de los distintos estados civiles, que viene acompañado de un cambio en las relaciones entre los casados. En este sentido, hay que destacar también el incremento en la proporción de matrimonios civiles, que entre 1975 y 1998 pasó de un 0,3 a un 24% del total. Esta progresión se ha mantenido en la década siguiente, alcanzando en 2004 un 37%.